El mejillón cebra, una de las especies invasoras acuáticas más dañinas del mundo, parece afianzarse en las aguas del Júcar. Y es que a la presencia ya constatada de este molusco en el tramo comprendido entre el embalse de El Molinar y la desembocadura del Júcar, en las provincias de Albacete y Valencia, se suma ahora el pantano conquense de Alarcón.
La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha confirmado la presencia de ejemplares adultos en las aguas de este embalse, en el que, por cierto, ya se habían detectado larvas desde 2017. Una “mala noticia”, a juicio de la jefa de Servicio del Área de Calidad de las Aguas de la confederación, Concha Durán, sobre todo, por las consecuencias ecológicas y socioeconómicas que llevan consigo la presencia de esta especie invasora.
Y es que, según explica, el mejillón cebra es un filtrador muy potente y consume mucho fitoplacton, que deja de ser accesible a otras especies, lo que puede producir una alteración de la cadena trófica; sin olvidar que para poder reproducirse y fijarse necesita un sustrato duro y, a veces, ese sustrato duro es otro molusco y acaba matándolo.
Pero por si eso fuera poco, sus efectos socioeconómicos también son importantes, ya que cualquier elemento de una infraestructura en contacto con estas aguas, ya sean comunidades de regantes, una red de abastecimiento o una instalación hidroeléctrica, puede verse dañado, por ejemplo obturando la toma de agua o los filtros y acabando por romperlos.
Los ejemplares adultos encontrados en el embalse de Alarcón, sin embargo, son muy pequeños, por lo que, según apunta Durán, se deduce que, como mucho, llevarán en estas aguas un año o algo así, si bien no deja de ser un problema que preocupa, y mucho, a la CHJ.
No en vano, se trata de un pantano emblemático en la demarcación del Júcar, con muchos usos, juega un papel muy importante en el sistema de explotación de la cuenca hidrográfica, y en especial en el Trasvase Tajo-Segura, y los daños a regantes e instalaciones hidroeléctrias pueden ser considerables.
De ahí que, sea importante, a juicio de la jefa de Servicio del Área de la Calidad de las Aguas, saber por dónde ha llegado al pantano, “no por demonizar a nadie, sino, más bien, para hacer todo lo posible para evitar que vuelva a ocurrir y mejorar la gestión”.
No se tiene la certeza de cómo ha llegado el mejillón cebra a Alarcón, pero lo más común –en palabras de Durán– es que haya sido a través de la navegación y la pesca; es decir, mediante las larvas pegadas a embarcaciones o enseres de pesca, porque “no hay que olvidar que esas larvas no son visibles al ojo humano”.
Por el momento, la CHJ ya ha tomado las primeras medidas declarando una especie de cuarentena en la navegación en Alarcón, de tal manera que los propietarios de embarcaciones que quieran navegar en este pantano no van a poder hacerlo en ningún otro embalse con el fin de no ayudar a esta plaga a propagarse por otras aguas.
Además, desde la confederación se hace un llamamiento a los pescadores a que limpien y sequen sus utensilios una vez hayan terminado la actividad, desde las botas y los neoprenos hasta las cañas y las nasas, porque toda superficie es suceptible de portar estas minúsculas larvas. Y es que, para Durán, no hay que olvidar que “esto es un problema de todos y la solución tiene que pasar por todos”.
La única buena noticia es que el resto de la demarcación del Júcar en la provincia de Cuenca está libre de especies invasoras, incluido La Toba, si bien en Alarcón es posible que no solo esté el mejillón cebra y también haya ejemplares de siluro, tal y como comunicó el Gobierno castellanomanchego a la confederación, aunque, según Durán, “no lo hemos podido constatar”. No obstante, sí hay cierto temor a la previsible llegada de la almeja asiática.