Conseguir la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para las minas de lapis specularis de la provincia de Cuenca es el objetivo que los Grupos de Acción Local CEDER Alcarria Conquense y ADI El Záncara persiguen desde hace años.
Una iniciativa en la que trabajan de la mano de Juan Carlos Guisado Di Monti y María José Bernárdez Gómez, dos arqueólogos investigadores que llevan 27 años indagando sobre el papel destacado que jugó en el desarrollo del Imperio Romano este mineral que fue empleado como acristalamiento de ventanales durante el siglo I a. C. y siglo II d. C. Y sí, las incógnitas de la ecuación están cada vez más despejadas.
Tal es el nivel de conocimiento que tienen sobre las minas de lapis specularis conquenses que Guisado Di Monti las define como “una joya”. Y es que, con los últimos estudios, en los que ha participado un equipo multidisciplinar formado por geólogos, ingenieros de minas y cristalógrafos, se han contabilizado un total de 23 complejos mineros que abarcan una longitud de 150 kilómetros, desde la zona de Priego hasta Belmonte concretamente.
Una nueva actualización que no hubiera sido posible llevar a cabo sin el uso de, por ejemplo, un dron y metodologías modernas “sin las que no habríamos podido conocer sus dimensiones reales”, apunta Guisado.
Un patrimonio arqueológico de calidad excepcional que bien podría ser explotado como un nuevo recurso turístico en Cuenca ya que, por ahora, solo 3 son visitables pero funcionan “a medio gas”, en palabras de Juan Carlos Guisado. Estas tres minas se encuentran en Saceda del Río conocida como (La Cueva del Sanabrio), Torrejoncillo del Rey (La Mora Encantada) y Osa de la Vega (La Condenada), aunque hay una cuarta en Torralba (El Pozolacueva) que está bien conservada pero no es accesible.
Desde ADI El Záncara y CEDER Alcarria esperan tener lista la documentación necesaria para mostrar por qué deberían ser declaradas BIC antes de que termine este año. Así, en 2023, podrían presentar la propuesta ante la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
Conseguirlo otorgaría una deseada y más que necesaria protección para las minas pues “es necesario protegerlas a nivel jurídico para evitar excavaciones ilegales llevadas a cabo por furtivos del patrimonio arqueológico”, subraya Guisado. Prácticas que ya han sido llevadas a cabo.
Además, este calificativo les daría entidad y serviría para poner el foco sobre ellas y atraer muchos más visitantes siendo “el patrimonio minero una potencialidad de desarrollo para ambas comarcas”, dice la coordinadora de los Grupos de Acción Local y gerente de CEDER, Clara Isabel Fernández-Cabrera Marín.
Incluso traería consigo inversiones económicas porque en algunos casos es necesario construir un parking y caminos de acceso hasta el yacimiento. Y cómo no, se trabajaría para establecer los pilares sobre los que debe basarse su gestión y promoción turística que en la actualidad se lleva a cabo a través de un solo perfil de Facebook y el boca a boca que, por falta de información, a veces da lugar a confusiones en cuanto al lugar en la que se realizan las visitas guiadas. También en realización a la promoción turística Guisado apunta la posibilidad de establecer una ruta que compagine las minas con las ciudades romanas de Ercávica, Valeria y Segóbriga porque “se complementarían muy bien”.
“Sabemos que el Gobierno regional es sensible con el proyecto y queremos que apuesten por él”, apostilla Fernández-Cabrera, pues a pesar del déficit en cuanto a la organización de visitas se refiere son cientos de personas la que visitan cada año estas minas. Cifras que podrían multiplicarse.
Junto a la búsqueda de la declaraciçon de Bien de Interés Cultural, los Grupos de Acción Local desarrollan otras acciones enfocadas fundamentalmente a la concienciación y divulgación del valor de las minas entre la ciudadanía conquense.
Por ello, para dar a conocer estos recursos tienen previsto organizar varias jornadas informativas a las que hay que sumar diez rutas de senderismo, un documental audiovisual, un folleto informativo y visitas a Almería y Bolonia (Italia), las dos ciudades en las que también existen minas de lapis specularis visitables.
Con ello, pretenden que “la sociedad sea consciente del recurso que tenemos porque hay una asignatura pendiente: preservar estas minas únicas en el mundo”, apunta el arqueólogo Juan Carlos Guisado Di Monti.
Y es que, las minas de Cuenca serían las más importantes del Imperio Romano, por encima de las de Almería y Bolonia que ya han sido declaradas Bien de Interés Cultural y, además, en el caso italiano ya luchan por ser Patrimonio de la Humanidad. ¿Por qué no también las de Cuenca?