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Raquel Ortal, la cantera de Priego

Es una de las pocas mujeres que talla la piedra, profesión en la que lleva 16 años. Dice que para este oficio lo único que hace falta es tener paciencia
Raquel Ortal, la cantera de Priego
23/11/2019 - Dolo Cambronero

Cada vez quedan menos canteros en todo el país. Aunque en Priego, Raquel Ortal Montero, de 39 años, lleva 16 resistiendo en el arte de la piedra, un oficio para el que asegura que el único secreto es “tener mucha paciencia” para trabajar minuciosamente cada detalle. Y algo de fuerza, pero no demasiada, para manejar las radiales.
El oficio al que ha dedicado su vida no viene de tradición familiar. Nacida en Madrid, su familia decidió, cuando ella tenía cuatro años, trasladarse a Priego, un pueblo en el que no tenían raíces pero que “les gustaba mucho”. Su padre montó allí un taller de coches, en el que la joven echaba una mano de vez en cuando, hasta que en el año 1999, decidió participar en una escuela taller que se había puesto en marcha en Priego para restaurar el claustro del convento del Rosal.
Y ya no paró. Le gustó ese mundo y después se compró una radial grande y otra pequeña para trabajar la piedra hasta que en 2003 montó su propio negocio.
“En el taller te dan las bases pero no aprendes el oficio”, considera, recordando que “los comienzos desde cero fueron muy duros”.

Sistemas de elevación
Por aquel entonces no contaba ni con un sistema de elevación para mover la piedra, así que se las tenía que ingeniar con un mecanismo algo más rudimentario.
“Teniendo buenos sistemas de elevación no se necesita hacer mucha fuerza. Aunque sí hace falta para manejar la radial grande. Yo soy bajita pero levanto piedras de hasta 40-50 kilos. Lo fundamental es tener mucha paciencia”, cuenta Ortal.
Aunque los primeros años fueron difíciles, con mucho esfuerzo, y con la ayuda de su marido –“yo sola no hubiera podido”, asegura-, pudo sacar adelante el negocio y hoy no para de recibir encargos, desde elementos para la construcción (como vierteaguas, molduras, revestimiento de chimeneas, entre otros) hasta lápidas, escudos o incluso la pila bautismal que le han confiado para la iglesia de Alcantud.

"Cuadrar sillares a mano no se hace porque si se cobraran las horas de mano de obra, nadie lo pagaría”

En los elementos de construcción no es necesaria tanta precisión pero en tallas más ornamentales, cada detalle cuenta. Dice que en la escuela taller se enseñaba a cuadrar sillares a mano, algo que no se hace por la faena que conlleva. “Si se cobraran las horas de mano de obra, nadie lo pagaría”, cuenta.
Los clientes de esta cantera son fundamentalmente del propio Priego y de sus alrededores y también tiene de Cuenca capital y de otras provincias.
En cuanto al futuro de una profesión en peligro de extinción, dice que todavía quedan canteros que resisten pero mujeres hay pocas. “Aunque sí hay chicas estudiantes de Bellas Artes interesadas en la piedra pero más centradas en la rama de la escultura”, apunta.
El año pasado visitó la Ruta de las Esculturas en el pueblo albaceteño de Bogarra y dice que pudo conocer a mucha gente aficionada a la piedra.
Tras años de experiencia en el tallado de piedra, Raquel Ortal se ha atrevido ahora con la escultura y está empezando a hacer sus primeros pinitos. “Hice un pato para la fuente de Huete”, relata. Arte y paciencia no le faltan.