La pandemia de la COVID-19 lleva paralizando durante semanas a más de media España con el obligado confinamiento de la población en las casas y el cierre temporal de algunos negocios considerados no esenciales. Cerca de dos meses en los que, sin embargo, los voluntarios de la Asociación Provincial de Jubilados y Pensionistas San Julián-UDP Cuenca no han parado ni un instante y han continuado con su labor de acompañamiento a mayores, aunque, eso sí, de una manera muy distinta.
Obligados por las restricciones del Estado de Alarma, no han podido visitar en sus casas a los mayores que suelen acompañar a lo largo del año, pero, por supuesto, no los han olvidado y han querido seguir estando con ellos en la distancia, con el teléfono como aliado.
Justo Mora, vicepresidente de esta asociación de jubilados y pensionistas, no tiene nada más que palabras de “reconocimiento y agradecimiento” a estos cuatrocientos asociados, que conforman el Programa de Voluntariado Social de la UDP Cuenca, por “no haber dudado ni un instante en seguir acompañando a otros mayores de la provincia, ahora desde casa y por teléfono, en estos tiempos de pandemia y muerte”.
UNA LABOR MUY NECESARIA
Para Mora, la labor de estos mayores ha cobrado mayor importancia, si cabe, en este periodo de confinamiento. Y es que no hay que olvidar, según recuerda, que el Programa de Voluntariado Social está especialmente dirigido a aquellas personas mayores en situación de dependencia, que se encuentran solos y necesitan de un “amigo” que le ofrezca parte de su tiempo, su compañía, en definitiva, sentirse queridos”; algo, a su juicio, más patente y necesario en tiempos de cuarentena, donde la soledad se magnifica en los hogares de estos mayores.
Soledad que, según recalca, los voluntarios intentan mitigar de alguna manera con esa llamada diaria por teléfono preguntándole cómo está, charlando de sus temas y, en consecuencia, ayudándole a superar ese día a día, ahora más duro al no tener oportunidad alguna de compartir su tiempo con alguien.
Pero la entrega de estos voluntarios, bajo la coordinación de Gloria Jara Martínez, no se limita a estos contactos telefónicos, sino que va más allá y, a pesar de pertenecer al principal grupo de riesgo de esta pandemia, no dudan, en caso de ser necesario, en hacer otro tipo de gestiones para el usuario, como por ejemplo ir a por medicamentos a la farmacia o, incluso, hacerles la compra. “El caso es que no se quede desatendido”, afirma.
Y es que, en opinión del vicepresidente, estos voluntarios son muy conscientes de lo difícil que tiene que estar siendo para estos mayores pasar el confinamiento y creen que hay que hacer todo lo posible para ayudarles, porque la soledad es muy mala consejera y, por supuesto, nada aconsejable.
Eso sí, las limitaciones marcadas por el Estado de Alarma han impedido a estos voluntarios seguir atendiendo a los más de trescientos mayores de toda la provincia incluidos en este programa, entre otros motivos, porque la gran mayoría se encuentran en residencias o centros sanitarios. Eso sí, en torno a un centenar de beneficiarios, que residen en sus domicilios particulares, sí están recibiendo esta atención telefónica que, sin lugar a dudas, se ha convertido en todo un alivio dentro de esa monotonía diaria entre las cuatro paredes de su casa.
No es de extrañar, por lo tanto, que Mora asegure que todos, voluntarios y beneficiarios, estén deseando que esta pesadilla termine cuanto antes y la normalidad regrese a sus vidas, pudiendo compartir una vez más esos paseos, actos sociales y, en definitiva, esos momentos de compañía mutua que tanto ayudan y reconfortan.