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Mujeres en mundos 'de hombres'

Hablamos con Nuria Fuentes, Estefanía Mora y Tere Tébar, encargadas en Obras Públicas; y Amparo, de las primeras mujeres resineras
Mujeres en mundos 'de hombres'
Nuria Fuentes Caballero es la encargada general del taller de maquinaria de Obras Públicas de Cuenca.// Foto: Saúl García
08/03/2019 - Dolo Cambronero

Son tablas en las que tradicionalmente se han desenvuelto los hombres. Pero cada vez hay más mujeres en el sector de las obras públicas. Nuria Fuentes, Estefanía Mora y Tere Tébar son tres ejemplos de la presencia femenina en este ámbito en la provincia de Cuenca.

La conquense Nuria Fuentes, de 48 años, es la encargada general del taller de maquinaria de Obras Públicas de Cuenca. En realidad, llegó a este sector casi por casualidad, porque ella lo que quería era estudiar Medicina pero no le dio la nota.

Su hermano, que estaba haciendo Caminos, le recomendó que entrara en Obras Públicas y que se preparara de nuevo Selectividad al mismo tiempo durante ese primer año de universidad, con la intención de examinarse otra vez e intentar acceder a la carrera que quería.

“Pero me gustó y me quedé. En Dibujo Técnico, iba más floja pero se me daban bastante bien todas las asignaturas. Así que decidí seguir”, rememora.

Estudió en el Politécnico de Valencia y entonces, las alumnas eran minoría. “Cuando empecé, había unos 100 hombres y solo cinco chicas. Pero cuando estaba terminando la carrera, ya se veían más mujeres”, apunta.

Tras finalizar sus estudios no le costó mucho encontrar trabajo, primero en la empresa privada y luego en la administración. “Llevo toda la vida en esto”, detalla. Pero asegura que a lo largo de todos estos años no se ha sentido discriminada por su sexo. “Trato poco con mujeres. Mis compañeros son hombres y soy una más. El trato ha sido siempre bueno. Aunque siempre te encuentras con alguno que no te considera su jefa...”, reconoce Nuria.

En su actual puesto lleva desde junio de 2017, aunque explica que la mayor parte de su carrera se ha centrado en obra civil. “Me encanta el ferrocarril. Y no he estado nunca en ese sector”, dice con resignación mientras que explica que decidió opositar para entrar en el sector público con el objetivo de tener una vida más cómoda.

Porque, aunque no ha sentido discriminación en su carrera, señala que en el ámbito personal sí se nota el peso de su trabajo. Así, detalla que compatibilizar ese sector con la esfera privada es más difícil para una mujer. “Tienes que ir a las obras y se viaja mucho. Tú eres el responsable de la carretera. No ves a tus hijos”, apunta.

“Para un hombre es más fácil”, considera, explicando que ellos, aunque tengan familia, están normalmente “más despreocupados”. El ámbito doméstico sigue siendo así un campo de batalla para la igualdad. Por esto, se pasó al sector público y abandonó la obra pura y dura.

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PROBLEMAS POR SER MUJER

El caso de Estefanía Mora, de 35 años y encargada de Obras Públicas en Motilla del Palancar, es diferente. Aunque reconoce que no se siente discriminada con sus compañeros actuales, asegura que sí ha tenido algún problema anterior. “Te quitan autoridad por el hecho de ser mujer”, afirma, aunque puntualiza que fueron “personas de otras culturas”. “Al final me hicieron caso pero tuvo que mediar el jefe”, recuerda.

“Ahora ya no tengo problemas. La aceptación es total. Yo estoy muy contenta”, indica Estefanía, que es de Carboneras y es técnica superior en Edificación y Obra Civil. Comenzó trabajando en una empresa privada de construcción, cuando el sector aún no había entrado en crisis. Después se presentó a unas oposiciones y se quedó en bolsa. La han llamado en varias ocasiones, pero por diferentes motivos no pudo aceptar. Hasta que hace 13 meses le ofrecieron su actual puesto y dijo que sí.

Las labores que desempeña son eminentemente administrativas y de organización y supervisión de las tareas, controlando las incidencias. “Somos los responsables de que el trabajo se ejecute con seguridad. No supone esfuerzo físico”, recalca.

En cuanto a la presencia femenina en el sector de las Obras Públicas, apunta que “en este gremio se ven pocas. Aunque cada vez va habiendo más, sigue siendo un trabajo de chicos”. No obstante, detalla que en el caso de la provincia de Cuenca, “las mujeres serán la mitad del total”. “En San Clemente también había una peona”, detalla.

