La vida escolar puede convertirse en un infierno para los que sufren acoso por parte de sus propios compañeros. En lo que va de curso, se ha intervenido con 25 alumnos (22 víctimas y tres acosadores) en los centros de la provincia de Cuenca, según la información facilitada por la Dirección Provincial de Bienestar Social.
De estas 25 intervenciones, una ha sido por ciberacoso y otra por un caso en el que se daba maltrato tanto en las redes sociales como en el entorno escolar. En el resto, los conflictos han tenido lugar en los centros.
Según Bienestar Social, diez alumnos fueron derivados por el centro escolar; seis, por petición propia; otros seis, por los servicios sociales de Atención Primaria; y tres, por la línea de Atención a la Infancia.
El programa #Tú Cuentas, de la Consejería de Bienestar Social de Castilla-La Mancha, persigue la detección precoz para que se pueda dar la voz de alarma ante los primeros síntomas, la intervención inmediata profesionalizada y la sensibilización hacia el fenómeno.
Para incidir en la prevención, se desarrollan charlas sobre esta materia en Primaria, en los cursos de tercero a sexto, y en Secundaria, en primero y segundo. Ya se han llevado a cabo en 32 colegios y en 19 institutos de la provincia.
El programa cuenta con atención telefónica gratuita 24 horas a través del 116111. Además, también dispone de un chat de atención a
Programa de alumnado ayudaE n el acoso, lo fundamental es prevenir”, recalca Víctor Molina García, director del IES Lorenzo Hervás y Panduro de Cuenca. Por eso, el centro cuida mucho un programa de alumnado ayuda que llevan desarrollando desde hace 15 años y que se ha convertido en una suerte de “observatorio de la convivencia permanente” en el instituto. La iniciativa es global y funciona desde primero de ESO hasta segundo de Bachillerato.
Los estudiantes más sensibilizados en ayudar a los demás son preparados para saber reconocer situaciones que pueden derivar en acoso y para intervenir en pequeños conflictos que puedan ocurrir entre el alumnado. “Son personas voluntarias que vemos que pueden hacer bien ese papel de prevención. Les formamos, nos reunimos con ellos periódicamente y nos cuentan qué está sucediendo en el centro para buscar soluciones”, detalla.
Estos alumnos complementan el trabajo de observación que hace un profesorado que, según destaca Molina, está cada vez mejor formado y más sensibilizado para detectar “cualquier cosa que apunte a una situación de preacoso”. “Los tutores, que conocen más a los chicos, también trabajan este tema”, añade.
Además, cuentan también con una red de docentes y alumnos mediadores, que actúan en aquellos casos que no llegan a ser acoso pero en los que hay un deterioro de las relaciones personales.
El responsable del instituto incide en que en los casos del conocido como “acoso social”, que trascienden del ámbito escolar porque se dan a través de las redes sociales, es más difícil intervenir. No obstante, se intenta formar a todos los alumnos para que sepan reconocer lo que es el ciberacoso y ponerle nombre cuando suceda “porque a veces no se dan cuenta de que lo es”. “Este tipo de acoso se escapa más. Es más difícil detectarlo aunque al final nos acabamos enterando”, advierte.
En esta dirección, también hay un programa conjunto de los ministerios de Educación y del Interior, el Plan director para la convivencia y mejora de la la seguridad en los centros educativos y sus entornos, que contempla, entre otras actuaciones, charlas sobre ciberacoso impartidas por agentes. También implica una colaboración más estrecha con Policía Nacional y Guardia Civil por si los centros necesitan ayuda.
“Es un tema complejo”, reconoce Molina. “Lo importante es que pierdan el miedo a contarlo y que nadie permanezca indiferente”, añade. En esta línea, resalta que la actitud de “los espectadores, es decir, toda la comunidad educativa, es imprescindible” para evitar que haya situaciones que acaben complicándose derivando en un caso de acoso.
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