El pistacho y su producción está en pleno auge tanto en nuestra provincia como en Castilla-La Mancha y año tras año no para de incrementar su presencia en el campo. Basta con echar un vistazo a las cifras de su evolución en los últimos años para constatarlo.
Y, de hecho, según la Asociación de Cultivadores del Pistacho de Cuenca (APISTACUENCA), este cultivo ha pasado de ocupar en nuestra provincia una superficie de 654 hectáreas en el año 2015 a las actuales 5.558, lo que supone un incremento en seis años del 750 por ciento.
Una evolución al alza que, tal y como detalla a Las Noticias de Cuenca su presidente, Jesús Vara, ha sido constante y exponencial. Y es que, por ejemplo, en 2016 el número de hectáreas dedicadas al pistacho en la provincia se elevó a las 1.108 hectáreas, 454 más que el año anterior; en 2017, a las 1.740 ha. y una subida de 632; en 2018, a las 2.807 y un aumento de 1.067; en 2019, a las 4.277 ha., 1.470 más que en la campaña anterior; y en 2020, a las ya mencionadas 5.558, que suponen casi 1.300 más.
Una tendencia que Vara prevé que experimente un ligero parón este año, entre otros motivos, por la pandemia de la Covid-19, que ha llevado consigo la caída en el consumo de este fruto seco ante el cierre de bares, pubs y hoteles, y por la buena cosecha registrada en Estados Unidos, uno de los mayores productores del mundo de este cultivo.
Las actuales 5.558 hectáreas del pistacho de la provincia de Cuenca, en su mayoría de la variedad Kerman, no se distribuyen homogéneamente por todo el territorio, sino que se concentran especialmente en las comarcas naturales de La Manchuela y La Mancha, y en menor medida en La Alcarria. De hecho, el presidente de APISTACUENCA recalca que Mota del Cuervo, Iniesta y Villamayor de Santiago son, por este orden, las poblaciones conquenses con mayor extención de terreno dedicado a este cultivo.
No obstante, Vara hace hincapié en que no todas esas hectáreas están ya en producción; de hecho son las menos, puesto que este árbol, tal y como detalla, no comienza a dar producción, al menos, hasta los seis años desde el injerto, pudiendo rondar el kilo en ese momento, y teniendo que esperar hasta los 10 años para que se encuentre en plena producción, que puede oscilar en torno a los 5 kilos.
Hasta llegar a ese momento, remarca que es mucho el trabajo que hay que dedicarle a este cultivo, desde el injerto y la poda hasta el atado a los tutores, el abonado o el riego, si bien es bastante rentable en comparación con otros cultivos propios de la provincia.
Cosecha de este año
La cosecha de este año, según el presidente de APISTACUENCA, ha resultado normal. Y es que en general no se han registrado heladas y la primavera ha tenido un buen nivel pluviométrico, salvo contadas excepciones donde ha llovido menos o lo ha hecho en abril coincidiendo con la polinización, lo que ha provocado que el polen de los árboles-macho cayera al suelo sin llegar a las hembras.
No obstante, el mayor problema que se ha registrado en esta campaña, a su juicio, ha sido que en verano no haya llovido, generando estrés hídrico en los árboles. Y es que aunque no sea una planta que requiera de mucha agua, sí la necesita en momentos muy puntuales, como por ejemplo, en el verano para que engorde el fruto y abra la cáscara, a la vez que posibilite que el árbol no tire las yemas de flor del próximo año y desemboque en vecería.
Los precios de este año, por su parte, han sido muy variados, pero, según apunta Vara, “en todo caso más bajos que en la pasada campaña”. Los precios iniciales marcados por las comercializadoras han experimentado una caída media de más del 50 por ciento, si bien, tal y como aclara, han asegurado que dicho precio se equiparará a la cotización del pistacho en el mercado internacional en el próximo verano, compensando si es necesario.
Jesús Vara, lo tiene muy claro y cree que una mayor unión de los productores es básica para un futuro más prometedor de este cultivo en la provincia. “Es fundamental e imprescindible que el cultivador de pistacho se una, por ejemplo, tanto para el procesado de su producto como para venderlo y, de esta manera, conseguir más beneficios para todos”, recalca. Es por ello que hace un llamamiento a los productores a que se sumen a APISTACUENCA con el fin de hacer un frente común y defender este sector.