“Ser encargada no requiere esfuerzo físico. De peón, ya cambia. Habrá gente que pueda con todo pero, por ejemplo, si yo me pongo a picar piedra, no puedo. Si una mujer es pequeña y delgadita, el martillo neumático pesa más que ella. No puedes aunque quieras. Hay que reconocer esas limitaciones físicas”, señala. Aunque también he sido peón y hemos hecho lo mismo los chicos que las chicas”, asegura.

La responsable añade que conoce mujeres que han estado en retenes de incendios, “que es un trabajo físico, y no se han sentido discriminadas tampoco”.

Estefanía aconseja a otras mujeres a las que les guste este sector que se animen a entrar en él. “Aunque, como todo, depende de la gente con la que des. Yo me he sentido muy bien trabajando con chicos”, apunta.

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APOYO DE COMPAÑEROS

Tere Tébar, de Tarazona de la Mancha (Albacete), es nueva en este sector. Desde septiembre, es la encargada de Obras Públicas en El Pedernoso. “No me he sentido discriminada. No veo machismo. Desconocía este ámbito pero con el apoyo de mis compañeros, estoy aprendiendo. Es un mundo nuevo para mí”, explica.

En 2017, vio que habían salido unas oposiciones para encargado de Obras Públicas. “Miré el temario y no me disgustaba”, recuerda. Así que decidió presentarse y sacó la plaza, aunque no se incorporó en su puesto hasta el pasado septiembre.

Las labores que realiza son sobre todo organizativas para el mantenimiento de las carreteras del municipio, y de control y supervisión. “También voy al tajo con ellos. Algunas veces, les ayudo a, por ejemplo, quitar ramas. Pero no es mi labor”, concreta.

“Cada vez hay más mujeres en este sector”, señala, por lo que aconseja a otras que pudieran estar interesadas en este ámbito a que se atrevan a trabajar en el mundo de las obras públicas. Ella tiene la percepción de que “los hombres son cada vez menos machistas”.

Mujeres en mundos 'de hombres'
“Fui de las primeras en irme a resinar. El trabajo es duro pero te da paz”

Tradicionalmente, han sido los hombres los que iban al monte a extraer la resina. Amparo, de 49 años, fue de las “primeras mujeres” en Almodóvar del Pinar en sumarse al tajo. Tras hacer un curso de resinación, hace unos siete años se animó a acompañar a su marido al campo, siendo consciente de la aspereza de un solitario oficio que, sin embargo, dice que le gusta mucho: “El trabajo es duro. Pero sientes una paz enorme al estar al aire libre, en contacto con la naturaleza”.

Desde hace casi un año, Amparo forma parte del personal contratado por la multinacional portuguesa que se ha instalado en Almodóvar del Pinar. Son unos 80 empleados, de los cuales ocho son mujeres.

Asegura que no se ha sentido discriminada en el trabajo y hay compañerismo entre todos. “Y te echan una mano. Si ven que hay un pino más alto y no alcanzas, te ayudan. Yo es que soy bajita”, bromea esta almodovareña.

Para Amparo, “lo más duro es desroñar”, el proceso que consiste en quitarle una parte de la corteza al pino, donde se colocará después la pica por la que fluirá la resina. Habitualmente es en mayo cuando se comienza a ‘picar’. Cada persona, se ocupa de alrededor de entre 5.000 y 6.000 árboles en cada temporada.

De todas formas, destaca que desde que empezaron a trabajar para esta empresa, aunque no deja de ser duro, al menos, es un oficio menos solitario porque ahora van en cuadrillas de unas doce o catorce personas. “Te haces compañía y es más llevadero”, indica.

También han mejorado sus condiciones laborales dado que antes estaban como autónomos y solo unos meses al año, puesto que la campaña va de marzo a noviembre, mientras que ahora trabajan todo el año. En estos momentos, están realizando tareas de limpieza en el monte, preparándolo para la nueva temporada.

Otro de los aspectos más duros de este trabajo es que se sufren todas las inclemencias meteorológicas. En verano, se soportan altas temperaturas. “Y en invierno, hace frío o llueve. A veces, hasta nieva”, concreta. Además, “también se cansa uno de andar”.

Sin embargo, está contenta con su profesión: “Una vez que la conoces, es bonita y se está muy a gusto. Yo animaría a otras mujeres a trabajar en la resina. Tienes la oportunidad de otra vida. Si no, te pasas el día metida en casa”.