La flamante “Peña Taurina Esaú Fernández” de San Clemente, con apenas un mes de existencia ha sido capaz de organizar su I Jornada Taurina el 25 de enero de este 2020, un año en el que se cumple el centenario de la muerte de José Gómez “Gallito”, más conocido como Joselito, que rivalizó en la Edad de Oro del Toreo con Juan Belmonte, título de la interesante conferencia que pronunció Andrés de Miguel González, presidente de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, una de las de mayor solera de España.
Andrés de Miguel señaló que este año van a dedicar el LXIII Ciclo de Conferencias a la figura de Joselito, “cuya imagen y recuerdo en el toreo defiende la Peña desde su mismo nombre, en memoria de quien representa el toreo clásico y que, junto a Juan Belmonte, protagonizó la llamada Edad de oro del toreo. Se trata de traer a la actualidad el significado de un torero que llevó el clasicismo del toreo a su máxima expresión, como base para la renovación, consolidación y difusión de las corridas de toros”.
Apuntó el presidente de “los de José y Juan” que Joselito fue un personaje notable en la sociedad de principios del siglo XX y revolucionó el toreo desde 1912 a 1920, en esas edad de oro en la que primaba la presencia del toro”. Citó a toreros del siglo XIX y del Siglo XX que prestigiaron la Tauromaquia. Espera Andrés de Miguel que el Centenario de Joselito sirva “para reivindicar la primacía del toreo clásico como garantía para la continuidad de las corridas de toros”.
JOSELITO EN SAN CLEMENTE: 1916 Y 1917
En la introducción de la I Jornada de la Peña sanclementina, el secretario, Santiago Martínez, hizo mención expresa a un reportaje de José Vicente Ávila “Chicuelito” sobre las dos tardes que Joselito toreó en San Clemente en 1916 y 1917, la única plaza de la provincia de Cuenca en la que “Gallito” hizo el paseíllo. Dos tardes en la Villa sanclemetina, que pasan con letras de oro a los anales de la Historia de la Tauromaquia Conquense.
Recordó Santiago Martínez que “una de las grandes figuras del toreo, José Gómez “Joselito”, muerto por el toro “Bailaor” en la plaza de toros de Talavera de la Reina, el 15 de mayo de 1920, cuando contaba con 25 años, actuó en dos ocasiones en la más que centenaria plaza de toros de San Clemente. Precisamente el 15 de septiembre de 2016 se cumplieron cien años de la primera actuación de Joselito en San Clemente, en un mano a mano con Isidoro Martí Flores, conocido artísticamente como “Flores”.
Para desplazarse a San Clemente, el torero de masas de los primeros años del Siglo XX utilizó el ferrocarril, que era el medio más rápido de esa época, llegando hasta Villarrobledo, y en coche de caballos viajó hasta la localidad conquense. De aquella tarde taurina del 15 de septiembre de 1916, recogía el periódico conquense “El Liberal” que “media hora antes de comenzar la corrida se desencadenó una espantosa tormenta, cayendo en la parte alta de la vivienda donde se hospedaban Flores y Joselito con sus cuadrillas, una descarga eléctrica, produciendo el consiguiente pánico y grandes destrozos materiales en las cocinas, no ocurriendo desgracias personales y resultando milagrosamente ilesos los criados y las cocineras. El veterano Blanquet y los chaufeurs (así se citaba a los chóferes) cayeron al suelo desde los autos al sentir la descarga”.
En lo que respecta a la corrida en sí, lloviznó al comienzo y ya en el sexto toro descargó una lluvia torrencial que no impidió el final de la lidia. A pesar del mal tiempo, la plaza de San Clemente, inaugurada ocho años antes, el 29 de agosto de 1908, se llenó hasta la bandera, pues Joselito era la gran figura del momento. Se lidiaron seis toros del duque de Tovar, y tanto el valenciano Flores como Joselito rivalizaron en el ruedo en quites y en mostrar lo mejor de su toreo, entre las ovaciones de la concurrencia.
