Han transcurrido doce meses desde que ese virus bautizado como SARS-CoV-2, hasta ese momento un completo desconocido para el común de los mortales, se coló en la vida de todos con intención de quedarse. Y así está siendo. Doce meses repletos de vaivenes, cambios, incertidumbre, dolor y preocupación. Y detrás de todo esto, el coronavirus Covid-19.
Lo acontecido en nuestra provincia en ese tiempo es, sin duda, extrapolable al resto del país, puesto que esta pandemia ha tocado a todos por igual, en uno u otro momento, poniendo todo patas arriba.
Un virus que llegaba a nuestro país, prácticamente de hurtadillas, a finales de enero de 2020 con el primer caso en La Gomera y que comenzó a avanzar rápidamente. Y no hubo que esperar mucho, el 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud elevaba la situación de emergencia de salud pública por la Covid a pandemia internacional y a partir de ahí se desencadenaba todo.
Al día siguiente se confirmaba la primera muerte por Covid-19 en la región, una mujer de 82 años de edad en Albacete, y el viernes 13 se notificaban los primeros 11 positivos de nuestra provincia, al tiempo que el Gobierno regional suspendía la actividad docente y el Ayuntamiento de la capital hacía lo propio con las actividades culturales, deportivas y de ocio.
Esto sirvió de preámbulo a una fecha que quedó marcada en el calendario de los españoles, el 14 de marzo, cuando el Consejo de Ministros se reunía de forma extraordinaria y aprobaba el Real Decreto 463/2020 por el que se declaraba el estado de alarma en el país y se daba inicio a algo más de tres meses de confinamiento domiciliario de la población, salvo servicios esenciales.
Fecha en la que también se registraban las dos primeras muertes por coronavirus en nuestra provincia y los casos confirmados de contagio se elevaban ya a 24; cifra que un día después ascendería a 30 y a la jornada siguiente a 44.
ESTADO DE ALARMA
Las calles quedaban totalmente vacías a lo largo y ancho de la provincia, mientras el 17 de marzo llegaban los primeros miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) a Tarancón, desplegándose después a Cuenca y Mota del Cuervo.
Entre tanto, los agricultores se volcaban y no dudaban en sacar sus tractores provistos de atomizadores para colaborar con sus ayuntamientos en la desinfección de las calles de sus pueblos. Todo parecía poco para prevenir los contagios.
Desde el Colegio Oficial de Médicos de Cuenca se reclamaba más medios de protección para los sanitarios que estaban luchando contra la Covid en primera línea, mientras a finales de marzo llegaban los primeros test al Hospital Virgen de la Luz de la capital. Los conquenses, desde sus balcones y ventanas, ofrecían todos los días a las 8 de la tarde, como en el resto del país, un caluroso homenaje en forma de aplausos en reconocimiento a sanitarios y otros profesionales que no dejaban de combatir la pandemia en todos los frentes.
Las cifras comenzaban a ser demoledoras y, como muestra, los datos ofrecidos por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha (TSJCM), que estimaba que los fallecimientos se habían disparado en la provincia un 48,8% durante marzo con respecto al mismo mes del año anterior.
A primeros de abril la situación era bastante complicada, en especial en las residencias de mayores, como por ejemplo en el Residencial Cervantes, de Villamayor de Santiago, que tuvo que ser intervenido por la Junta de Comunidades ante la falta de personal, que había quedado bastante diezmado por la Covid. Los fallecimientos crecían hasta el punto de que solo el 9 de abril se confirmaban trece víctimas mortales por Covid en 24 horas. Una situación con la que también se estaba poniendo a prueba al sector funerario. El crematorio municipal de la capital recibía diariamente entre 8 y 12 peticiones de cremaciones de fuera de Cuenca, mientras que el tiempo de espera en este recurso se situaba entre los 2,5 y 3 días de media.
Las prórrogas del estado de alarma se iban sucediendo, mientras la falta de artículos de protección para los sanitarios despertaba la solidaridad de los ciudadanos que no dudaban en tomar la iniciativa para hacer todo lo posible para hacer llegar los tan demandados EPIs al Hospital Virgen de la Luz, centros de salud y servicios esenciales, como Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local o Protección Civil. La Junta, mientras tanto, anunciaba a principios de mayo la distribución domiciliaria de 5 millones de mascarillas para la población y en el Virgen de la Luz los pacientos con otras patologías triplicaban a los ingresados por Covid.
Cuenca y Guadalajara fueron las dos primeras provincias de Castilla-La Mancha en iniciar la desescalada a partir del 11 de mayo
DESESCALADA
Así las cosas, comenzaba la desescalada, al menos para las provincias de Cuenca y Guadalajara, que el 11 de mayo eran las únicas de la región que entraban en la primera fase. Un ligero alivio que permitía la apertura con restricciones de comercios y terrazas, justo en el momento en el que se hacía público el primer avance del estudio de seroprevalencia del Ministerio de Sanidad, que situaba a Cuenca como la segunda provincia con más población con anticuerpos.
