Una de las empresarias que han sido reconocidas en el Día de las Mujeres Rurales celebrado en Motilla del Palancar es la veterana hostelera de Graja de Iniesta Rocío Moreno, que a sus 57 años lleva treinta trabajando en el sector, primero en el negocio de sus padres, después con su marido y en la actualidad al frente del suyo propio, Casa Rocío.
Para Moreno, supone “un reconocimiento para la mujer emprendedora, la mujer rural, que no se queda solo en lo rural, sino que le gusta avanzar, seguir aprendiendo, haciendo cosas”, y a la que reconocimientos como este “le motivan mucho a la hora de seguir avanzando y hacer cosas”. Además, ella lo recibe también como un reconocimiento “a nuestras madres, muchas de las cuales fueron grandes gestoras y empresarias pero siempre en la sombra. En mi familia, como en tantas, los méritos se los llevaba mi padre”.
En su caso, sus inicios, sin estudios en el sector, tampoco fueron fáciles. “Me tuve que hacer a mí misma, aprender del negocio de hostelería de la familia. Aunque sí que es verdad que no quería quedarme estancada, por lo que nunca dejé de trabajar pero tampoco de aprender a través de cursos de cocina”.
Todo además en un contexto social en el que tuvo que demostrar especialmente su valía por el hecho de ser mujer. “Antes cuando cuando un hombre emprendía, si salía mal nunca era porque fuera un inepto, sino porque había tenido mala suerte, mientras que una mujer tenía que demostrar que era capaz de llevar ese proyecto adelante”. Algo que afortunadamente ha ido cambiando.
Avances en igualdad
“Aunque no vamos a dejar de pedir siempre la igualdad en todos los aspecto laborales, hoy en día nos estamos igualando mucho, de modo que las chicas jóvenes de las nuevas generaciones lo tienen bastante más fácil. Igual no se les reconoce exactamente igual que a un hombre, porque siempre hay coletillas que atar, pero no es como en nuestra época, ni muchísimo menos. Por lo menos en mi entorno no se pone en duda que su proyecto vaya a salir adelante porque sea mujer”, considera.
Destaca además la “fuerza y las ganas increíbles que las nuevas generaciones tienen de salir adelante”. Y, sobre todo, su formación. “Veo por ejemplo a mi hija con una preparación que envidio. Ahora la mujer está muchísimo más preparada y se come el mundo”.
Medio rural
Eso sí, tanto las mujeres de antes como las de ahora que viven en el mundo rural tienen que enfrentarse a las dificultades que esto entraña, principalmente por la escasez de una población que además no está haciendo sino menguar. “Hay que hacer muchos números porque cualquier negocio que quieras abrir necesita un volumen de ventas. No es como en una ciudad grande que abres por ejemplo una tienda de ropa interior y sabes que hay un volumen de gente que va a comprar: aquí si ya hay una tienda de ropa interior tiene que ser muy grande el pueblo para que tú abras otra”.
Para garantizar su rentabilidad serían necesario, por tanto, más ayudas. “Tanto para que nosotras sigamos manteniéndonos en el mundo rural como para que nuestros pueblos no se pierdan. Algo que se consigue con ayudas y apoyos en todos los sentidos para cualquier empresa que se quiera abrir, para cualquier proyecto que se quiera llevar adelante”.
Tampoco hay que olvidar que la hostelería, su sector, es uno de los que más sufrió la crisis. “Ahora parece que estamos remontando un poquito pero nos las hemos visto muy fastidiados. Si hay crisis, la gente lo primero que se quita es el salir a cenar una noche, que lógicamente es un capricho”.
Pese a las dificultades, al echar la vista atrás Rocío Moreno hace balance y piensa que, “aunque no he llegado donde me hubiera gustado llegar por circunstancias, porque también tengo tres hijos y aparte de ser empresaria he sido ama de casa, al menos creo que no he perdido el tiempo y que no lo he hecho nada mal del todo. Así que mi balance es positivo”. Y otra cosa importante: “A mis 57 años sigo con ganas de aprender”.