Abrió plaza Flores con un toro que se empleó en varas y en banderillas. Con la muleta, faena inteligente y con adornos, que acabó de una estocada entera, cortando una oreja. En el tercero, los picadores fueron al suelo en varias ocasiones (los caballos no llevaban petos entonces) y Flores realizó un quite con lances ajustados. Con la flámula volvió a estar airoso y decidido para despachar a la res de media lagartijera, siendo muy aplaudido. En el quinto, Flores intentó parar al toro de Tovar que se mostraba reservón y huidizo, aunque tomó tres varas. Con la muleta, el torero valenciano hizo una faena de aliño viendo las condiciones del morlaco al que prendió una estocada, siendo aplaudido.
La expectación en San Clemente estaba, naturalmente, en la presencia de José Gómez “Gallito”, conocido entonces como “el niño prodigio”, con sus 21 años cumplidos. Aficionados de toda la comarca acudieron hasta la localidad conquense en esa tarde de toros del 15 de septiembre, pese a los nubarrones y la amenaza de lluvia. En su primero, Joselito rivalizó en quites con Flores, y tras la intervención de los piqueros y banderilleros, “el hijo de la señá Gabriela” entusiasmó al público con una faena lucida, “sentando cátedra de toreo fino”, refrendándola con una estocada. Entre el flamear de pañuelos se le concedió una oreja.
En su segundo, cuarto de la tarde, se desató la locura en los tendidos. Lucido con el capote, “veroniquea parado recortando temerariamente”, apunta el cronista. Tras colocar tres pares de banderillas, Joselito tomó la muleta y maravilló al público, según la reseña, que decía así: “el artista de la incomparable elegancia y de la sin rival sabiduría taurómaca, ejecuta una faena soberbia, arrodillándose en cada pase y cogiéndose repetidas veces a los pitones”.
El público, que ruge de entusiasmo y permanece de pie desde el comienzo de la faena, “cállese total y repentinamente. ¡Sensación! Es que el maestro, el Papa taurómaco acaba de perfilarse airoso, cubriendo su cuerpo “casi invisible” ante los “telegráficos” pitones del monstruoso animal. Y lento, casi imperceptible, sepulta el acero en todo lo alto, saliendo el matador por los costillares limpio y arrogante… (Música, prendas, rabo y orejas… ¡El delirio!”.
En el sexto, el que cerraba plaza, el público volvió a estar expectante, pero la lluvia apareció de nuevo de manera torrencial, desanimando a todos. Joselito abrevió la faena para acabar con una entera y descabello.
El año siguiente, 1917, Joselito volvió a San Clemente, también el sábado 15 de septiembre, junto a su amigo Flores y Limeño, con toros de Samuel Hermanos, que cumplieron en general. La plaza se llenó. La breve reseña del “Liberal” nos dice que Flores estuvo superior en el primero, al que cortó una oreja, y bien en el cuarto, ovacionado. Joselito también estuvo superior en el segundo de la tarde, al que le cortó un apéndice, y regular en el cuarto, entre división de opiniones.
El triunfador de la tarde fue Limeño, que se mostró valiente en el tercero y cortó las dos orejas del sexto, en el que estuvo superior, incluso banderilleando. De la reseña publicada en “Abc”, se dice que “Gallito veroniqueó superiormente al segundo. Hizo una gran faena de muleta, lucidísima; mató de una estocada y un descabello. (Ovación y oreja). En el quinto banderilleó con aplauso de la concurrencia. Con la muleta, valiente; media estocada y un descabello.” Joselito toreó al día siguiente en Madrid, hasta donde se desplazó en tren desde Villarrobledo.
Un año antes en 1915, se había intentado traer a Cuenca a Joselito para que torease en la plaza de Caballer en la feria de San Julián, pero no fructificaron las gestiones, actuando entonces su amigo y rival, Juan Belmonte, alternando con Manuel Rodríguez, el padre de Manolete, y Rafael “El Gallo”.
Por tanto, la plaza de toros de San Clemente, por doble partida, entra con derecho propio, con anécdotas incluidas, en el circuito de corridas de toros toreadas por Joselito en su brillante carrera taurina, rota por la tragedia vivida la tarde del 20 de mayo de 1920 en Talavera de la Reina de la que se van a cumplir los cien años. La Peña “Esaú Fernández”, de San Clemente, ha sido una de las primeras en recordarlo.