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La producción de azafrán se reduce un cuarenta por ciento

La falta de lluvias en primavera hizo que los bulbos de este cultivo no crecieran lo suficiente
La producción de azafrán se reduce un cuarenta por ciento
Foto: Saúl García
24/11/2019 - Dolo Cambronero

La campaña de recogida de la rosa del azafrán ha sido este año más corta de lo habitual en la provincia de Cuenca. Los agricultores estiman que la producción ha bajado una media de un 40% respecto a 2018 -aunque el porcentaje oscila según las comarcas de la región-, debido a la falta de lluvias en primavera y a las altas temperaturas registradas durante septiembre y octubre.

La producción de este año en el conjunto de Castilla-La Mancha se sitúa entre los 500 y 600 kilos, frente a los 900 recogidos la pasada campaña, que fue muy buena, explica Guillermo Beleña, de la firma Bealar S.L., que está asentada en Motilla del Palancar y es la principal productora del país, con una superficie de cultivo de unas diez hectáreas, certificadas como ecológicas y bajo el paraguas de la Denominación de Origen Protegida Azafrán de La Mancha.

La falta de precipitaciones en primavera provocó que los bulbos o ‘cebollas’ del azafrán no crecieran lo suficiente por lo que no han estado después demasiado fuertes para afrontar la floración. Además, las altas temperaturas del principio del otoño han hecho que la campaña haya sido muy corta. “Salieron todas las flores de golpe. Nunca ha pasado eso”, asegura Beleña.

La DOP Azafrán de La Mancha, que incluye municipios de la provincia de Albacete, Cuenca, Ciudad Real y Toledo, cuenta con 265 productores y 120 hectáreas acogidas a esta denominación, lo que supone más del 80% de la superficie cultivada de esta especia en el conjunto nacional. Castilla-La Mancha es también la principal productora, aportando más del 90% del total del país.

El proceso de recogida de las bellas flores moradas y posterior monda del azafrán continúa siendo manual, por lo que genera un gran volumen de mano de obra en comparación con otros cultivos. Los precios de esta especia suelen ser altos (de hecho, antiguamente constituía el ahorro de las familias) pero los costes de producción también, además de que tienen que enfrentarse a la competencia de terceros países.

Este año, la bajada de la cosecha ha sido generalizada en la provincia y en la región aunque desigual según las zonas. Así, la merma en la producción puede llegar hasta el 50% en la provincia de Toledo, aunque en los campos de azafrán de Albacete, en su mayoría de regadío, la reducción ha sido algo menor, en torno al 30%.

La provincia de Albacete se sitúa como la mayor productora de azafrán en Castilla-La Mancha, aunque el municipio conquense de Motilla del Palancar es la localidad que ha alcanzado en los últimos años la mayor cosecha en la región, cuenta Beleña.

Aparte de esta localidad, Campillo de Altobuey, Casasimarro y Castillejo de Iniesta son otros de los municipios conquenses en los que se cultiva azafrán, además de otros pueblos con pequeñas producciones.

La bajada de la producción hace prever una subida de los precios que se paga a los productores. Las estimaciones calculan que se arrancará con unos 2.700 euros el kilo (más IVA), frente a los 2.500 con los que se comenzó en la pasada campaña.

Subida de los precios

“La floración ha empezado tarde y se ha terminado antes”, cuenta también Alfredo Minuesa, gerente de Azafranes Manchuela, una empesa que está afincada en Castillejo de Iniesta y también envasa y comercializa. El productor también habla de una bajada de la cosecha de entre un 35% y un 40% en las provincias de Cuenca y Albacete, aunque en Toledo la reducción es todavía mayor.

Además de ser la “especia reina”, Minuesa también destaca los múltiples beneficios medicinales y terapéuticos del azafrán, subrayando especialmente sus propiedades antidepresivas, su uso en colirios y en cremas para la piel.

La empresa está investigando cómo se puede aprovechar el desecho del azafrán (la flor) para usarlo en la elaboración de, por ejemplo, esencias e incluso infusiones, o darle un uso dermatológico.

Aunque Minuesa apunta que “es costoso investigar porque los productores de azafrán no son tan grandes”.

Buena calidad

No obstante, aunque haya bajado la producción, la calidad del llamado ‘oro rojo’ aglutinado bajo la Denominación de Origen Protegida Azafrán de La Mancha volverá a ser muy buena este año, debido a que el clima ha favorecido una mayor concentración de los principios activos en la planta.

Muestra de la excelente calidad de este producto manchego amparado bajo este sello es que Bealar, que es también envasadora, se haya alzado con el primer Concurso Nacional de Calidad del Azafrán, en el que participaron 13 productores de distintos puntos del país.

“Estamos muy contentos porque es el primer año que se celebra y que nos los hayan dado demuestra que nuestro azafrán es de los mejores”, subraya. Pero no se detienen ahí. Dado que en esta campaña han tenido una “muy buena cosecha”, son ambiciosos y esperan alzarse el próximo año con el certamen internacional.

