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Voluntariado para hacer más fácil la vida de nuestros mayores

Unos 500 voluntarios de Cruz Roja de toda la provincia les acompañan para que puedan realizar tareas tan cotidianas como ir al supermercado, al banco o al médico
Además de los quehaceres cotidianos, otra atractiva actividad de acompañamiento son los Paseos Saludables que han comenzado este mes de mayo.// Fotos: Saúl García
17/05/2018 - N.Lozano

“Nosotros les ayudamos pero ellos a nosotros nos ayudan mucho más”. Es el testimonio de Olga Martínez, estudiante de Terapia Ocupacional de 21 años y voluntaria de Cruz Roja Cuenca. En la actualidad trabaja en el Programa Marco de Atención a Personas Mayores de la organización, un instrumento cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas que superan los 65 años. Más de 500 voluntarios en la provincia se dedican a este fin.

El Programa no solo contempla actividades informativas, de ocio, sensibilización, o formación, sino un aspecto vital para muchos usuarios como es el acompañamiento en tareas cotidianas. Como explica la técnico de Mayores de Cruz Roja Cuenca, Elena Gómez, se trata de mejorar su capacidad para que lleven una vida autónoma, para que puedan seguir saliendo de su casa y aprendan a desenvolverse en base a sus limitaciones. “Lo que los voluntarios les aportan es confianza y seguridad”, apunta Gómez.

Son personas que viven solas o en residencias, algunos de ellos con la familia muy lejos. “No cuentan con nadie en su día a día y para ellos es muy importante tener a alguien que les ayude a algo tan simple como leer una carta o una nota informativa”. Según afirman desde Cruz Roja, es también una manera de evitar la soledad, ya que de no ser por este servicio muchos no se atreverían a salir de casa, ni tendrían con quien relacionarse.

Los proyectos que atienden a este colectivo en su propio domicilio incluyen además gestos tan frecuentes en el quehacer diario como ir al banco, hacer la compra y, sobre todo, asistir a las consultas médicas. El año pasado se beneficiaron de esta iniciativa 430 personas, la mayoría mujeres, y se realizaron casi 2.000 intervenciones. “Hay mayores que llegan de distintos puntos de la provincia y se encuentran solos y no saben ni a dónde ir porque no conocen Cuenca”, explica la técnico. Para acabar con esta situación, que por desgracia sucede a menudo, los voluntarios los reciben en la zona de ambulancias, les acompañan a la consulta, pasan allí con ellos el tiempo necesario- a veces más de 4 o 5 horas- y después los vuelven a llevar al punto de partida.

Voluntariado para hacer más fácil la vida de nuestros mayores

GANA LO BUENO

La voluntaria Olga Martínez sabe muy bien lo necesario que es este tipo de acompañamiento. Reconoce que su primera experiencia con mayores fue “muy dura”. Tuvo que acompañar a Saturnino, uno de los usuarios que recuerda con más cariño, al otorrino. “Pensé que era algo rutinario, pero le habían detectado un tumor y los sanitarios nos lo contaron a mi compañera y a mí porque no tenía familia y no querían que él lo supiera. Lo pasé muy mal”.

Olga afirma que “desde que acompaño a las personas mayores me he dado cuenta de lo necesario que es. Yo siempre he visto como mi madre iba con mi abuela al médico pero, ¿qué ocurre con aquellas personas que no tienen a nadie?”. En este sentido, insiste en la importancia de concienciar a la sociedad. También a los profesionales sanitarios, ya que algunos de ellos no conocen su labor y no entienden qué hacen los voluntarios en las consultas. Al respecto, desde Cruz Roja Cuenca ya han mantenido reuniones con los trabajadores sociales del Hospital Virgen de la Luz para que les ayuden a difundir esta tarea.

Para esta joven voluntaria pesan más los buenos momentos que los malos. “Es muy gratificante cuando te dicen que sin tu ayuda no hubieran podido ir a la consulta. La parte amarga es cuando tú te vas y ellos se quedan solos con su problema o su enfermedad, pero aún así gana siempre lo bueno”, subraya.

Por eso se queda con anécdotas como la de una señora con demencia que vivía en una residencia y nunca quería ir al hospital, “hasta que empezamos a ir con ella y cuando nos veía simulaba tocar las castañuelas de alegría”.

Personalmente, el voluntariado con mayores también ha cambiado a Olga. “Ahora soy más fuerte, aprendo mucho de todo lo que me cuentan de sus pueblos, de cómo era antes la vida, de lo trabajadores que han sido, o la historia que tienen detrás. Ellos te ayudan a ti mucho más que tú a ellos”.

Pide a los jóvenes como ella que se animen a dar el primer paso y a colaborar en este tipo de proyectos. “Tenemos mucho tiempo muerto que a veces no empleamos en nada y qué mejor que utilizarlo para ganar en experiencias que además te hacen ser mejor persona”,