La cosecha del girasol ya se encuentra a pleno rendimiento en la provincia de Cuenca y las primeras estimaciones hacen pensar a los productores en una buena campaña. Al menos así lo ha puesto de manifiesto a esta redacción el secretario general de Asaja Cuenca, Manuel Torrero, quien justifica esas buenas perspectivas en la excelente pluviometría registrada durante la primavera, las tormentas del verano y las temperaturas suaves del finales de agosto, que han favorecido la nascencia de la planta, su desarrollo y la maduración de la pipa.
Aunque los primeros rendimientos obtenidos en la comarca manchega de Honrubia, hace ahora un par de semana, no hacían presagiar nada bueno, según ha ido transcurriendo la siega el panorama ha ido cambiando hasta llegar a unas buenas cifras de producción, tal y como destaca Torrero, quien hace hincapié en los buenos rendimientos del girasol sembrado entre el 10 y el 20 de mayo.
En este sentido, tras dos semanas de siega, desde Asaja Cuenca se habla de unos rendimientos medios que se sitúan en la horquilla de los 800 y los 1.000 kilos por hectárea; cifras bastante mejores que las registradas el pasado año, entre otros motivos, porque, tal y como remarca Torrero, “se trató de una campaña tremendamente mala”. No en vano, las previsiones iniciales indican que la producción de girasol de este año en nuestra provincia supere entre un 15 y un 20 por ciento la media de los últimos años y en un 40% la del año pasado.
descenso de la superficie
Cálculos que hacen estimar que la producción final vaya a oscilar entre las 105.000 y las 110.000 toneladas, si se tiene en cuenta que este año se ha destinado a este cultivo oleginoso en nuestra provincia una superficie total de 125.077 hectáreas. Cifra que, tal y como enfatiza Torrero, viene a corroborar la tendencia a la baja que viene experimentando este cultivo en la provincia y que en los últimos tres años ha visto reducir su presencia en unas 12.000 hectáreas.
Detrás de esta evolución se encuentra, a juicio del secretario general de Asaja Cuenca, la baja rentabilidad del girasol después de varias campañas con escasa productividad, en torno a los 600 kilos por hectárea e, incluso, menos, “y eso pasa factura, sin duda”. A ello hay que sumar los bajos precios de comercialización que ponen en entredicho la rentabilidad de las explotaciones agrarias y, por si eso fuera poco, los importantes daños que provoca la caza mayor en aquellas parcelas cercanas a zonas de monte. Circunstancias éstas que cada vez van restando más atractivo a este cultivo para los agricultores conquenses, que comienzan a buscar otras alternativas, a pesar de que nuestra provincia continúa siendo la mayor productora de girasol de Castilla-La Mancha, aglutinando más del 75% de la producción regional.
No obstante, el campo conquense afronta este año una buena campaña de girasol, que, según Torrero, se va a alargar en el tiempo, hasta mediados de octubre o, incluso, más allá, por las condiciones meteorológicas de este año, que están propiciando una maduración del fruto mucho más lenta de lo habitual.
PRECIOS
El campo conquense tiene una difícil papeleta. A los bajos precios del cereal hay que añadir los del girasol, que, en palabras de Torrero, se encuentran en una situación de “difícil justificación”.
Y es que, desde Asaja Cuenca, ven en este escenario “unas posibles maniobras intencionadas para contener los precios en el mercado nacional, por parte de tres grandes empresas que controlan la compra y molturación de la pipa en España, a lo que se suman la firma de muchos contratos plurianuales de precampaña, por parte de cooperativas, a precios muy bajos, nada parecidos a la realidad del mercado español.
Es más, para Torrero, esto queda más que patente si se echa un vistazo a los precios europeos, que están muy por encima de los de nuestro país y, además, marcan una diferencia de al menos 50 euros entre el aceite alto-oleico y el linoleico; algo que no se da en nuestro país.
Por ello, Asaja apuesta por exigir que se contemplen en los contratos de compra-venta de girasol los costes de producción, que estiman en torno a los 330 euros por hectárea, garantizando de esta manera una mínina rentabilidad al productor.