Prudencia y preocupación son las dos palabras que vienen a definir el sentimiento que inunda estos días al sector del Turismo Rural ante el inicio de su desescalada a partir del próximo lunes, 11 de mayo, cuando, si todo va bien, comenzará la fase 1. Y es que el escenario que se plantea no resulta a priori nada halagüeño para este sector tan castigado por la pandemia de la COVID-19.
Desde la Federación Castellano-Manchega de Turismo Rural (FECAMTUR), su presidente, Juan Carlos Tébar, ve bastante complicada la reapertura del sector desde el momento en el que no van a estar permitidos los desplazamientos entre provincias. Una limitación que, en su opinión, es determinante en un sector como éste que se nutre principalmente de visitantes de otras provincias, en especial, de regiones como Comunidad Valenciana o Madrid.
No es de extrañar, por lo tanto, que sea de la opinión de que “el próximo 11 de mayo muchos establecimientos vayan a optar por no abrir, porque a priori no va a merecer la pena ante la previsible ausencia de demanda, no solo por el impedimento de desplazarse entre provincias, sino también por el miedo al contagio tan extendido hoy en día entre la población”. Algo que para Tébar se va a traducir en excursiones de la gente a pasar el día en plena naturaleza, pero sin intención de pernoctar.
APERTURA EL DÍA 11
Pese a ello, alojamientos de turismo rural como Casa El Escalerón, en la localidad conquense de Uña, no lo dudan y el próximo 11 de mayo apuestan por la reapertura de puertas. “Dos meses cerrados son muy duros para un negocio y creemos que, aunque con muchas limitaciones, tenemos que dar el paso y abrir al público; eso sí, con todas las garantías y siguiendo a rajatabla todas y cada una de las indicaciones del Gobierno y del Ministerio de Sanidad”, asegura uno de sus propietarios, Fernando Rodríguez, quien recalca que “lo primero para nosotros es la seguridad de todos”.
Es por ello que en estos días previos se afanan para tener listas sus instalaciones situadas a las afueras de Uña y en las que “ahora solo pueden albergar como máximo a veinte personas, diez por cada una de las dos viviendas”, tal y como aclara su copropietario, quien insiste en lanzar un mensaje de tranquilidad y seguridad hacia la clientela, puesto que van a echar el resto “extremando la limpieza y la desinfección”.
Un esfuerzo que para Rodríguez cuenta con un aliado muy importante para convertir este establecimiento en un destino atractivo para estos días de desescalada: su entorno. Y es que, a su juicio, no se puede obviar el enclave natural que rodea este alojamiento con una gran riqueza medioambiental y paisajística, que abre todo un abanico de posibilidades para el disfrute de unos días en plena naturaleza, lejos de aglomeraciones y sin franjas horarias para pasear.
EL SECTOR EN ÉPOCA DE POSTCORONAVIRUS
Atractivos éstos que para el presidente de la Federación Castellano-Manchega de Turismo Rural, sin duda, serán clave para que este verano el turista nacional se incline por destinos de interior y, en especial, de naturaleza, sobre todo si se tiene en cuenta las limitaciones de aforo que previsiblemente tendrán que afrontar si optaran por un destino de sol y playa.
Escenario del postcoronavirus que permite al sector del turismo rural vislumbrar con cierta esperanza los próximos meses de julio y agosto ante un previsible repunte del turismo de naturaleza, que suponga un pequeño empujón al sector y “permita salvar un poco los muebles”, señala Tébar. De ahí que, desde FECAMTUR, se esté preparando una campaña de promoción del turismo rural en Castilla-La Mancha de cara a este verano con el objeto de atraer al turismo nacional a este territorio que “tiene mucho que ofrecer al visitante”, remarca.
PROTOCOLO y CERTIFICACIÓN
Pero hasta que llegue ese momento, Tébar hace hincapié en la importancia de la puesta en marcha de un protocolo común en los establecimientos hosteleros contra la COVID-19, de tal manera que todo el sector en bloque pueda ofrecer garantías de seguridad a sus clientes de una manera fiable, eficaz y homogénea. Con este fin esta federación ya ha mantenido varios encuentros con el Gobierno regional encaminados a contribuir a ese protocolo único para el sector, cuyo borrador será dado a conocer, precisamente, esta semana por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), entidad encargada de la certificación de sistemas de calidad especialmente creados para empresas turísticas.
Protocolo que, según Tébar, podrá, por lo tanto, estar listo de manera definitiva en el plazo de una semana, más o menos, lo que permitirá a las empresas del sector contar con una guía para adoptar las medidas necesarias que conlleven la total seguridad de sus establecimientos ante la pandemia de la COVID-19.
Pero el sector no se queda solamente ahí, sino que va más allá. Sus pretensiones pasan, según el presidente de FECAMTUR, por la puesta en marcha de una certificación específica sobre el cumplimiento estricto de las medidas de seguridad sanitaria. Un distintivo que, según detalla, visibilice qué establecimiento es seguro frente al coronavirus; algo que podría ponerse a la entrada de las instalaciones, además de publicitar como un atractivo más del alojamiento ante la clientela potencial. Una certificación que, en su opinión, podría gestionar el ICTE o, bajo su supervisión, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Entre tanto, la primera prueba a la que se somete el turismo rural será, sin lugar a dudas, la reapertura al público a partir de este lunes, 11 de mayo. Momento de incertidumbre para el sector que algunos afrontarán regresando a la actividad con la esperanza de que “los ciudadanos de la provincia respondan y, tras dos meses de cuarentena en casa, no duden en acudir a un alojamiento de turismo rural para pasar unos días en plena naturaleza”, afirma el propietario de la Casa El Escalerón, quien, de hecho, aclara que ya ha recibido algunas reservas para esos días, confiando que “no sean las únicas”.