Las altas temperaturas registradas en el mes de mayo han dejado tras de sí una reducción del 35% en la producción de cereal de la provincia de Cuenca, por lo que se reducirá hasta las 700.000-800.000 toneladas, mientras que en la campaña anterior se llegó a los 1,1 millones. Y eso que la superficie destinada a estos cultivos no ha variado con respecto a campañas anteriores, situándose en las 330.000 hectáreas, de las que 270.000 se han dedicado a cebada, 30.000 a trigo y otras tantas a centeno, avena y triticales.
Estas son, al menos, las cifras que maneja la organización agraria Asaja de Cuenca, cuya sectorial del cereal se ha reunido este lunes con el fin de analizar la actual situación de la campaña a las puertas del inicio de la cosecha. Su responsable, David Manzanares, ha culpado especialmente a la ola de calor de esta reducción de cosecha, aunque también ha tenido algo que ver la irregular pluviometría de este año, con unos meses de enero y febrero extremadamente secos y unos meses de marzo y abril inusualmente lluviosos.
Una merma que, según estiman, se traducirá en unas pérdidas de 85 millones de euros, que, tal y como ha subrayado Gerardo González, miembro del Comité Ejecutivo de Asaja Cuenca, repercutirá directamente en el agricultor, puesto que Agroseguro solo cubre el 70% de la producción, lo que llevará consigo que los productores vayan a perder el margen de beneficios.
Y eso ocurre, precisamente, en un escenario internacional un tanto adverso con una escalada de precios en el combustible, los fertilizantes y las semillas, que, tal y como ha recalcado Manzanares, ha triplicado los costes de producción. Algo que, en opinión del responsable de la Sectorial de Cereal de Asaja Cuenca, es un problema, máxime en un escenario con un previsible aumento de los tipos de interés.
Eso sí, también está provocando que los precios de los cereales se encuentren en estos momentos en unos niveles “históricamente altos”, con la cebada en un máximo de 370 euros por tonelada, el trigo duro en los 549 y los trigos blandos y maíz en los 420 euros.
Como consecuencia, desde Asaja Cuenca se insiste en la necesidad de cumplir la Ley de la Cadena Alimentaria y, por lo tanto, los agricultores vendan su cosecha mediante contrato de compra-venta; algo que, sin embargo, reconocen que será algo más difícil, porque “no sabemos ahora mismo qué rendimientos puede haber y, además, la volatilidad de los precios es muy alta y no sabemos cómo se van a comportar a lo largo de la campaña”.
Aun así, tanto Manzanares como González, coinciden en señalar que los agricultores van a necesitar liquidez al venir de una campaña con unos costes muy elevados, por lo que invitan a que vendan cuando tengan la seguridad que cubren gastos.
En todo este escenario, la guerra de Ucrania tiene mucho que decir, en opinión de Asaja Cuenca. Y es que la tercera parte de las 36 millones de toneladas de cereales que se consumen en España, un tercio procede del Mar Negro, que ahora mismo está cerrado y a corto plazo no se espera que la situación vaya a cambiar, lo que, sin duda complica más la situación, sobre todo, si se tiene en cuenta la escalada del dólar, que se acerca a la paridad con el euro; algo que no ocurría desde hacía mucho tiempo.
Con este panorama, el pronóstico no es, precisamente, muy halagüeño y, a la espera de conocer las producciones de cereales de los países europeos, Manzanares ha indicado que “en España hay reservas de cereales -por cierto, históricamente bajas- para terminar el verano y empezar el otoño, poco más”.
Pero las consecuencias de este escenario también están perjudicando, y mucho, al sector ganadero. Manzanares ha detallado que esta escalada de precios, tanto de los combustibles como de los piensos, etc., está llevando a muchos ganaderos a la reducción de sus cabañas. De hecho, según explica, en la actualidad en los mataderos hay un alza anormal de sacrificios.