Durante años, José Luis Muñoz fue recopilando información sobre el trasvase Tajo-Segura cuando trabajaba como periodista. Ya jubilado, toda esa documentación sobre sentencias, acuerdos y protestas, entre otras cuestiones, le ha servido como material para preparar un libro que hace un recorrido por la historia de esta gran obra hidráulica pero contada desde la óptica de la cuenta cedente de agua, lo que afecta a la provincia de Cuenca.
“La bola del trasvase ha ido creciendo”, reconoce el escritor y periodista, que ha presentado esta propuesta de publicación a la Diputación Provincial, aunque aún no ha obtenido respuesta. No obstante, avanza que si no obtiene el respaldo de la institución, buscará otras alternativas para que el libro vea la luz.
El título provisional de la publicación es ya toda una declaración de intenciones: El trasvase Tajo-Segura. Un expolio continuado amparado por las leyes. En este sentido, para Muñoz era importante mostrar la historia de esta infraestructura, que echó a andar en 1979, desde el punto de vista de Castilla-La Mancha dado que, el otro lado, el de las comarcas receptoras del sureste español, ya ha contado su versión en múltiples publicaciones que han recogido las peticiones de los usuarios y regantes de estas zonas.
Sobre estas exigencias crecientes por parte de las comarcas levantinas, el escritor deja claro que no se trata de impedir su desarrollo económico pero hace hincapié en que ha sido en detrimento de las comarcas de los embalses de cabecera.
CONTRASTE
Y pone un ejemplo de la doble consecuencia que ha tenido esto: por un lado, la parte que cede el agua “está seca y despoblada” mientras que, por otro, la que la recibe, se queda con los beneficios económicos y crece en habitantes. “El problema es para la cabecera”, afea.
Reflexiones que planean en este libro que arranca con un capítulo introductorio que describe de modo general la política del agua en nuestro país, deteniéndose después en el proceso que dio lugar a este trasvase aprobado por Franco en 1971, las características de la obra y la exposición cronológica de la evolución de esta infraestructura que deriva agua del río Tajo desde los embalses de Entrepeñas (Guadalajara) y Buendía (Cuenca) hasta el río Mundo, afluente del Segura, a través de los embalses de Alarcón y Talave. Un sistema que, recuerda Muñoz, se planteó en la década de los setenta para dar solución a un problema puntual pero que se ha mantenido desencadenando una “guerra del agua”. “Es tremendo”, lamenta.
“El sureste de España necesita un agua que no existe”
Como curiosidad, Muñoz recuerda que la ley de 1971 que supuso el punto de partida al trasvase se denomina de aprovechamiento “conjunto” Tajo-Segura, una reciprocidad que a su juicio no ha sido tal y que ha supuesto en la práctica un desarrollo desigual de las comarcas cedentes y receptoras. “El sureste de España necesita un agua para su agricultura, sus campos de golf... que no existe”, reflexiona.
En contraposición, La Alcarria conquense se ha quedado despoblada. “No se ha hecho el esfuerzo conjunto para que se desarrollara”, considera, al tiempo que reflexiona acerca de la caída del turismo que se movió en los pueblos de la cabecera durante un tiempo pero que desapareció “en cuanto vieron que no había agua”.
Muñoz es consciente de que el fin del trasvase es una “utopía” pero cree que la decisión del Gobierno central de asegurar unos mínimos ecológicos para garantizar la supervivencia de los ríos ya está teniendo unos efectos positivos en nuestra tierra aunque ha provocado la protesta en el sureste español. “Parece que no les importa la situación de la cabecera. No se plantean que el Tajo se pueda secar”, sentencia.