Jesús García, de 31 años, es del municipio conquense de Buendía. Vive en Lisboa (Portugal) desde hace cinco. Llegó allí de Erasmus, encontró trabajo y se quedó. Tiene claro que piensa votar en las próximas convocatorias de elecciones “y en todas las que vengan”. “Siempre que me dejen, claro está”, puntualiza. Y es que se queja de las dificultades a las que se enfrentan los españoles que residen en el extranjero para ejercer su derecho al sufragio: “Más que complejo, yo diría que es vergonzoso el sistema del voto rogado”.
El joven es uno de los 3.647 nacidos en la provincia de Cuenca (1.858 mujeres y 1.789 hombres) que viven en el exterior, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE) a fecha 1 de enero de 2019. No obstante, a efectos electorales, el número baja hasta 1.400 personas inscritas en esta provincia (739 mujeres y 661 varones). En cuanto al conjunto nacional, en total se contabilizaron 2.545.729 personas nacidas en España viviendo en otros países.
“Las cifras del INE son de quienes se registran en consulados. En Marea Granate ya se demostró que hay más gente emigrada de la que aparece en esos datos”, dice Jesús.
Aquellos que deseen participar en las elecciones generales del 28 de abril y en las europeas y autonómicas del 26 de mayo, tendrán que pasar dos veces por los trámites, con la Semana Santa por medio.
Baja participación
Desde 2011, la normativa obliga a los españoles que viven en otros países a comunicar formalmente su voluntad de ejercer su derecho al sufragio. Este sistema, que se puso en marcha para evitar posibles fraudes debido a numerosos errores en el censo, ha desplomado la participación electoral desde el exterior. Desde Marea Granate (movimiento que agrupa a los emigrantes forzados por la situación económica) califican directamente al voto rogado como “voto robado”. Y es que, si antes de la reforma la participación se movía entre el 20% y el 30%, a partir de ese momento se redujo a porcentajes entre el 5% y el 10%.
El proceso para votar es diferente si el emigrado está inscrito como residente permanente o como no residente pero una de las principales dificultades es que los trámites deben hacerse en un consulado español. Jesús es de los ‘afortunados’ que vive en una ciudad con oficina consular por lo que no tiene que desplazarse hasta otra población. Sin embargo, recuerda que “en Islas Azores o Islas Madeira no hay consulado”.
Estaría bien que los plazos para los trámites fueran más amplios y que las embajadas pudieran contar los votos in situ. Habría que derogar la ley del voto rogado”Jesús ya votó en las dos últimas elecciones generales de 2015 y 2016 desde Lisboa. Es de los pocos que pudieron ejercer su derecho al sufragio: logró hacer la tramitación, que le enviaran las papeletas a tiempo y remitirlas a la mesa electoral. “Se contabilizó mi voto, único del pueblo que vino del extranjero”, recuerda. Sin embargo, se queja de que a la Oficina del Censo Electoral Provincial “se le olvidó” reembolsarle el dinero del voto.
El conquense explica que hay una partida reservada en cada convocatoria electoral para compensar el coste que a las personas que viven en el exterior les genera enviar las cartas certificadas con los votos desde otros países a España.
“Si en dos elecciones no me han dado ese poco dinero, que no cubre realmente el total del coste que a mí me generó, y existe partida presupuestaria para ello... ¿dónde ha ido a parar? Yo no lo tengo. Ahora este caso llévalo a los miles de españoles que votamos desde el exterior”, subraya.
Para facilitar el proceso, el joven reivindica en primer lugar al Gobierno central que dote a los consulados de más medios, “tanto recursos económicos como personal funcionario que pueda atender el aumento de la emigración española”, al tiempo que denuncia que “en los últimos años se ha ido recortando presupuesto en el Ministerio de Exteriores”.
Por su parte, la conquense Leticia vive en un pueblo cercano a Amsterdam (Países Bajos). “A unos 20 minutos en tren”, concreta. Reconoce que aunque al principio solo contaba con la información de Marea Granate, después el consulado le ha aclarado bien, vía telemática, los trámites. La oficina de Amsterdam abrió el fin de semana para facilitar el ruego del voto aunque ella no pudo ir. Así que intentará encontrar a alguien que no quisiera votar para que lo haga por ella. Marea Granate ya puso en marcha en elecciones pasadas la inicitiva 'Rescata mi voto, para poner en contacto a emigrantes con abstencionistas para que no se pierdan votos.
Pablo, de Cuenca capital, lleva viviendo en la ciudad alemana de Berlín desde la primavera de 2014. El joven, de 26 años, también se queja del proceso: “Estaría bien que los plazos para los trámites fueran más amplios, que te pudieras descargar las papeletas por internet, que hubiera más flexibilidad por parte de los consulados a la hora del tipo de registro o que las embajadas pudieran contar los votos in situ. En definitiva, estaría bien que derogaran la ley del voto rogado”.
