El confinamiento ha sido una etapa que ha marcado la primera parte de este ya inolvidable 2020, pero la situación de encierro y posterior desescalada han sido particularmente difíciles no sólo para las familias más desfavorecidas o aquellas que dependían directamente de un salario que, con el cese de la actividad, dejó de llegar; también para los niños, niñas y adolescentes (NNA) que se han visto inmersos en una situación nunca antes contemplada. “Ellos han sufrido angustia, miedo, ansiedad... y ahora se les señala en masa como transmisores asintomáticos”, explica Patricia, coordinadora de la Asociación Sociocultural Grupo Cinco.
Esta plataforma lleva desde antes de lo habitual trabajando en su ‘Proyecto Brújula’. Una iniciativa que se pone en marcha tradicionalmente en el mes de abril con el fin de asistir a jóvenes en su ocio y aprendizaje fuera de las aulas. Sin embargo, debido a la irrupción de la pandemia en marzo, comenzaron a asistir a las familias y jóvenes en la medida de lo posible. “Nos pusimos en contacto y gracias a las becas comedor de Educo, o las ayudas directas a familias de la Fundación Globalcaja, pudimos ayudar a hogares que lo han pasado realmente mal durante el confinamiento. Algunas familias nos llegaron a decir que estaban pasando hambre. Una vez entramos en Fase 3 de desescalada, retomamos las actividades adaptándolas a la nueva situación”.
Un escenario que se describe con grupos reducidos, la mitad de asistentes a su tradicional campamento de verano y el cumplimiento de la normativa de prevención, como el uso de la mascarilla. “El objetivo es que ellos vivan la mayor normalidad posible, pero aprendiendo a mantener las medidas de seguridad. Muchas veces nos quejamos de que no las cumplen, pero nadie les ha enseñado a hacerlo”, defienden desde la asociación.
El Proyecto Brújula se extiende por todo el panorama provincial gracias al trabajo de coordinación de esta asociación y los 11 educadores sociales. “Mira, Talayuelas, Ledaña, Cañete, El Provencio, Las Mesas, Cuenca y ahora también en Las Pedroñeras. El programa atiende a unos 400 NNA gracias a la financiación de ayuntamientos, fundaciones, Junta de Comunidades o el Fondo Social Europeo” .
EXPRESAR SIN MIEDO
Pero lo esencial de esta iniciativa dirigida a niños, niñas y adolescentes es su propio enfoque, en el que estos grupos de edad son los que eligen el tema a tratar, las actividades, opiniones, etc. “En esta etapa de confinamiento y posterior desescalada, los chicos sienten que no se les ha tenido en cuenta, sus opiniones o necesidades. Aquí trabajamos mucho en escucharles, en hacerles partícipes de esa vida ciudadana y en darles un espacio donde puedan expresar sus emociones o ser un soporte anímico, porque tienen miedo. Algo como cambiar de curso o dar el salto desde el colegio al instituto, que supone uno para ellos, se magnifica con esta situación de pandemia, tienen miedo, y aquí compartimos y aprendemos a cómo afrontar esas situaciones”.
El vehículo para gestionar ese torbellino de sensaciones, que se añaden al delicado proceso que muchos atraviesan en plena pubertad, es “el arte, la música, las imágenes, etc. Nuestra actividad se compone de talleres y juegos. En Cuenca, por ejemplo, estamos tratando el tema de las emociones, el uso responsable de internet y las redes sociales, y el buen trato. Son tres cuestiones que han sido muy importantes en el confinamiento para ellos al estar encerrados y muchas horas conectados. La música o la fotografía nos ayudan a ponerle nombre o dar sentido a las emociones que se generan en esos espacios”.
Estos aspectos, como otros puntos a tratar, han sido cuidadosamente recogidos por el ‘Análisis de la situación de los NNA participantes en la Brújula en relación a la Covid-19’. Un ‘mapa’ de situación que dibuja la realidad y el panorama de los jóvenes que acuden a esta iniciativa y evalúa lo necesario para corregir esas desigualdades. Ya desde su portada, elaborada por la alumna del programa Lucía Cañada, llama la atención, al ‘plasmar’ este punto de vista adolescente actual con un rostro con mascarilla resquebrajado por la mitad, del que sobresalen un gel, una ilustracion del ‘Coronavirus’ y una corona, entre otros elementos.
Así, esta iniciativa se abre paso como un canal de expresión “seguro, participativo y gratuito” para niños, niñas y adolescentes conquenses, en especial medida para aquellos en difícil situación social, que puedan disfrutar y aprender para recuperar parte de la normalidad que nos ha arrebatado a todos este virus.
“El primer día que les volvía a ver, me dieron toda una lección de responsabilidad y comprensión, estábamos deseando abrazarnos, pero tuvimos que expresar esas emociones a través de la mirada”, confiesa Patricia, como demostración de que ellos también son conscientes de la delicada situación actual, y el querer alejarse del tópico de desobediencia e irresponsabilidad asociado a la etapa juvenil.