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La Serranía de Cuenca, laboratorio del clima

El monte de utilidad pública de Los Palancares y agregados ha servido como banco de pruebas para demostrar la relación entre las oscilaciones de temperatura en las capas altas de la atmósfera y en la superficie del Atlántico
La Serranía de Cuenca,  laboratorio del clima
16/02/2018 - M. Jiménez

La interacción entre la oscilación del Atlántico Norte (NAO) y la AMO (Oscilación Multidecadal Atlántica), que se generan en las capas altas de la atmósfera y a nivel de la superficie del mar, respectivamente, condicionan tanto la existencia de periodos de sequía como la productividad y crecimiento de los ecosistemas en la Península Ibérica.

Esa es una de las principales conclusiones que recoge el trabajo auspiciado por el Grupo de Ecología y Restauración Forestal de la Universidad de Alcalá de Henares y su trabajo liderado por Jaime Madrigal, investigador del Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá. En dicho estudio han participado también expertos de las universidades de Castilla-La Mancha, Ginebra y el País Vasco.

Publicado recientemente en la revista de impacto ‘Nature Communications’, dicho trabajo se sustenta en los proyectos de Ordenación de Montes que se realizan desde finales del siglo XIX con una periodicidad de diez años.

Entre los registros más antiguos analizados para esta investigación, destacan diez planes de Ordenación de la Serranía de Cuenca, y en concreto, del monte de utilidad pública Los Palancares y agregados, a través de los datos de la estación meteorológica de Cuenca capital, datando los más antiguos de 1894 y los más modernos, de 2005.

A ellos se unen los recogidos en zonas de estudio que siguen el mismo patrón de gestión en los Montes de Valsaín y Cuéllar, en Segovia; Navahondona, en Cazorla; Rascafría y el Puerto de Navacerrada, en Madrid, y Valladolid, todos ellos ubicados en zonas de pinar gestionadas con un “registro amplio”, ya que, recuerda el experto, “normalmente los proyectos de Ordenación se hacían sobre pinares, que eran las masas más comúnmente manejadas”.

Todos ellos han sido elegidos, según Madrigal, por tener una trayectoria “de gestión muy larga, lo que les permite aportar datos muy fiables, muy robustos y extraordinarios a escala de paisaje forestal de algo más de un siglo” y los convierte en “perfectos y especiales”.

Este estudio internacional que permitirá predecir periodos de sequía o inundaciones se sustenta en los proyectos de Ordenación de Montes de la Serranía que se realizan desde finales del siglo XIX

Se trata de “miles de datos” que incluyen información relacionada con el crecimiento, la altura o el diámetro del árbol hasta la altura y densidad de la copa, si ha habido procesos erosivos en el monte, si se ha realizado una posible regeneración de pino laricio complicada en el actual contexto de cambio climático, así como los usos que se han llevado a cabo.

Con todo, la novedad de esta investigación, está, según Madrigal, en que es “la primera vez que se vinculan estos dos fenómenos de NAO y AMO”, dos modos climáticos que presentan oscilaciones de entre cinco y diez años el primero y de entre treinta y cuarenta años entre sus fases positiva y negativa.

“Nos hemos dado cuenta de que, para entenderlos, hay que incluir esa interacción, que hace que la NAO tenga un efecto u otro en las precipitaciones y temperaturas atendiendo a cómo esté el océano, si más caliente o más frío”.

De esta forma, teniendo en cuenta que ambos fenómenos son “muy predecibles, suponiendo que no cambien”, estas conclusiones permiten a los investigadores “predecir en un futuro a medio plazo cuáles van a ser los periodos críticos de sequía por ejemplo”.

En este punto, el trabajo revela que estos periodos críticos se dan cuando el Océano Atlántico “está muy caliente, que sería el AMO+, y cuando el anticiclón de las Azores está muy fortalecido, que sería la NAO+”.

“Cuando se juntan ambas fases”, subraya, “existe una probabilidad muy elevada de muchas sequías y muy intensas”, lo que, “indirectamente, provoca que los bosques produzcan menos y estén en periodos climáticos vulnerables”.

La Serranía de Cuenca,  laboratorio del clima

Por su parte, las NAO y AMO negativas “son periodos muy fríos y la productividad forestal es muy baja cuando hace mucho frío”, agrega, para, a continuación, afirmar que dicha información permite anticiparse a estos periodos “con una cierta fiabilidad” así como la adaptación de los planes de gestión forestal “para que no nos pillen de sopetón” y poder hacer frente a catástrofes.

Las conclusiones obtenidas son, a su juicio, “extrapolables” al resto de bosques de pinar mediterráneo de España, “y es muy probable que sean extensibles a otro tipo de masas forestales”, según Jaime Madrigal.

Preguntado por la situación actual, asevera que en los últimos años “tenemos al océano con un máximo calentamiento, con una NAO muy positiva, de mucha presión atmosférica en el Atlántico”, lo que ha derivado en importantes sequías en la Península Ibérica e inundaciones en los países centroeuropeos, dado que, cuando este anticiclón del Atlántico “está muy fuerte, la circulación atmosférica envía la lluvia que tendría que venir a la Península directamente a estos países”.

Madrigal afirma que “predecir” la evolución de la NAO es algo “complejo”, aunque admite que, por “lógica”, el Océano “debería empezar a enfriarse en siete, diez años o quince años hasta alcanzar la fase negativa y enfriar el continente un poco”.

