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Las mujeres conquenses pisan con fuerza en el medio rural

Anabel Pérez, de 22 años y propietaria de 500 ovejas en la localidad de Arcos de la Sierra, es el ejemplo de que la actividad agraria no es solo cosa de hombres
Las mujeres conquenses pisan con fuerza en el medio rural
Anabel Pérez con sus 500 ovejas, con las que sale cada día a pastorear por los alrededores de Arcos de la Sierra.
08/11/2017 - Nuria Lozano

La mujer gana presencia en la actividad agraria. Las explotaciones de titularidad compartida, es decir, aquellas que constituyen un matrimonio o pareja para la gestión conjunta de la misma, ha pasado en Cuenca de cero a 32 en dos años y en 2016 un total de 69 mujeres se incorporaron a trabajar en el medio rural gracias a las ayudas del Gobierno regional.

Son datos significativos que aportaba el delegado de la Junta en Cuenca, Ángel Tomás Godoy, en las recientes jornadas organizadas por la Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural (AMFAR) y Asaja Cuenca. “Hemos propiciado que las necesidades de la mujer rural se tengan en cuenta en el Programa de Desarrollo Rural (PDR) pues tenemos claro que las mujeres son fundamentales para fijar población y mejorar la calidad de vida en los pueblos”, decía en este foro.

“NOS TEMEN”

Anabel Pérez, de 22 años, es pastora y sabe bien lo que es trabajar duro en el campo. Esta joven de Arcos de la Sierra compró cuando cumplió los 18 años 500 ovejas, en parte para seguir con la tradición familiar, ya que sus padres también tienen ganado, y también “porque vi la oportunidad de hacer algo que me gustaba y ganarme así la vida”.

Hoy no puede estar más orgullosa. “Las mujeres no es que pisemos fuerte en el medio rural, es que pisamos fortísimo y los hombres nos temen porque ven que entramos con ganas, nos gusta y, a pesar de que muchas veces se nos infravalora, le ponemos un empeño extra y lo acabamos haciendo mejor”, destaca.

En su opinión, la Administración regional está apoyando para que esto sea así, no solo a través de ayudas, sino facilitando los trámites a la hora de emprender. A Anabel le consta que son varias las mujeres de Cuenca que se lanzan a estos trabajos tradicionalmente masculinos. “Yo tuve que hacer un curso de formación para entrar en la ganadería y había varias”. Además de ella y su madre en Arcos de la Sierra, en la zona hay otra pastora en Las Majadas y otra en Castillejo.

"Algunos se vuelven locos si te ven pastoreando con las uñas pintadas"

Esta empresaria afirma que en su pueblo no ha vivido machismo “pero sí lo hay fuera. A mi jamás me han preguntado que cómo puedo hacer esto, al contrario, me felicitan y me dicen que llevo muy bien a mis ovejas”.

Eso sí, los más mayores se sorprenden de que, por ejemplo, sea capaz de levantar un animal, “o se vuelven locos si nos ven a mi madre o a mi con las uñas pintadas”. Y es que, aclara, el salir de pastoreo no está reñido con cuidar la imagen. Y menos en el caso de Anabel que además de ganadera es esteticién. “¿No soy pastora porque no llevo la cara roja o quemada?. Yo me protejo para salir al campo, y si hace frío me abrigo y si quema el sol me pongo protector solar”.

Reconoce, con todo, que es un trabajo duro “pero a la vez muy gratificante”. “Es bastante difícil los días que estás en el campo con frío o lluvia y echarles de comer a los animales supone un gran esfuerzo físico. A veces nos dan tirones y tenemos que bajar el ritmo o parar un día”.

La jornada se extiende de sol a sol y hay que sacar las ovejas todos los días. Sin embargo, “tiene cosas muy buenas no es un trabajo rutinario de oficina, te da el aire, sales al monte, caminas... Es muy gratificante cuando las ovejas paren y ves a los corderillos que están bien, o las ves pastar y están sanas... eso es algo que te llena porque al fin al cabo trabajo con seres vivos, conozco a todas mis ovejas y les tengo mucho cariño”.

Por otra parte, nunca ha renunciado a su vida personal, “Es sacrificado, como puede serlo otro empleo, pero en mi caso me siento afortunada porque entre mis padres y yo nos arreglamos y nos turnamos para ir a comer o para irnos unos días de vacaciones”, cuenta . “Soy consciente de que no me puedo ir un fin de semana entero a unas cabañas rurales, pero llega el viernes o el sábado y dejo a mi ganado antes de cenar, me arreglo y me voy a Cuenca a salir con mis amigas”.

Respecto al día a día en el campo, indica que lo más importante es ser constante y mentalizarte, “saber que es tu trabajo y decirte a ti misma: yo puedo con esto y más”. A los que aún desconfían de que una mujer no puede hacer ciertas tareas, Anabel Pérez les rebate: “no todo es cuestión de fuerza, sino de saber apañártelas y aguantar”.

Una joven pastora conquense que asegura que, hoy por hoy, seguirá apostando por su ganado porque le ha costado mucho esfuerzo conseguirlo. “Soy feliz estando con mis ovejas y no me veo haciendo otra cosa”.