Con unos diez días de retraso respecto a las fechas habituales, la campaña del azafrán ya ha comenzado en la provincia de Cuenca. Eso sí, “está siendo irregular ya que las fechas varían en función de la zona y de cada parcela”, tal y como apunta Valentina Cabra, presidenta de la Denominación de Origen Azafrán de La Mancha.
Respecto a la producción, las primeras estimaciones prevén una merma del 35% de cosecha, un descenso que viene motivado tanto por la escasez de lluvias y cambios bruscos de temperatura como por la reducción de superficie de siembra, una tónica que se repite en el conjunto regional. De hecho, según datos de la D.O.P. Azafrán de La Mancha este año el número de productores inscritos ha registrado un descenso del 34%
En Cuenca, la segunda provincia productora de la región, el gerente de Bealar –empresa de Motilla del Palancar de reconocido prestigio a nivel internacional – señala que “si el año pasado se recogieron 110 kilos de azafrán en la provincia, es posible que en esta campaña se reduzca hasta los 70”.
A nivel regional, en 2022, se recogieron 462 kilos pero en 2023 podría descender hasta los 350 kilogramos, un 24% menos. Resultados que situarían a esta campaña como la peor desde 2021, cuando la cosecha fue de 346,8 kilos en Castilla-La Mancha.
Eso sí, la merma de cosecha no afectará a la calidad. “Tenemos uno de los mejores por no decir el mejor azafrán del mundo”. El problema, dice Bealar, es la pérdida de rentabilidad. “Tenemos los mismos gastos de arrendamiento de tierras, de trabajo en el campo, pero cada vez recogemos menos producto siendo las mismas parcelas”. Por ello, señala que son muchos los que están apostando por dejar de cultivar azafrán por el bajo rendimiento y rentabilidad.
Todo el proceso productivo del azafrán se realiza de forma manual, por lo que tanto productores como administración coinciden la necesidad de avanzar en la mecanización del cultivo. Ya no solo con el fin de abaratar costes de mano de obra sino para hacer del azafrán un cultivo atractivo para los jóvenes que vean en el campo su futuro. “Con la maquinaria se busca facilitar todas las tareas del proceso”, explica Guillermo Beleña.
Y es que, la falta de relevo generacional es otra de las cuestiones que más preocupan al sector puesto que la media de edad de los azafraneros es elevada. “La mayoría está cerca de la jubilación”, apunta el gerente de Bealar.
Ante esta coyuntura, el delegado provincial Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Rodrigo Fernández Alcalde, avanza que el Gobierno regional tiene previsto sacar en diciembre una línea de ayudas que fomente el emprendimiento juvenil y femenino. “Van a ser ayudas superiores a 60.000 euros para nuevas incorporaciones y esperamos que esta convocatoria sirva de empuje”, explica.
Toda ayuda es poca para evitar la desaparición de un cultivo que representa una actividad económica importante, pero también es parte del patrimonio inmaterial de Castilla-La Mancha.