En este sentido, ha remarcado que desde la asociación que preside se está intentando hacer todo lo posible para que el pistacho sea un cultivo con futuro en la provincia. De ahí que asegure que van a intentar que en la cosecha del próximo año los cultivadores asociados puedan contar con una planta de procesado (secado y pelado) a donde llevar su producción.
Y, de hecho, Vara señala que ya se está trabajando seriamente en ello, con el fin de alcanzar acuerdos, por ejemplo, mediante la firma de convenios con centros de procesado para lograr abaratar costes, al tiempo que se hagan las gestiones oportunas para la venta directa del producto al mejor precio posible. No en vano, es de la opinión de que “la unión hace la fuerza y cuanto más seamos, mejor”. De ahí que no dude en afirmar que si los cultivadores responden a esta llamada a la unión y se adhieren a la asociación, se planteen, incluso, a medio y largo plazo, la posibilidad de contar con unas plantas procesadoras propias, aunque considere que lo más importante es la venta común, pudiendo llegar lo más cerca posible al consumidor. Asimismo, echa de menos más apoyo de las administraciones y entidades financieras con el fin de que se puedan dar más servicios a los productores, desde formación y asesoramiento hasta analíticas de hojas, etc. Algo que ya se hace desde hace tiempo en regiones como en Andalucía, finaliza.
De “muy interesante para nuestra provincia” califica el delegado provincial de Agricultura del Gobierno regional, Joaquín Cuadrado, el cultivo del pistacho. Y argumenta esta afirmación en el hecho de que se trata de un cultivo muy apropiado para zonas de baja producción de cereal, como hay en nuestra provincia, sin olvidar que “España es aún deficitaria y está importando pistacho de Siria, Irán y Turquía, a pesar de que es de peor calidad que el nuestro”.
Llama la atención sobre el importante crecimiento de la presencia de este cultivo en nuestra provincia, que ya cuenta con más de 5.500 hectáreas, de las que 670 son de regadío, así como en Castilla-La Mancha, con más de 30.000 ha, siendo, de hecho, la principal productora de nuestro país con el 75 por ciento de la producción nacional.
Cifras que vienen a reflejar el auge que está viviendo en estos momentos. Y no es de extrañar, a su juicio, si se tiene en cuenta que es rentable, fácil de trabajar y se injerta sobre un árbol muy común en la provincia, como es el cornicabra, y que está muy bien adaptado a la climatología de la provincia.
Pero, en su opinión, éstas no son las únicas fortalezas del pistacho de cara a un futuro prometedor, puesto que, además, “se trata de un cultivo que se puede convertir a ecológico con gran facilidad y no requiere de mucho abono químico, adaptándose bien al terreno”. En este sentido, Cuadrado ha resaltado que hay varias asociaciones que se están centrando en la producción ecológica y, además, con la UCLM se está realizando un proyecto de investigación para desarrollar estrategias de lucha biológica en el pistacho; es decir utilizar insectos para controlar las plagas.
A pesar de esta excepcional evolución de la producción del pistacho, el delegado provincial de Agricultura considera que la provincia de Cuenca tiene una asignatura pendiente en este sector, que no es otra que la fase del procesado de este cultivo. “Hay algún movimiento, por parte de algunas empresas que quieren montar algo en este sentido, como una planta de procesado, pero que aún no se ha desarrollado”, indica. Sin embargo, reconoce que sí se han dado pasos en el ámbito de los viveros.
Cuadrado, por último, ha querido hacer hincapié en las ayudas que tiene este cultivo. Y es que a las habituales de la PAC, hay que sumar una específica para frutos de cáscara y otra para producción ecológica, si se opta por este método. A ellas hay que unir, recuerda, las ayudas a la incorporación de jóvenes agricultores, con las que la Administración sufraga parte de los costes de plantación. Línea de ayudas que tiene entre sus requisitos que el solicitante tenga menos de 41 años, y como mínimo, 20 ha. de cultivo, mientras que en el cereal son necesarias 100.