Ubicada en Mazarulleque, en La Alcarria conquense, Vinos Artesanos Altomira es una pequeña bodega familiar que se dedica a la elaboración de vinos ecológicos-naturales. Comprometida con la tierra sobre la que se asienta, una de sus señas distintivas es su fuerte apuesta por el enoturismo con el fin de atraer a visitantes a la comarca y contribuir a la lucha contra la despoblación.
Al frente de esta firma alcarreña se encuentran el matrimonio formado por Maribel Fernández, que es la gerente y alma mater de este proyecto, y José Manuel Vieco, que se dedica al cultivo y a la elaboración de los vinos, fusionando el saber hacer de los antepasados con los conocimientos actuales en este ámbito.
Unos vinos naturales que se elaboran de forma artesanal con la mínima intervención. Su cosecha es modesta pero “muy, muy cuidada”, una producción gourmet que está hoy por hoy en los mejores restaurantes de Cuenca, Toledo y Guadalajara.
PALADARES EXIGENTES
Aunque el proyecto lleva en funcionamiento solamente tres años, habiéndoles pillado la pandemia por medio nada más haber comenzado su andadura, están muy satisfechos con los resultados que han logrado obtener hasta el momento. “Son vinos de alta calidad, reconocidos en la alta restauración y también por los paladares exigentes de las personas que nos visitan y que compran y consumen nuestro producto”, destacan desde la firma.
Además de promocionar sus vinos y fruto de ese compromiso con el territorio, también impulsan la tierra a través de visitas y catas en su bodega-cueva, que fue acondicionada llevando a cabo un arduo trabajo de recuperación del espacio histórico y en el que se han mantenido parte de los antiguos sistemas de elaboración como la preparación de sus vinos blancos con hollejos.
ACTIVIDADES
Unas actividades de enoturismo que llevan a cabo todos los fines de semana del año y todos los días en el verano y que comienzan con una visita histórica por el casco histórico del pueblo, paseando por las calles excavadas en la roca de este pequeño municipio del Valle de Altomira que cuenta con unos 80 habitantes.
Desde ahí se subirá al mirador del castillo, desde donde se podrá disfrutar de una visión panorámica del Valle de Altomira, continuando después el recorrido por el barrio de las bodegas-cueva, concluyendo con una visita a la de la propia firma, donde se concluye con una cata de sus vinos para irse con el mejor sabor de boca.
Además de con la promoción del enoturismo con el fin de mostrar los encantos de La Alcarria y de Cuenca, también están comprometidos con el reto demográfico que afronta esta comarca despoblada. “Entre nosotros y otros cuantos más que tienen sus pequeños negocios en estas zonas ponemos un dique de contención para evitar la extinción de estos pequeños pueblos y de estos enclaves tan bonitos y tan espectaculares, para que perduren un poco más en el tiempo”, subrayan estos emprendedores que también están recuperando viñedos y variedades a punto de desaparecer.