El horario de verano comienza esta noche a las 02:00 de la madrugada, momento en el que -por normativa europea- los relojes de todos los Estados miembros se deberán adelantar una hora hasta las 03:00; amanecerá una hora después y las tardes serán más largas al haber más horas de luz.
Esta costumbre comenzó en los años 70, durante la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron ahorrar energía aprovechando las horas de luz solar en los meses de verano. Desde entonces, los Estados de la Unión Europea cambian dos veces al año el horario para adaptar las actividades cotidianas a las horas de luz natural.
La acción es cada vez más controvertida, pues los expertos advierten de que el cambio tiene un impacto negativo en la salud y realmente no sirve para ahorrar energía.
El ahorro no es tan evidente
El informe más actual sobre el cambio de hora lo elaboró la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo en 2018, el cual señalaba que aunque los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son marginales y no hay certeza de que los beneficios se obtengan en todos los Estados miembros.
También indicaba que, aunque puede haber ahorros de energía en iluminación, no es tan evidente que ocurra lo mismo con la calefacción, que podría incluso aumentar su consumo. Además, los resultados son difíciles de interpretar, ya que están influenciados por factores externos, como la meteorología o el comportamiento de los usuarios.
Desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) explican que en España no existen informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos.
El último data de 2015 y en ningún caso se ha analizado el impacto del cambio de hora en un contexto como el actual: "Los estudios de cambio horario requieren de un análisis prolongado en el tiempo para evaluar situaciones estacionarias", subrayan fuentes del IDAE.
Asimismo, las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, en los sistemas de climatización y en los propios edificios, así como la progresiva introducción del autoconsumo, alteran significativamente los análisis que originalmente se utilizaban para calcular estos datos.
"Conviene recordar que el cambio de hora se aprobó en una época distinta a la actual con hábitos de vida que podrían afectar en mayor medida al consumo energético. Sin embargo, la actualidad atiende a otra realidad, por ejemplo, laboral, que ha de tener en cuenta que las jornadas de trabajo han cambiado y el teletrabajo se ha ido extendiendo, lo que hace que las rutinas de la ciudadanía no coincidan tanto como antes en el mismo espacio-tiempo".
Efectos negativos en la salud, economía y seguridad
En el actual contexto, existen mecanismos más relevantes que el cambio horario a la hora de lograr ahorros energéticos: la sustitución de luces y aparatos por alternativas más eficientes, asegurar que la potencia contratada y la tarifa eléctrica que se tenga contratada es la adecuada para las necesidades.
La Time Use Initiative (TUI), principal organización sin ánimo de lucro que promueve el derecho al tiempo en todo el mundo, ha lanzado un Manifiesto de la UE sobre políticas de tiempo que incluye doce cambios necesarios que Europa debe realizar para garantizar el derecho al tiempo a todos los europeos.
Una de las propuestas es que la UE debe poner fin a los cambios de reloj estacionales para 2026, alegando que "aumentan la privación de sueño y causan efectos negativos en la salud, la economía y la seguridad humanas".
“La hoja de ruta debería centrarse especialmente en sectores que puedan experimentar un mayor impacto, como los servicios de emergencia y de transporte, para que puedan prepararse para el cambio, y debería ir acompañada de una campaña de sensibilización pública", afirman desde la organización.