Paisajes de montaña únicos; bosques eurosiberianos de hayas, abedules, tejos y acebos; especies amenazadas de especial interés como el lobo, el águila perdicera y el lagarto verdinegro; una extensa red de rutas de senderismo y la extraordinaria arquitectura negra de sus pueblos son algunos de los recursos sobresalientes con los que cuenta el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, un lugar idóneo en el que vivir, sentir, conectar y ‘naturalear’ en Castilla-La Mancha.
El accidentado relieve de la Sierra Norte de Guadalajara conforma un conjunto montañoso con diversas sierras y macizos que posibilitará al viajero una escapada saludable en plena naturaleza en la que destacarán valores como la calma, el deporte, la armonía, el respeto, el conocimiento y la cultura, frente a la masificación, la velocidad, el consumo de recursos y la desconsideración por el suelo que se pisa que caracterizan al turismo al uso.
Adentrarse en estas fechas en las tierras del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara permite disfrutar de la bella paleta de colores que arrojan los bosques otoñales antes de que lleguen las nieves. El viajero podrá atravesar extensos paisajes de montaña únicos en la región, brezales, jarales, arroyos y puentes medievales de pizarra, mientras practica senderismo por algún tramo del GR-60 -un sendero circular con una longitud de 52 kilómetros que recorre los pueblos de la arquitectura negra de Guadalajara- o por alguno de los caminos de pequeño recorrido del parque.
La tranquilidad y el silencio permitirán avistar algunas especies amenazadas como lagartos verdinegros o topillos nivales, disfrutar del vuelo del águila perdicera o imaginar al lobo siguiendo el rastro del viajero por las sendas.
Una buena opción para unas pequeñas vacaciones es preparar un recorrido por este atractivo GR que discurre en torno al pico Ocejón, pudiendo pernoctar al final de cada tramo en algunos de los hermosos pueblos negros como Majaelrayo, Valverde de los Arroyos, Almiruete, Campillo de Ranas o Tomajón. Su arquitectura negra y su rico patrimonio etnográfico de cercas, taínas y corrales sorprenden.
El viajero también podrá disfrutar de las espectaculares panorámicas desde la Sierra de Alto Rey: al norte, caminando por los pinares de pino silvestre a pie del río Pelagallinas, siguiendo el Sendero de la Cueva del Oso desde Prádena de Atienza y, al sur, recorriendo los pueblos de la arquitectura dorada entre los robledales y brezales que cubren la raña. Y no hay que olvidarse de visitar el Museo de la Plata en Hiendelaencina para conocer su riqueza minera.
El GR-10 sirve de conexión con los otros dos parques naturales con los que cuenta la provincia, Barranco del Río Dulce y Alto Tajo, y atraviesa el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara por el sur de este a oeste. Las personas interesadas en geología pueden organizar una ruta partiendo de Almiruete, con sus casas negras de pizarras, para conectar con Tamajón, donde se disfrutará de paisajes kársticos y su pequeña ciudad encantada.
Siguiendo el GR-10 se recorrerá la hoz caliza labrada por el Jarama en Retiendas, las rañas rojizas de Puebla de Valles, Valdesotos, Tortuero y Valdepeñas y Alpedrete de la Sierra, con sus espectaculares paisajes erosivos de cárcavas, llegando hasta los paredones calizos del Pontón de la Oliva y el Lozoya, ya en el límite con la Comunidad de Madrid.
En el municipio de El Cardoso de la Sierra, al este, se encuentra el Centro de Interpretación del parque, donde se puede encontrar toda la información para preparar y organizar la visita. En esta zona, el viajero podrá recorrer a pie antiguos caminos vecinales para conocer pequeños pueblos serranos como Bocígano, Cabida y Peñalba, caminar por las orillas de ríos de aguas prístinas con bosquetes de abedul, como el Veguillas o el Berbellido, o practicar el montañismo ascendiendo al Cerrón, el Santuy o el Pico Lobo (2.273 metros), la cumbre de Castilla-La Mancha, recorriendo circos glaciares y pastizales de alta montaña, donde se podrán descubrir aves tan singulares como el pechiazul o el bisbita alpino.
Cuando avance el calendario y lleguen los días más calurosos del verano, el viajero podrá caminar los seis kilómetros de la Senda de Carretas, en un impresionante bosque de hayas, el Hayedo de la Tejera Negra, Patrimonio Mundial de la Unesco, un refugio ideal frente a las altas temperaturas. Desde el Centro de Interpretación del Hayedo de la Tejera Negra, también se puede pedalear por la Ruta del Río Zarzas, de 21 kilómetros, disfrutando de estos bosques, praderas y barrancos. Otra opción es recorrer a pie los 17 kilómetros de la Senda del Robledal por la que finalmente se llegará al Hayedo de la Tejera Negra, aunque este trayecto es para caminantes un poco más experimentados.
Eso sí, hay que visitar la naturaleza con responsabilidad ya que esta entraña los riesgos inherentes a su condición de medio natural y, además, se trata de medios frágiles que requieren cuidado y respeto por parte del ‘naturaleante’ que se acerque a disfrutarlos. Y también es necesario respetar la normativa sanitaria de prevención de Covid-19 y especialmente el uso de mascarillas y la distancia social de seguridad, así como limitando el número de integrantes de los grupos.
Para planificar la escapada a este enclave, antes de la visita se puede consultar el programa Vive tu Espacio por si se desea participar en alguna de las actividades gratuitas organizadas por el parque, o bien contactar con las empresas de turismo en la naturaleza de la zona, que ayudarán al viajero a descubrir, valorar y disfrutar este espacio en el que se podrá vivir, sentir, conectar y ‘naturalear’.