La producción de azafrán se reduce un cuarenta por ciento

El Centro de Investigación Agroforestal de Albaladejito (CIAF), dependiente del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla La Mancha (Iriaf), alberga dos ambiciosas colecciones de azafrán y otras especies afines, una española y otra mundial, que recogen muestras de diferentes partes del territorio nacional y de hasta 14 países.

Aunque la más llamativa es la colección mundial, Marcelino de los Mozos, técnico responsable del Banco de Germoplasma Vegetal del centro, explica que la española tiene un carácter oficial y alberga un total de 158 entradas de azafrán (Crocus sativus). Además de muestras de las zonas donde es más frecuente su cultivo, como las provincias de Castilla-La Mancha o Teruel, también cuentan con ejemplares de lugares con menos tradición en esta especia como Almería, Alicante o Menorca. “Estas son los más interesantes porque dan idea de lo que se cultivaba hace un siglo”, apunta el investigador.

Aparte de las muestras de azafrán, la colección también dispone de otras 130 entradas de las siete especies de crocus que existen en nuestro país.

En cuanto a la colección mundial, dispone de 85 entradas de azafrán procedentes de 14 países, además de otras 220 de 60 especies de crocus e híbridos. No obstante, De los Mozos matiza que esta no tiene un carácter oficial y tiene un uso más de trabajo que de conservación, ya que estos estados cuentan con sus bancos propios.

De los Mozos explica que la colección española parte de un proyecto de 2004, en un momento en el que en el cultivo se había mermado considerablemente en nuestro país, con apenas 83 hectáreas y una producción de 820 kilos.

Diversidad de la especie

El objetivo era buscar la diversidad de esta especie aunque el experto precisa que genéticamente es muy similar puesto que se trata de un cultivo estéril dado que muere en cada ciclo y deben plantarse nuevos cormos (conocidos como cebollas) para la siguiente campaña.

Mantener y gestionar las colecciones es la principal actividad del banco aunque también se llevan a cabo otras líneas de investigación de mejora de un cultivo, que tiene un gran valor culinario por los principios activos que le aportan su color, sabor y aroma característicos. Además, también se ha usado en la medicina tradicional y antiguamente, como tinte.

En relación con el cambio climático, el investigador destaca que el azafrán es un cultivo muy resistente con una gran capacidad de adaptación a las particularidades de la zona en la que se asienta, por lo que resistiría bien las modificaciones en el clima ya que aguanta bien tanto las heladas como las altas temperaturas, además de que necesita poca agua. La prueba es que se cultiva desde Sudáfrica a Argentina.

Fraude en el etiquetado del azafrán

La competencia de terceros países como Irán, Marruecos y Grecia es el principal problema al que se enfrentan los productores de azafrán español. “Cada vez hay más fraude con la etiqueta del producto”, lamenta Guillermo Beleña, de Bealar S.L., ubicada en Motilla del Palancar.

Los agricultores, según explica Beleña, han pedido a la administración una nueva normativa que obligue a indicar el origen del producto en la etiqueta. “La gente compra azafrán pensando que es español pero no lo es”, denuncia.

Y pone un ejemplo: en la campaña de 2018, que fue muy buena, en Castilla-La Mancha (que supone el 90% de la producción española) se recogieron algo más de 900 kilos. Sin embargo, se venden en nuestro país más de 50.000 kilos envasados como si fuera nacional.

La quinta parte

En la misma línea se pronuncia Alfredo Minuesa, de Afrazanes Manchuela (en Castillejo de Iniesta), que apunta que Irán produce un millón de kilos de esta especia. “Su precio es la quinta parte del azafrán nacional”, apunta, detallando que se compra a los agricultores a unos 400 euros el kilo, mientras que el nacional, suele estar por encima de los 2.000 euros.

Según cuenta Minuesa, el precio final al que se vende al consumidor el azafrán de este país se sitúa en unos cinco euros el gramo envasado, frente a los seis que cuesta el nacional. En el caso de la especia amparada bajo el sello Denominación de Origen Protegida de Azafrán La Mancha, está entre los siete y ocho euros.

“Tengo clientes importantes pero prefieren vender el iraní porque le sacan más rentabilidad”, lamenta este productor, que apunta que es complicado solucionar este problema porque “el consumidor es el que manda y se rige por el precio”. No obstante, otros países sí optan por el azafrán español. Estados Unidos, Alemania, Suiza, Francia, Brasil y Canadá son algunas de las naciones que importan la especia desde España.

De todas formas, el cultivo se mantiene en el país a pesar de que no tiene la importancia de antaño. Desde el centro de Albaladejito, el investigador Marcelino de los Mozos recuerda que sobre 1915, había en España 14.000 hectáreas cultivadas, que producían unos 125.000 kilos. En 2005, se había reducido a apenas 83 hectáreas y 820 kilos producidos aunque se ha recuperado y en 2017 había 179 hectáreas y 1.577 kilos.

De los Mozos cuenta que antiguamente el azafrán se consideraba “el ahorro” de muchas familias, que guardaban la especia varios años y la vendían cuando lo necesitaban. Eso ahora no es posible para garantizar la máxima calidad: el de esta campaña amparado por la DOP manchega, solo puede venderse hasta diciembre de 2020.