Cuenca posee una rica tradición artesana. Y desde abril, cuenta con un nuevo colectivo que aglutina a los profesionales del sector: la Asociación Provincial de Talleres Conquense (Aptaco). José Burgos, orfebre asentado en el municipo de Quintanar del Rey, ha cogido las riendas. Organizar ferias en Navidad y Semana Santa y, más a largo plazo, crear un Centro de Artesanía en la iglesia de Santa Cruz son sus principales objetivos.
Además, también pretenden reagrupar al sector, que andaba disperso desde la desaparición de la Asociación para el Desarrollo y la Divulgación de la Artesanía Conquense (Adarco), dirigida por Luis del Castillo.
El nuevo colectivo se constituyó el pasado abril pero lleva funcionando desde octubre. Junto a Burgos, trabaja codo con codo Miguel Ángel de la Torre, maestro artesano de la madera y tesorero de la asociación, que ahora mismo solo cuenta con once artesanos asociados pero que va a centrar sus esfuerzos en seguir creciendo.
La puesta de largo de la asociación ha sido con la recientemente finalizada Farcama Primavera, que ha contado con muy buena acogida, según destacan. Estos eventos suponen un gran impulso a las ventas por lo que el objetivo más a corto plazo es organizar una feria de la artesanía en Navidad. Burgos y De la Torre explican que Cuenca es la única provincia que no cuenta con una aunque ha habido varios intentos. Carretería y los Jardines de la Diputación son los enclaves que se barajan para celebrarla. Además, se plantean organizar otra feria en Semana Santa.
Por otro lado, también forman parte del comité de selección para la feria de artesanía que se celebrará en agosto en La Hípica, organizada por la Diputación de Cuenca.
Más a largo plazo, el reto más ambicioso sería erigir en la iglesia de Santa Cruz un Centro de Artesanía para relanzar al sector. “Hay que crear un equipo grande para trabajar en esto porque habrá que negociar y poner de acuerdo a muchas partes”, matiza Burgos.
“El público nota cuando está ante artesanía. No hace falta ser entendido”El nuevo representante de los artesanos llegó a este mundo casi “por casualidad”. Su madre trabajaba para una familia que se dedicaba a la joyería y él empezó como aprendiz en el negocio. “Y ya llevo 36 años en el oficio”, explica Burgos, que nació en Valencia y tras un paso por Castellón, ya lleva casi dos décadas viviendo en la provincia, a caballo entre Villagarcía del Llano y Quintanar del Rey.
Cree que sus hijos no continuarán con el trabajo de la plata pero en el fondo casi lo prefiere teniendo en cuenta las dificultades a las que se enfrenta la artesanía. “Espero que no se dediquen a esto”, indica. “Es muy complicado mantenerse”, añade Burgos, especialista en crear piezas únicas por encargo.
Las dificultades a las que se enfrenta el sector son las que provocan que no haya relevo generacional y los jóvenes no se animen a continuar con unos negocios por los que hay que luchar mucho. Como ejemplo, la artesanía de la alfombra y los tapices está a punto de desaparecer en la provincia. Solo queda una persona que se dedica a esto y con ella se acabará la tradición, algo que ya ha ocurrido con el papel artesano y la encuadernación, disciplinas que contaban en Cuenca con los mejores artesanos del país. De la Torre es también el último juguetero de Castilla-La Mancha. “Es una pena. Son oficios de escuela que se pierden”, lamenta Burgos.
Con este panorama, las ferias son claves para sobrevivir. Pero alertan del intrusismo que se vive en muchas ocasiones. “Venden como feria de artesanía algo que es solo una feria de vendedores”, critica.
Por ello, subraya que haría falta una “legislación seria” que proteja al sector y que deje claro qué es artesanía. “Cualquiera te dice que es artesano”, indica, añadiendo que “está de moda” pero luego se vende mucho artículo “hecho en China”.
En cuanto a las ayudas de la administración, consideran que son adecuadas. “Hay sensibilidad de la Junta con los artesanos. Te escuchan”, afirman Burgos y De la Torre.
De todas formas, en la provincia hay tradición artesana, sobre todo en cerámica, cuero, joyería y textil. Y hay clientela que demanda estos productos. “El público nota cuando está ante artesanía. No hace falta ser entendido”, señala De la Torre, que apunta que a los niños, en plena era del videojuego, le siguen gustando sus juguetes, por lo que habría que cambiar la educación de los padres. Y es que el valor añadido de los artículos artesanos es grande: “son piezas únicas, mejor hechas y con una mayor duración”, alejadas de la cultura actual de usar y tirar.