Una calurosa mañana de junio de hace cinco años, José Olivares Montalvo, oficial de primera de conservación de carreteras en Cuenca, se encontraba más cansado de lo habitual en su puesto de trabajo aunque no le dio mucha importancia. Pero a la tarde, cuando se tumbó en casa para descansar, comenzaron los sudores fríos, la tiritera e incluso unas décimas de fiebre. Acudió a Urgencias y el diagnóstico fue claro: había sufrido un golpe de calor y le dieron cuatro días laborables de baja laboral.
“Cuando empecé a sentirme mal me di cuenta enseguida de que había sido por el calor”, rememora este trabajador –ahora con 54 años–, que reconoce que desde entonces extrema las precauciones en el tajo durante los meses más cálidos con el fin de prevenir los riesgos que pueden entrañar las altas temperaturas.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya ha advertido de que España se enfrentará a un verano mucho más cálido de lo normal. Si este aumento de temperaturas tiene consecuencias para toda la sociedad, los riesgos se multiplican para las personas que trabajan en el exterior en sectores como el mantenimiento de carreteras, la agricultura, la prevención de incendios y la limpieza viaria.
Para minimizar los riesgos, las empresas deben poner en marcha diferentes medidas que reduzcan el impacto en la salud de estos empleados que desempeñan sus tareas a la intemperie. Una de las acciones más recurrentes es la adaptación de la jornada durante el periodo estival. En el caso de Olivares Montalvo y sus compañeros, la propuesta es adelantar el comienzo del trabajo a las seis de la mañana para terminar a las dos de la tarde, en lugar de siete a tres. “Aunque tampoco soluciona mucho porque hay días en los que a las doce hace mucho calor”, considera, añadiendo que a eso hay que sumarle que el asfalto desprende tal temperatura que el infierno es aún mayor.
Adaptaciones de jornada para entrar y salir antes, hidratación continua y descansos adaptados a las tareas que se realizan son algunas de las medidas para minimizar riesgos
La empresa también les proporciona protección solar y gorras aunque ellos optan por llevar sombreros de paja para estar más protegidos frente al sol. “Y agua que no falte y estar muy pendientes unos de otros”, añade, relatando que también procuran siempre que es posible dejar la furgoneta con el motor en marcha para poder tener el aire acondicionado encendido y que los trabajadores puedan refugiarse allí durante las pausas en el tajo.
En cuanto a la ropa, el uniforme y el calzado son más livianos en verano y disponen de camisas de manga corta aunque ellos las prefieren de manga larga para evitar quemarse si tienen que recoger algún elemento de la calzada como, por ejemplo, un fragmento de quitamiedos, que llegan a alcanzar unas temperaturas extremas. Si el objeto no ha quedado en una zona que pueda comprometer la seguridad de la vía, se podría retirar al día siguiente por la mañana temprano pero en otros casos no queda más remedio que recogerlo en el momento, independientemente de la hora de que se trate.
Para Olivares Montalvo, que es delegado de personal en su empresa, falta “concienciación seria” de los servicios de salud respecto a esta cuestión. En este sentido, apunta que se ofrecen medidas en general para toda la plantilla sin tener en cuenta que deberían adaptarse a las características de cada trabajador y pone como ejemplo que una persona con hipertensión es más vulnerable al calor.
Otro de los sectores más vulnerables a las altas temperaturas es el de la construcción. Pedro Bustamante Jiménez, de 48 años y que tiene su propia empresa, explica que durante el periodo estival también ajustan la jornada, entrando a trabajar a las seis y media de la mañana y, siempre que es posible, durante los días más tórridos realizan faena en el interior en lugar de en el exterior. Durante todo el tiempo que lleva trabajando, dice que solo recuerda una ocasión en la que un chico sufrió un golpe de calor aunque no fue grave.
Aunque hay colectivos como el de los bomberos forestales que tienen menos margen de maniobra para sortear las altas temperaturas con ajustes de jornadas dado que deben intervenir en tareas de extinción sea la hora que sea. Es más, cuando el calor es más intenso, es cuando hay más posibilidades de incendio. No obstante, estos profesionales también siguen una serie de recomendaciones para prevenir posibles riesgos. “Es muy importante que estén hidratados. Deben ir bebiendo agua poco a poco aunque no tengan sed en lugar de hacer una gran ingesta de una”, aconseja Francisco Javier Martínez Martínez, técnico en prevención de riesgos laborales de Geacam en Cuenca. De hecho, en la campaña del pasado año, hubo un bombero forestal que sufrió falta de hidratación “aunque no llegó a catalogarse como golpe de calor”.
En los momentos en los que no se está interviniendo directamente en labores de extinción, se recomienda estar protegido de la incidencia del sol. Asimismo, también se aconseja realizar pausas adecuadas tanto al tipo de tarea que se esté realizando como a la capacidad del trabajador y, en las horas más calurosas, no se debe llevar a cabo preparación física o, al menos, que no sea tan exigente.
Y ante cualquier síntoma como mareos o sudor frío, se debe poner inmediatamente en conocimiento de los compañeros o de un superior para tomar medidas.
Para reducir los riesgos, los trabajadores han recibido formación sobre esta cuestión y se elaboraron unos trípticos informativos con recomendaciones para hacer frente a las altas temperaturas y con los síntomas de un golpe de calor o de una falta de hidratación, explica el responsable.
Carlos Martín Martín, de 42 años y trabajador en la base de Prado de los Esquiladores de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), pone el acento en la importancia de que se haga una evaluación de riesgos adecuada, con la participación de los empleados, que son los que mejor conocen los peligros.
Tener una buena hidratación, llevar protector solar y, en las horas de máximo calor, ir alternando la faena con descansos a la sombra para no llevar al cuerpo al límite son algunas de las medidas en su sector. En el caso de la ropa, los equipos de protección individual que necesitan para protegerse de las llamas son una fuente más de calor.
Desde CCOO Cuenca hacen hincapié en la importancia de planificar bien las tareas para reducir los riesgos por calor, que provoca efectos a corto y largo plazo en la salud de los trabajadores
En cuanto a situaciones delicadas por las altas temperaturas, Martín Martín recuerda un ocasión en la que trabajadores de su base se desplazaron a Andalucía para participar en tareas de extinción y buena parte del equipo sufrió molestias como mareos, náuseas y fatiga. “No estábamos en condiciones de trabajar”, rememora.
Aunque apunta que “queda mucho por hacer aún” para minimizar los riesgos en este colectivo, reconoce que se tiene más conciencia del alto desgaste que supone un trabajo como la extinción de incendios.
Desde CCOO Cuenca, su secretaria general, María José Mesas, hace hincapié en la importancia de ajustar las jornadas y planificar bien las tareas para reducir los riesgos de las plantillas, alertando de los efectos a corto y largo plazo que tiene estar expuesto a calor sobre la salud de los trabajadores. A juicio de la responsable, “no existe una legislación clara” sobre las medidas para minimizar los peligros.
UMBRALES DE RIESGO
Con el fin de reducir los efectos potenciales sobre la salud asociados al calor en toda la población, el nuevo sistema de alertas por altas temperaturas en Castilla-La Mancha introduce información diferenciada por zonas de meteosalud ya que los umbrales de riesgo no son los mismos en todos los territorios. En el caso de la provincia de Cuenca, se establecen tres puntos –antes solo había un observatorio– en las comarcas de La Alcarria, La Serranía y La Mancha conquenses. Las temperaturas máximas se situarán entre 36; 36,6 y 38,3, respectivamente.