Vive, siente, conecta, ‘naturalea’. Esta es la propuesta turística que ofrecen los parques naturales y nacionales con los que cuenta Castilla-La Mancha. Frente a la velocidad, masificación, consumo de recursos y desconsideración por el suelo que se pisa del turismo al uso, los valores añadidos de este tipo de destinos se centran en la salud y el deporte, el descanso, el sosiego, la calma, el respeto, la cultura, la observación, el conocimiento, la armonía hombre-naturaleza, lo esencial, natural, como saludable.
El viajero que busque esa tranquilidad podrá descubrir en la región multitud de destinos para ‘naturalear’ dado que la comunidad atesora numerosos rincones de especial riqueza medioambiental. Una de esas opciones es adentrarse en los impresionantes paisajes de montaña de las tierras del Norte, en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, recorriendo sus senderos y descansando en sus pueblos negros y dorados.
En la Alcarria Alta de Guadalajara, muy cerca de la ciudad de Sigüenza, el viajero podrá refrescarse y sorprenderse con el Parque Natural del Barranco del Río Dulce, donde el naturalista Félix Rodriguez de la Fuente trabajó y grabó algunos de sus documentales.
Se puede recorrer el parque a lo largo de un sendero señalizado, el GR-10, que sigue el curso del río Dulce entre los pueblos de Pelegrina, La Cabrera, Aragosa y Mandayona. En Pelegrina y en Mandayona, no hay que dejar de visitar los centros de interpretación del parque. Además, desde La Cabrera parte un sendero de 1,5 kilómetros apto para personas invidentes.
En la misma provincia, hacia el este, no hay que olvidarse de recorrer los senderos y descubrir el impresionante patrimonio geológico y disfrutar del otoño en los extensos bosques de pinos y los coloreados bosques de ribera del Parque Natural del Alto Tajo. Su excelente grado de conservación permite disfrutar de aves rapaces, micromamíferos, reptiles, nueve clases de anfibios y siete especies autóctonas de peces. Estos bellos parajes inspiraron a José Luis Sampedro en su novela El río que nos lleva, que narra el trabajo de los gancheros en el Tajo.
Este espacio natural protegido, situado en el Sistema Ibérico, a caballo entre el sureste de la provincia de Guadalajara y el noreste de la de Cuenca, constituye una de las cumbres de la biodiversidad castellanomanchega.
El cielo del Parque Natural de la Serranía de Cuenca, certificado como destino Starlight, es especialmente atractivo para la observación astronómica, haciendo de las noches algo mágico
Estos bosques continúan sin parar hacia el sur en el Parque Natural de la Serranía de Cuenca, a un paso de Cuenca, Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Sus bonitas y bien conservadas áreas recreativas, miradores y senderos invitan a recorrerlos en familia.
Los aficionados a las setas podrán disfrutar especialmente en estos parques, recordando hacerlo siempre de forma responsable. Además, el cielo de la Serranía de Cuenca, certificado como destino Starlight, es especialmente atractivo para la observación astronómica, haciendo de las noches algo mágico.
La protección del Parque Natural de la Serranía de Cuenca reconoce la importancia de sus masas forestales -especialmente pinares-, su diversidad florística, geológica, geomorfológica y faunística, siendo refugio de multitud de especies protegidas.
El relieve de la zona está dominado por “muelas” sobre las que se pueden apreciar los efectos del modelado kárstico, destacando las hoces y cañones, y relieves denominados tormagales, como la Ciudad Encantada de Valdecabras y Los Callejones de Las Majadas. En el parque también tiene su nacimiento el río Júcar y los principales afluentes de cabecera del Tajo, y también destacan el humedal y el complejo de la Laguna de Uña. El atractivo de estos recursos naturales se complementa con la posibilidad de realizar numerosas actividades de ocio en la naturaleza.
Si se continúa el viaje hacia el sur, en Albacete, se podrán descubrir las espectaculares formaciones hidrogeológicas y su flora especializada y endémica del Parque Natural de los Calares del Mundo y la Sima, entre las Sierras de Alcaraz y Segura. Destaca el complejo de la Cueva de los Chorros y el Nacimiento del Río Mundo. El visitante puede recorrer el parque por su extensa red de itinerarios interpretativos.
Entre las provincias de Albacete y Ciudad Real, se podrá disfrutar del atardecer con las aves en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, un espectacular complejo húmedo compuesto por una serie de lagunas encadenadas que desaguan una sobre la otra, a través de las denominadas “barreras tobáceas”. En su Centro de Interpretación, se informa al visitante de los siete itinerarios interpretativos.
Al sur de Ciudad Real, entre los valles y paisajes ganaderos del Valle de Alcudia y los extensos bosques mediterráneos y pinares que conforman la Sierra Madrona, en el Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, se puede encontrar el rastro del lince ibérico y del águila imperial entre un sinfín de fauna amenazada; y disfrutar de cielos limpios para la observación astronómica, reconocido por el destino Starlight. Además, el parque conserva una extraordinaria representación de pinturas rupestres.
Siguiendo con el recorrido, el turista de naturaleza puede aprovechar un invierno húmedo para disfrutar de la invernada de las aves en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. No hay que olvidar pasarse por el Centro de Visitantes Molino de Molemocho, desde cuyo aparcamiento el viajero podrá iniciar sus tres itinerarios autoguiados.
Fuera ya de la época de la berrea del ciervo, en Toledo y Ciudad Real, el visitante podrá disfrutar de la extraordinaria riqueza geológica, faunística y botánica que posee el Parque Nacional de Cabañeros, lugar en el que sobrevive intacto el gran bosque mediterráneo de Europa.
El viajero aún puede verse rodeado de la fauna ibérica más amenazada y contemplar fósiles de más de 500 millones de años de antigüedad. El lugar es ideal para llevar a los niños a realizar un safari fotográfico en plena naturaleza.
En definitiva, no le faltarán al viajero destinos en Castilla-La Mancha para disfrutar del sosiego y ‘naturalear’.
