Mujeres contra el fuego
Carla Rozalén, María de Pablo, Esther Desviat y Lola Ruiz. Estas son las cuatro mujeres que han sido clave en la lucha contra incendios este verano desde el Centro Comarcal de Emergencias de Albendea. Se han abierto camino en el mundo forestal, habitualmente masculinizado, y son un ejemplo para las nuevas generaciones por su trabajo y valía.
Todas juegan un papel fundamental combatiendo el fuego; desde el aire pilotando un helicóptero como Carla, liderando a toda la brigada tal y como hace María, avisando al equipo como bombera operadora como Esther o conduciendo una góndola en el caso de Lola. Su trabajo es clave para apagar las llamas y Las Noticias de Cuenca ha querido conocer cómo es su día a día.
Normalmente, en el Centro Comarcal de Emergencias de Albendea, el día de la brigada arranca con una preparación física y a continuación hay tiempo para duchas, comida, y formación teórica o práctica por la tarde. Por otro lado, los dos mecánicos, uno por helicóptero, se encargan de hacer una revisión completa para comprobar, entre otras cosas, el nivel de combustible. Además, hacen un parte meteorológico, analizan el espacio aéreo, y preparan una hoja de carga.
Un esquema de actividades que, en caso de que la sirena suene en la base, saltaría por los aires para salir a combatir el fuego. Todo depende de que Esther Desviat, la bombera operadora –cargo antiguamente denominado como emisorista–, pulse el botón que pondrá a todo el equipo en alerta. Ella, con una amplia trayectoria profesional, es la encargada de estar en contacto con la central, dar las coordenadas de la ubicación del fuego al equipo y establecer la ruta que seguirá la brigada hasta llegar al punto conflictivo.
Mientras tanto, los miembros de la brigada se preparan en apenas 10 minutos para embarcar. Los bomberos de fuerzas especialistas, un capataz y la técnico de helitransportada, que es María de Pablo forman el grupo que viajará en el helicóptero junto a la piloto, Carla Rozalén, la única mujer que tripula una de estas aeronaves en el conjunto de Castilla-La Mancha. “Soy piloto de Pegasus, la empresa que subcontrata el Gobierno Regional para cubrir todas las necesidades de la campaña de incendios”, explica. Si bien, hay un segundo grupo de las mismas características puesto que esta base cuenta con dos helicópteros.
En esos apenas 10 minutos que tienen de margen, los mecánicos de los helicópteros revisan que todo esté a punto para volar y una vez dan el ‘ok’, el equipo emprende el viaje hasta el incendio. Al llegar dan dos vueltas de reconocimiento, la técnico, María de Pablo, evalúa la situación y establece la estrategia que seguirá la brigada para intentar minimizar las llamas, establece la zona donde la actuación es más prioritaria, se la comunica a Carla y ésta elige el mejor punto para aterrizar.
La brigada se pone en contacto con el jefe de extinción del incendio, que a priori es un agente medioambiental, mientras los helicópteros van a buscar un punto de agua para poder cargar el Bambi (balde). Vuelan a unos 10 de metros de altura y en general todas las operaciones son críticas, no solo por las altas temperaturas a las que se enfrentar, sino también porque el helicóptero va muy cargado y los pilotos normalmente no conocen las zonas de actuación por lo que hay ocasiones en las que se encuentran con obstáculos como cables de alta tensión. Además, “el fuego en sí crea su propia combustión y turbulencias lo que hace que todo el proceso sea difícil”, cuenta Carla Rozalén.
Si bien, los helicópteros solo pueden volar ocho horas al día en periodos de dos horas con intervalos de descanso de 40 minutos, tal y como establece la normativa para que no haya riesgo por fatiga, mientras que los miembros de la brigada tienen turnos de 12 horas.
Una vez regresan al Centro Comarcal de Emergencias al acabar la jornada, los mecánicos vuelven a revisar los helicópteros para comprobar si se han producido daños o hay algo que reparar. “La comunicación entre los pilotos y los mecánicos es absolutamente transparente, trabajamos mano a mano y les comunicamos cualquier cosa porque de eso depende que la máquina funcione perfectamente”, señala Carla.
CAMPAÑA 2024
La campaña de incendios 2024 en la provincia de Cuenca ha sido “buena”, señala María de Pablo. No ha sido intenso pero sí ha habido días reseñables como el del incendio de Valverdejo. Y es que, también se localizaron fuegos en Castillejo de la Sierra y en La Parra de las Vegas. “Cuando hay un problema de simultaneidad es imposible que lleguemos a todo”, aclara De Pablo. En casos como este, actúan por orden de llegada del aviso y “no nos vamos del incendio en el que estamos sin dejarlo perimetrado”, apostilla.
BARRERAS POR SER MUJER
Carla Rozalén, que tiene raíces en la localidad conquense de Puebla de Almenara siempre quiso ser piloto. “Es algo que siempre me gustó, cuando era pequeña me quedaba embobada mirando al cielo”, reconoce. Antes de llegar a incendios fue piloto de helicópteros medicalizados pero, echando la vista atrás, reconoce que “el camino no ha sido fácil hasta llegar a donde estoy ahora”.
Por su parte, María de Pablo estudió Ingeniería Forestal y el mundo de los incendios le terminó para motivar la carrera. Si bien, a lo largo de su trayectoria profesional, se ha encontrado con situaciones complicadas. “Cuando era más joven había ocasiones en las que no tenían en cuenta mi opinión”, recuerda. Si bien, actualmente ambas tienen el reconocimiento que merecen y son tratadas como iguales en el equipo. “Somos una gran familia”, conluyen.