Hablar de despoblación y a cualquier persona le viene a la cabeza provincias como Cuenca, Soria o Teruel. Y es que en las últimas décadas han sido especialmente castigadas por este fenómeno demográfico, que está dejando el medio rural vacío. Pero no todo está perdido y siempre queda un lugar para la esperanza.
Y es que al hecho, por ejemplo, de que este serio problema parece haberse incluido, de una vez por todas, en la agenda política de este país o, al menos, hay una concienciación general de la sociedad actual sobre este fenómeno, las cifras de los últimos años vienen a arrojar algo de luz al final del túnel y abandonar en parte ese derrotismo que inunda a la población rural. Si bien es verdad que en los últimos diez años la provincia de Cuenca ha perdido un total de 21.387 habitantes, pasando de los 217.716 del año 2010 a los 196.329 a 1 de enero de 2019 –últimos datos definitivos del INE publicados hace unos días–, esta tendencia a la baja se ha ido reduciendo paulatinamente y, en especial, en los últimos siete años.
En ese periodo, la provincia ha pasado de experimentar en 2013 una caída en el número de habitantes con respecto al año anterior de 6.139 a los 893 de 2019. Una evolución que denota una notable reducción en el descenso de habitantes digna de mención.
Donde más ha subido
No obstante, si se analizan los datos de la última década municipio por municipio, la evolución de la población es de manera generalizada a la baja, unos más que otros.
Con este panorama, sin embargo, indicar que hay una decena de municipios que en estos diez años han experimentado un balance demográfico positivo o, al menos, no han perdido población. A la cabeza de éstos se sitúa la localidad de Arcas, que en la última década ha visto incrementar su número de habitantes en 362 hasta llegar a los actuales 1.716, lo que supone una subida del 26,7%.
Le siguen en este ranking Chillarón con 70 personas más hasta alcanzar los 617; Villar de Olalla, con un aumento de 68 vecinos hasta sumar 1.270; Mira, con +58 y 905 habitantes; Mariana, con +22 y 304 vecinos; Villanueva de la Jara, con +18 y 2.249; Valhermoso de la Fuente, con +7 y un total de 57; Algarra, con +2 y 26 vecinos: Barchín del Hoyo, con +1 y una población de 89 personas; y Castillo de Albaráñez, con la misma población que hace diez años (22).
Donde más ha bajado
En el polo opuesto se sitúan municipios, sobre todo, de las zonas de La Serranía y La Alcarria. Y es que porcentualmente la localidad que más ha visto mermar su población ha sido Valsalobre, con un 61,6% (-37 habitantes); seguido de Beamud, con un 48,6% (-35); La Cierva, con un 47,1 (-25); El Pozuelo, con un 46,7% (-43); Garaballa, con un 46,3% (-51); Pozorrubielos de la Mancha, con un 46,1% (-154); Portalrubio de Guadamejud, con un 45% (-18); Canalejas del Arroyo, con un 42,4% (-137); y Torrejoncillo del Rey, con un 40,2% (-230).
Arcas, Chillarón y Villar de Olalla son los municipios de la provincia donde más ha subido la poblaciónEso sí, si hablamos en términos absolutos, la capital es la que más población ha perdido con 1.499 personas menos, pero, claro, supone un descenso del 2,6%; seguida de Horcajo de Santiago, con 669 (-16%) ; y Villamayor de Santiago, con 587 (-19,1%).
Por último, indicar que han mantenido el tipo tanto municipios grandes, como por ejemplo, Tarancón, con un descenso del 2,9% (-461); San Clemente, con el mismo porcentaje (-216); Quintanar del Rey, con un 4% (-324); o Mota del Cuervo, con un 4,9% (-314), como pequeños, como Villarejo de la Peñuela, con un habitante menos, o Rozalén, con tres menos.
JOAQUÍN GONZÁLEZ MENA, alcalde de Arcas.
Para el primer edil la valoración no puede ser otra que “totalmente positiva” y considera que este aumento de la población es “un poco fruto de todo el trabajo que se viene realizando desde el Consistorio”. Resalta que se ha procurado tener una oferta de servicios adecuada, al tiempo que hemos adaptado la realidad presupuestaria municipal a la de los ciudadanos y tenemos una fiscalidad bastante moderada, complementándola con ayudas de instituciones como Junta o Diputación. Todo ello, unido a un trato cercano de los ciudadanos.
VICENTE REYES, alcalde de Chillarón.
El alcalde no duda en hablar de “satisfacción” por este aumento de la población; algo en lo que, según dice, “hemos contribuido desde el Ayuntamiento” con una serie de medidas en busca de hacer más atractiva la vida en el pueblo, como por ejemplo, el pagar los libros a los niños de los vecinos del municipio o reducir el IBI a las familias numerosas. Esta evolución de la población, asegura, les invita a seguir trabajando en esta línea con el fin de que no se quede en flor de un día.
SANTIAGO VALVERDE, alcalde de Villar de Olalla.
“No solo es un orgullo, sino también una alegría enorme”. Así, tilda el regidor el incremento de población registrado en la última década, máxime, según dice, si esta tendencia sigue en la actualidad. Cree que el trabajo del Ayuntamiento está dando sus frutos y, como ejemplo, pone los servicios a la ciudadanía con una guardería, la ampliación de los colegios, un polideportivo y una vivienda de mayores. Recursos que, junto a la existencia del matadero, hacen de Villar de Olalla un lugar para vivir.