Aunque comenzó con un retraso en la maduración, los truficultores esperan alcanzar este año una producción superior a la de la campaña pasada aunque algo menor a lo esperado. No obstante, la calidad está siendo buena y los precios están al alza.
La temporada comienza oficialmente a partir del 1 de diciembre aunque los truficultores ya empiezan a pasarse por sus terrenos a partir del 15 de noviembre para que los perros empiecen a tantear. Por lo general, se prolonga hasta el 15 de marzo.
La campaña arrancó más tarde de lo habitual, cuenta el conquense Julio García Rojas, miembro de la Asociación de Truficultores de Castilla-La Mancha. “Durante los primeros 15 días de noviembre y parte de diciembre, gran parte estaba bastante verde, más que otros años. Prácticamente hasta ahora no ha hecho frío y eso ha hecho que se retrase un poco la maduración de la trufa”, explica, puntualizando que en otras campañas, por esas fechas ya solían estar maduras.
El truficultor considera que no habrá una “producción importante, aunque será mejor que la del año pasado”. De todas formas, matiza que todavía es pronto para hacer un balance de la campaña ya que a partir de mediados de enero podría recolectarse gran cantidad aún.
García Rojas, que tiene su plantación en Albalate de las Nogueras, apunta a que el verano fue poco lluvioso, lo que ha tenido repercusiones en la trufa, que necesita agua en primavera para germinar y a la que también le vienen bien las lluvias de verano para continuar desarrollándose. Además, requiere de bajas temperaturas en otoño para que termine de madurar.
REQUIERE AGUA
Dados los requisitos de agua que tiene este cultivo, este productor explica que la mayor parte de los que apuestan en la actualidad por la trufa optan por el regadío, para asegurarse unos mínimos de producción y un tamaño aceptable de las trufas dado que cada vez llueve menos. En su caso, dispone de un terreno que cuenta con unas 2.000 encinas –las puso hace veinte años, “cuando se hacían las cosas de otra manera”– aunque solo tiene en explotación unas 300. “Los agricultores de la asociación ya las ponen de regadío porque hoy en día es indispensable el agua por las sequías”, añade García Rojas.
Excluyendo la recolección silvestre, las principales zonas de truficultura en la provincia de Cuenca se encuentran en La Serranía Alta y Baja (en pueblos como Cañete, Salinas del Manzano y Campillos-Paravientos, entre otros); en La Alcarria conquense (en Albalate y Cañamares.); en El Campichuelo (Mariana y Sotos, fundamentalmente) y en La Manchuela (sobre todo en Motilla del Palancar).
La superficie plantada en estas comarcas alcanza alrededor de 200 hectáreas, lo que supone unas 50.000 encinas. La producción anual media aproximada se sitúa entre 1,5 y 2 toneladas, aunque es muy variable según las zonas y los años.
Desde la asociación regional calculan que entre 150 y 180 truficultores se dedican en la provincia de Cuenca a esta actividad, poco profesionalizada aún y sumergida en muchos casos.
TRUFA SILVESTRE
Sergio Abarca, de la firma Savia Ecoturismo, también apunta que la producción está siendo mayor que en la campaña pasada, aunque matiza que el año anterior hubo una mala cosecha, “la peor que se recuerda”. “Las lluvias de finales de mayo y junio le han venido bien a la trufa aunque no es para tirar cohetes”, sostiene.
En relación con la trufa silvestre, reconoce que está bajando la producción en los montes truferos porque cada vez llueve menos aunque este año, señala que está siendo de buen tamaño y calidad. En contraposición, se están poniendo más plantaciones de regadío. “La provincia reúne todos los factores para el desarrollo de las trufas”, asegura.
La firma también se dedica al trufiturismo, ofreciendo actividades a la carta para grupos reducidos con el fin de dar a conocer esta actividad. Por lo general, se visita un aprovechamiento silvestre y una plantación de trufa negra para que puedan conocer en primera persona la labor del truficultor y sus perros adiestrados, fundamentales en la recolección del llamado “oro negro”.
Los precios son entre un 20% y un 30% superiores a los del año pasadoLa calida de la trufa negra está siendo buena este año, algo que también se está notando en los precios, que suelen alcanzar durante la temporada navideña su máximo pico. En esta campaña, han sido entre un 20% y un 30% superiores a los del año pasado por estas fechas festivas, habiéndose llegado a pagar hasta los 1.000 y 1.500 euros en el caso de los ejemplares de buena calidad, de mayor tamaño y sin imperfecciones, según explica el conquense Julio García Rojas.
No obstante, a partir del día de los Reyes Magos el precio comienza a bajar dado que la demanda se estabiliza, señala este truficultor, que destaca la calidad de los ejemplares de este año.
“Hay más demanda que oferta”, señala por su parte Sergio Abarca, quien explica que se están manteniendo unos precios superiores a los del año pasado porque hay zonas del país en los que la campaña está siendo mala. Sin contar el pico alcanzado durante las Navidades, habla de un precio medio de 800 euros por kilógramo.
De todas formas, aboga por hablar de precios por gramo en lugar de por kilógramos, al igual que se hace con el azafrán, dado que se tiene esa referencia porque se tiene en cuenta al mercado mayorista “pero una familia solo necesita unos gramos de trufa para preparar un buen plato”.
IMPULSO A LA SERRANÍA
En relación con la parte económica del cultivo, el productor García Rojas aprovecha para poner en valor la truficultura, una actividad que considera que puede contribuir a impulsar la actividad económica en la provincia de Cuenca, especialmente en las zonas de La Serranía, las más afectadas por la despoblación.