Proseguía la desescalada pasando el 25 de mayo Cuenca y Guadalajara a la segunda fase. Justo el día anterior a que el Gobierno central decretara 10 días de luto oficial por las víctimas de la Covid.
Pero no todo eran malas noticias. Muchos pacientes salían del hospital después de semanas y semanas en la UCI. Tal fue el caso de Manuel Laguna, comisario principal de la Policía Nacional de Cuenca, que lograba superar la enfermedad tras 77 días en el Virgen de la Luz, 66 de ellos en la UCI.
El 8 de junio ambas provincias afrontaban la recta final hacia la que se bautizó como “nueva normalidad”, que llegaría de facto el 21 de junio. Y es que en la provincia ya se habían registrado a mediados de ese mes hasta dos semanas sin fallecimientos y el día 13 no había ingresados por Covid en el hospital; algo que arrojaba un poco de luz al terrible escenario que estaba dejando tras de sí la pandemia.
NUEVA NORMALIDAD
Con la nueva normalidad, eso sí con el uso obligatorio de la mascarilla, se afrontaba un verano distinto, pero en mejores condiciones que meses atrás, hasta el punto de que Sus Majestades los Reyes de España quisieron visitar Cuenca. Después de que en la primera mitad de julio el hospital llegara a no tener pacientes Covid y se hubiera encadenado un mes sin fallecimientos, la Catedral de Cuenca albergaba un homenaje a las víctimas de la pandemia.
Pese a la mejoría, los brotes se sucedían en distintos municipios de la provincia, desde Las Pedroñeras y El Pedernoso a Los Hinojosos, pasando por Quintanar del Rey y Villanueva de la Jara, que el 18 de agosto registraba su primer caso de Covid. Y, de hecho, se decretaba a nivel nacional el cierre del ocio nocturno, justo dos días después de que la Junta hubiera presentado la puesta en marcha de la app ‘Ocio responsable’ para ayudar a rastrear los contagios en este tipo de establecimientos, por lo que se quedó en suspenso.
A finales de agosto ya comenzaba a apreciarse un repunte en los casos, vislumbrando lo que iba a ser la segunda ola de la pandemia, que se prolongaría durante los próximos meses. Las restricciones comenzaron a implantarse en distintas localidades de la provincia, incluida la capital, llegando a niveles preocupantes. Tras remitir los casos a finales de año, el 27 de diciembre comenzaba en España la ansiada vacunación contra la Covid, que en Cuenca llegaría tres días después en la persona de Constan, un conquense de 92 años, usuario de la residencia Las Hoces, de la capital.
Así las cosas, la tercera ola no se hizo esperar y, después de implantar el nivel 3 en varias localidades, como Cuenca, Quintanar del Rey, Ledaña, Mota del Cuervo, Iniesta o Motilla, el 18 de enero la Junta iba más allá y decretaba el nivel 3 “reforzado” para toda la región ante el crecimiento generalizado de contagios tras las navidades, lo que conllevó el toque de queda desde las diez de la noche y el cierre perimetral de los municipios y de la hostelería. Casi un mes después, el pasado 11 de febrero se regresaba a nivel 3 y diez días más tarde se relajaban más aún las medidas hasta nivel 2, en el que nos encontramos en la actualidad y a la espera de que la vacunación siga su curso y llegar cuanto antes a ese objetivo de inmunizar al 70 por ciento de la población.
La tercera ola registra los mayores picos de contagios de la pandemiaLa tercera ola de la pandemía ha resultado más virulenta en nuestra provincia que las dos anteriores. Tan solo hay que echar un vistazo a los datos de contagios oficiales, que indican que la semana con mayor número de casos confirmados durante toda la pandemia fue la segunda del presente ejercicio 2021; es decir, del 11 al 17 de enero, cuando se contabilizaron un total de 1.495 nuevos positivos por infección de coronavirus.
Le siguen la siguiente semana, del 18 al 24 de enero, con 1.235 casos; la primera del año, del 4 al 10 de enero, con 881; y la cuarta, del 25 al 31 del mismo mes, con 770. Para ver algo parecido, hay que irse hasta la segunda mitad del mes de octubre, en plena segunda ola, cuando del 26 al 1 de noviembre se confirmaron un total de 735 contagios y la semana anterior, del 19 al 25 de octubre, fueron 723.
Por lo tanto, la segunda semana de este 2021 duplica al mayor pico de la segunda ola y no tiene comparación con los niveles de contagio registrados en la primera. Claro que hay que tener en cuenta que en los primeros meses de la pandemia se declaró el estado de alarma y la población se encontraba confinada en sus domicilios.