Llega el horario de verano

El horario de verano comenzó en Europa en la madrugada de este domingo, cuando a las 02.00 los relojes se adelantaron a las 03.00, con el objetivo de acercar las horas de actividad a las de luz solar y coincidiendo con una reapertura del debate sobre su posible supresión después de 2026.
El 30 de marzo de este 2025 y el 29 de marzo de 2026 son las últimas fechas establecidas para la aplicación del horario de verano tanto en el Diario Oficial de la Unión Europea como el BOE, pero reina la incertidumbre respecto a lo que ocurrirá en adelante.
En la vida cotidiana, el cambio será inmediatamente perceptible en que amanecerá y anochecerá más tarde. A medida que avance la primavera, los días, que tienen ahora en España cerca de 12 horas y media, superarán las 15.
El horario de verano es una herencia de la crisis del petróleo de los años 70, cuando se consideró una medida útil para ahorrar energía. Ese planteamiento está actualmente superado por numerosos estudios, como los liderados por la organización internacional Time Use Initiative (TUI), que se ha mostrado favorable a la supresión del cambio horario y que colabora con el Parlamento Europeo en el análisis de sus efectos.
Esta semana el Parlamento celebró una conferencia en la que se retomaron las conversaciones sobre el futuro del cambio de hora, un debate que quedó interrumpido en 2020 por la pandemia.
El objetivo del parlamentario irlandés Seán Kelly, impulsor del proyecto, es que por parte de la UE esté aprobado en 2026.
Por el momento, prácticamente todo el continente europeo adelantará la hora este domingo, con contadas excepciones como Rusia, Bielorrusia, Turquía o Islandia.
Si el supuesto ahorro energético que proporciona esta medida está muy cuestionado, no lo están para casi nadie sus efectos negativos sobre la productividad laboral y la salud. Con el adelanto horario el reloj de muñeca pierde su sincronía con el reloj biológico o circadiano, que regula los procesos fisiológicos y al que le llegan señales que desconoce.
Niños y ancianos, enfermos y aquellas personas que ya padezcan trastornos del sueño serán los colectivos más afectados, según la especialista. Necesitan mucho más tiempo para adaptarse, un tiempo que puede prolongarse hasta varias semanas.