RESULTADO CONCLUYENTE

En este estudio, que comenzó hace más de cinco años, que integra datos de archivos históricos, climatología, modelos estadísticos y ecología forestal y en el que han colaborado nueve coautores, también ha participado el investigador de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y de Montes de la Universidad de Castilla-La Mancha en Albacete, Manuel Esteban Lucas, quien confirma que ambos fenómenos atmosféricos, NAO y AMO, “son una llave que abre o cierra la puerta de entrada de borrascas y precipitaciones en la Península Ibérica” y determina la forma en la que los bosques “responden” a dichas fluctuaciones, que representan una forma de “globalización ambiental y climática”.

“Se ha visto que las correlaciones son mucho mejores que con el planteamiento anterior, ya que había algunos fenómenos que no se podían explicar bien”, por lo que, a su entender, los resultados de sus estudios “son mucho más concluyentes”.

En este punto, admite que dichas conclusiones se han podido alcanzar “gracias a la gestión que se viene realizando en la Serranía de Cuenca y a los inventarios de crecimiento de árboles que hay desde esa época”, que, defiende, constituyen “un tesoro”.

La Serranía de Cuenca,  laboratorio del clima

Al igual que Jaime Madrigal, Lucas también defiende que este estudio permite realizar una “planificación hídrica sabiendo que hay una relación entre el clima en latitudes tan lejanas y el crecimiento de los árboles aquí”, preparando a las masas forestales “para que soporten una sequía o intentando usar especies que se adapten si planeo una repoblación”. “Un poco, una gestión adaptativa a los condicionantes climáticos”, concluye.

‘FEEDBACK' CON LA ADMINISTRACIÓN

Ambos expertos aseguran que existe un “feedback muy bueno” con la administración tanto en Cuenca como en Segovia.

En el caso concreto de la provincia de Segovia, Madrigal advierte una “transferancia bastante fluida”, al igual que opina Manuel Esteban Lucas, que acumula 13 años de trabajo en la Serranía de Cuenca y cuyos servicios forestales “siempre han estado abiertos a facilitar cuantos más estudios, mejor”, dice, insistiendo en que desde la dirección provincial solicitan a los investigadores las conclusiones de sus análisis para “implementarlas en su gestión”.

“De hecho, siempre que queremos empezar algún proyecto, nos reunimos, porque gracias a ellos salen muchas cosas de las que planteamos”, concluye.

La Serranía de Cuenca,  laboratorio del clima

“LA SERRANÍA ES UN TESORO DE VALOR INCALCULABLE'

La Universidad de Castilla-La Mancha incide en que el descubrimiento podría resultar “esencial” para la planificación hídrica, agraria y forestal y para evaluar la vulnerabilidad climática de los ecosistemas frente a unas condiciones de calentamiento “sin precedentes” en el Mediterráneo.

Además, sostiene que dicho estudio aporta “claves importantes” para poder conocer las causas de las sequías periódicas que azotan España, el porqué de que pueda haber inviernos templados y lluviosos y otros fríos y secos o fríos y húmedos, la influencia del cambio climático o la posibilidad de predecir estos ciclos.

En dicha investigación también ha participado Miguel Ángel Zabala, coordinador del estudio en la Universidad de Alcalá de Henares, para quien ha resultado “fascinante desempolvar archivos de finales del siglo XIX para tener estimaciones precisas de cómo ha evolucionado la productividad de los bosques en España durante el último siglo y analizarlos con herramientas del siglo XXI para comprender las causas de los ciclos climáticos y sus consecuencias sobre la productividad de los ecosistemas nacionales”.

No obstante, lamenta Jaime Madrigal, adscrito en la actualidad al departamento de Riesgos e impactos del cambio climático en el antropoceno, de la Universidad de Ginebra, “en el fondo, no sabemos nada, es un proceso muy complejo y vamos viendo cositas y avanzando, pero de forma muy lenta”.

Su “idea” es continuar trabajando a partir de las conclusiones extraídas de esta investigación, pero “yendo un poco más allá”.

En concreto, partiendo del estudio de los anillos de crecimiento de los árboles, actualmente trata de “entender qué parte es influencia de estos modos climáticos naturales, que son normales en los últimos 3.000 o 4.000 años y qué parte es por la influencia del cambio climático”.

“Los resultados”, avanza, “dicen que hay una influencia del calentamiento muy fuerte y que se puede diferenciar una cosa de la otra a través de modelos complejos de ecuaciones estructurales”.

"La investigación aporta claves importantes sobre las causas de las sequías periódicas que azotan España o el porqué de los inviernos lluviosos o fríos, entre otros fenómenos"

Por su parte, Manuel Esteban Lucas afirma que en la Universidad regional continúan analizando esos inventarios de la Serranía de Cuenca procedentes de los servicios forestales de la delegación provincial “para desmigajarlos aún más”.

Así, este investigador castellanomanchego está actualmente tratando de extraer más información a partir de “todos esos valiosos inventarios” con el fin de establecer, entre otras cuestiones, si en dichas ordenaciones de los Montes de la Serranía de Cuenca consta “que la regeneración de pino laricio ha sido difícil siempre o solo es ahora cuando se está produciendo ese fenómeno”, sentencia, al tiempo que adelanta que desde la UCLM continuarán “haciendo muchos más estudios”.

“Todo por y para ayudar a los montes de la Serranía, que son un patrimonio de valor incalculable”, espeta.