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Un monolito revive la memoria del poblado Las Casetas

Vecinos y familiares homenajean este enclave ubicado cerca de Olmedilla de Alarcón, destinado a trabajadores de la entonces Hidroeléctrica España
Un monolito revive la memoria del poblado Las Casetas
Fotos cedidas
15/07/2024 - C.I.P.

Un monolito en las cercanías de la subestación eléctrica de Olmedilla de Alarcón rescata para la memoria el desaparecido poblado ‘Las Casetas’, uno de los muchos que se construyeron al amparo de las grandes infraestructuras hidroeléctricas y que representan un capítulo importante en el desarrollo industrial y social del país. 

Tras la automatización de la subestación, el abandono y el vandalismo acabaron por derrumbar los restos del esplendor que tuvo en su día esta pequeña aldea que en la primera mitad del siglo XX ofrecía a los entonces trabajadores de Hidroeléctrica España unas comodidades inusuales en la época. 

“Teníamos nuestra propia escuela, médico privado, economato con servicio a domicilio, iglesia y unas fiestas espectaculares”, relata Carolina Ojeda Moreno, antigua vecina y una de las impulsoras del homenaje que se ha rendido a las personas que trabajaron, vivieron y nacieron en el poblado de Las Casetas. “Lugar importante en sus vidas, lleno de recuerdos y sentimientos en cada rincón, que siempre estarán en su memoria”, como reza en la placa que corona el monolito instalado en los terrenos que ocupaba el poblado. Un emotivo acto que ha reunido a cerca de 80 personas entre antiguos vecinos y sus familias.

Ubicado a unos tres kilómetros de Olmedilla de Alarcón, el complejo industrial de Las Casetas tenía capacidad para la residencia de una veintena de familias, pero han sido muchas más las que han pasado a lo largo de su historia. “Las casas iban cambiando de ocupantes según se jubilaba el personal encargado del funcionamiento y mantenimiento de la subestación eléctrica. Era un poblado muy pequeño pero muy grande”, cuenta Carolina Ojeda.

Los poblados de Hidroeléctrica Española, hoy Iberdrola, representaron en su día un medio de vida estable y atractivo para muchas personas. Proporcionaron no solo empleo, sino también un entorno de vida moderna y bien equipado en el medio natural. Lugares que han sido el hogar de muchas familias que han visto nacer y crecer a sus hijos. Algunos se han reutilizado como lugar de vacaciones de los empleados de la casa o se han reconvertido en lugares turísticos, pero otros han desaparecido, como es el caso de Las Casetas.

Ojeda cuenta que la automatización de sistemas redujo la necesidad de trabajadores cerca de la instalación, la empresa los incorporó a otros destinos. La última familia dejó el poblado hace unos seis años y, en general, hace una década que no vive nadie en Las Casetas. La falta de mantenimiento junto al vandalismo en el poblado lo degradaron hasta tal punto “de suponer un peligro”, y hace dos años que se decidió su derrumbe.

Ya no queda rastro del poblado, pero sus antiguos moradores se resisten a que caiga en el olvido. Por ello, se movilizaron para reunirse y rendir homenaje al que fue su hogar durante años, dejando testimonio de su existencia con la instalación de un monolito y una placa con el dibujo de la aldea, para que perdure en la memoria colectiva.

“Son tantas cosas las que quedaban atrás que no podíamos permitir que se olvidaran”, señala Carolina Ojeda Moreno, una mujer que nació en Las Casetas, poblado que no dejó hasta que se casó. Después su padre se jubiló y se marchó a Valencia. De eso hace más de 40 años y desde entonces el reencuentro con sus raíces se ha producido en pocas ocasiones, como les ha ocurrido a muchos de los antiguos trabajadores y a sus descendientes. 

Reencontrarse después de tanto tiempo ha sido una experiencia “muy gratificante”. Sobre todo, por la respuesta que ha tenido la iniciativa. “Ha sido precioso. El encuentro ha estado cargado de mucha emoción, nostalgia, alguna que otra lágrima y muchas risas recordando anécdotas como cuando pedimos una canción en la radio y el locutor dijo nos llaman de Las Casetas, suponemos que las casetas de la feria”. Anécdotas, recuerdos, vivencias y muchas emociones en una jornada que los participantes esperan volver a repetir cada año en memoria de aquel poblado testigo de la ingeniería de una época en la que el desarrollo energético fue clave para el progreso del país.