Taxista rural, un oficio en declive
Ana Belén Delgado lleva más de 23 años como taxista en la provincia de Cuenca. Para desempeñar su labor cuenta con dos vehículos, uno de cuatro plazas y otro de nueve. Su ámbito de actuación abarca Huete, una localidad de cerca de 2.000 habitantes, y Los Valdecolmenas, con casi 1.000. Delgado es una de las pocas mujeres en un sector predominantemente masculino.
La falta de trabajo en estas zonas le obliga a mantener parado uno de sus dos coches. Su servicio más habitual es la asistencia en carretera, trasladando a personas que se han quedado tiradas en alguna vía. “Es lo único que nos da trabajo”, asegura Delgado, quien ha sido testigo de una progresiva caída del gremio desde que comenzó hace más de dos décadas.
Lino Lozoya, taxista desde 2006 en Casas de Fernando Alonso (1.100 habitantes), tiene una experiencia similar. El 90% de sus servicios consiste en trasladar a pacientes que han sufrido accidentes laborales, trabajando con mutuas colaboradoras de la Seguridad Social. Su carga laboral es irregular: “Hay semanas que no tengo nada y otras que me salen dos o tres servicios a Madrid”, relata.
El principal problema para los taxistas rurales sigue siendo la despoblación. “Como no haya gente, no hay trabajo”, coinciden Delgado y Lozoya. Sin embargo, existen temporadas altas, como desde marzo hasta septiembre. Para Delgado, Semana Santa y los meses de verano suponen un incremento del trabajo gracias al retorno de vecinos a los pueblos de origen. Durante estas fechas, su marido la ayuda a cubrir la demanda con los dos vehículos, aunque el resto del año él trabaja en una fábrica.
La mayoría de los clientes son personas mayores, muchos de ellos fieles desde hace años, que por diversas circunstancias han dejado de conducir. La media de edad ronda entre los 50 y 60 años.
Rutas escolares
Desde 2021, la Ley de Despoblación del Gobierno de Castilla-La Mancha permitió a los taxistas ampliar la capacidad de sus vehículos hasta nueve plazas. Esta medida posibilitó que pudieran optar a realizar rutas escolares, acercando a niños y niñas de áreas rurales a sus centros educativos. Según Marino Griñán, presidente de la Asociación Provincial de Taxistas de Cuenca (Acutax), esta medida ha sido “un pequeño alivio”, aunque insuficiente: “No es un servicio con el que se pueda vivir”, asevera.
Delgado, por el momento, no se plantea entrar en este ámbito, aunque no lo descarta si la demanda sigue bajando. Lozoya tampoco lo considera, ya que en Casas de Fernando Alonso existe un colegio y los servicios están adjudicados a empresas de autobuses.
Actualmente, la Junta dispone de 25 rutas que utilizan vehículos de nueve plazas o menos, considerados taxis. De ellas, seis utilizan los convencionales de cinco plazas. Además, 15 rutas gestionadas por la Consejería de Fomento prestan servicio a 135 alumnos con 40 vehículos, según datos del Gobierno regional.
Bajada de licencias
La falta de trabajo y los cambios en el sector han provocado una caída en el número de taxistas rurales. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la provincia de Cuenca había 177 licencias, mientras que actualmente solo hay 160 activas. De ellas, 35 corresponden a la capital y 125 a taxistas rurales, lo que supone una reducción del 9,6% en los últimos cinco años.
El futuro del gremio parece incierto. Lozoya descarta que su hijo continúe con el oficio: “Si yo viera que el taxi funciona, lo tendría cuando quisiera”, explica. Desde Acutax, solicitan a la administración que les permitan realizar otros servicios, como el transporte de pacientes en diálisis, para incrementar el volumen de trabajo en zonas donde los taxis son “un servicio social indispensable”.
“Los taxis siempre han estado ahí, pero llegará un momento en que no estén. En las zonas rurales, además de ser un servicio público, han sido un apoyo para la comunidad”, concluye Griñán.