Jesús García, de Buendía (Cuenca) reside en la ciudad portuguesa de Lisboa desde hace cinco años. Reclama que se implante un sistema de inscripciones y reclamaciones del censo electoral a distancia para facilitar los trámites a los que no tengan consulados cerca de sus poblaciones y a los que no se puedan desplazar en los horarios de las administraciones. Por último, pide más campañas informativas por parte de las instituciones públicas y habilitar canales de “consultas fiables”. “La falta de información, en muchos casos, hace que la gente no sepa que puede ejercer su derecho a voto estando en el exterior”, lamenta.
Pablo, de 26 años, vive en Berlín desde 2014. “Voté en las últimas elecciones generales y tengo pensado votar este año”, explica. Sin embargo, no sabe si va a poder por “la compejidad del sistema”.
En los últimos comicios se inscribió como residente temporal en el consulado, algo que ya no puede hacer para esta. “Me tendría que haber inscrito como residente permanente, pero si hago eso solo puedo votar en las generales y no en las locales de mayo, que son donde más puede contar cada voto individual. Mi plan es volver a España dentro de poco, por lo que me interesa poder votar en todas las convocatorias”, añade.
Así que desde Berlín no va a poder ejercer su derecho al sufragio: “Solo me queda la opción de volar a España a propósito”.
Voto de no residente
La conquense María Muñoz, de 21 años, estudia desde agosto en Washington DC, donde estará hasta junio. Al ser una estancia corta, ha solicitado el voto de no residente. Tiene la suerte de que no tiene que ir a otra ciudad para hacer los trámites. “El proceso es bastante sencillo. Tienes que registrarte en el consulado y rellenar un papel que está en la web del Ministerio de Exteriores. Después, tienes que indicar la dirección para el envío de las papeletas y ya tú te encargas de enviarlas de vuelta. Toda la información está perfectamente explicada en la página del consulado. Creo que todo está bastante bien organizado”, asegura.
Marea Granate advierte de una participación “ínfima” desde el exterior en los próximos comiciosEspaña vivirá dos jornadas electorales en tan solo un mes. El 28 de abril se celebran comicios generales y el 26 de mayo se elegirán los representantes europeos, autonómicos y municipales.
Los trámites para votar desde el exterior de las dos convocatorias se solapan por lo que desde Marea Granate, movimiento que agrupa a los emigrantes forzados por la situación económica, alertan de que el actual sistema de voto rogado tendrá como consecuencia una participación electoral “ínfima”.
Desde este colectivo señalan que la prematura convocatoria de elecciones generales “ha dado al traste” con la propuesta de reforma de la ley electoral presentada por el PSOE y con los dos años de trabajo de la subcomisión creada en el Congreso.
Una de las medidas que se pretendía aplicar era que los electores en el exterior no tuviesen que rogar el voto. Con el fin de agilizar los trámites, la oficina del censo les remitiría una papeleta en blanco que deberían rellenar.
Al no haber prosperado esta fórmula, los emigrados tendrán que estudiarse bien el calendario de plazos. Para las elecciones generales, tenían hasta el 30 de marzo para rogar el voto. Aunque la Junta Electoral Central ha ampliado hasta este lunes 1 de abril el plazo para los residentes permanentes. Del 8 al 16 de abril, se envían las papeletas a los españoles que viven en el extranjero, que tendrán hasta los días 23 y 24 (residentes permanentes y no residentes) para remitirlas. El voto en urna consular (solo para residentes permanentes) se podrá depositar hasta el 26 de ese mes.
Pero en medio de esos trámites, arrancan los del proceso electoral del 26 de mayo. Para esta convocatoria, el ruego de voto se hará del 3 al 27 de abril. Del 6 al 14 de mayo, se envían las papeletas a los emigrados, que podrán votar por correo en cuanto las reciban. El plazo para hacerlo finaliza los días 21 y 22 de ese mes (residentes permanentes y no residentes). El voto en urna será del 22 al 24.
Marea Granate alerta de los “plazos aún más exiguos” de los habituales en el caso de la convocatoria electoral general del 28 de abril puesto que el envío de la documentación electoral a la diáspora española coincide con la festividad de Semana Santa. “La documentación electoral no alcanzará a la mayor parte del electorado español en el extranjero”, advierten.
“Entre quienes sí consigan acceder al consulado para votar, es poco probable que sus papeletas lleguen a tiempo para el recuento general, tres días después de las elecciones”, lamentan.
Para las elecciones del 26 de mayo, se atreven a vaticinar “unos índices de participación exterior cercanos a la nulidad” en el caso de “no tomarse medidas extraordinarias”. “Los trámites se solapan. Esto provocará, en numerosos casos, confusión u olvidos entre el electorado”, lamentan. Por ello, una de las peticiones de Marea Granate era que solo se tuviera que rogar el voto una vez para simplificar.
El desplazamiento al consulado es una de las grandes barreras para los residentes en el extranjero a la hora de votar puesto que muchos viven a cientos o incluso miles de kilómetros de distancia. Desde Marea Granate, Berta, de 49 años y residente en Copenhague desde hace 18, pone el ejemplo extremo de un español que vivía en Martinica y tenía que desplazarse a París para hacer los trámites. “Aunque la dificultad al final es la misma si son 400 kilómetros de distancia que si son 6.000”, reconoce.