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Las lagunas de la provincia notan los efectos de la sequía

Mala calidad de las aguas, aumento de nitratos y escasa o nula presencia de aves migratorias son algunas de las consecuencias que está provocando la escasez de agua
Las lagunas de la provincia notan los efectos de la sequía
09/12/2017 - C.I.P.

La escasa pluviometría, el aumento de temperatura y el descenso piezométrico de las aguas subterráneas está bajando el nivel de las lagunas estables de la provincia de Cuenca, y retrasando el encharcamiento de las estacionales, especialmente en el complejo endorreico salino manchego. La situación no es alarmante, pero sí preocupante, sobre todo si la situación de sequía se prolonga.

Así lo pone de manifiesto el director provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Joaquín Cuadrado, quien señala que, tanto por aportes por lluvias o manantiales que provienen de acuíferos como el 23 en la Mancha Húmeda, están muy por debajo de las que suelen tener por estas fechas. La laguna de Manjavacas, en Mota del Cuervo, o la de El Hito, entre El Hito y Montalbo, en la cuenca del Guadiana, son dos de los ejemplos que cita por ser dos de las que más afectadas están, pero son muchas más.

Una situación que tiene un impacto social, medioambiental y económico a todos los niveles. “El mayor miedo que tenemos es que esto continúe, porque está afectando a todo”.

Así, relata que ya en muchos sitios a la fauna silvestre, como jabalíes o corzos, les falta el agua. La agricultura en general está sufriendo los estragos de la sequía, los leñosos están muy afectados y la falta de agua en los cultivos sociales como el ajo o la cebolla “puede afectar mucho a los jornales”, pero también al turismo.

“Bajan los niveles piezométricos y se nota en la lagunas. La recarga en la mayor parte de ellas, además de lluvias se produce por el acuífero. Ese es el principal problema que tenemos”, apostilla Cuadrado, que destaca que se están planteando restricciones a los riegos si continúa esta situación. “Ahora no es época de regar pero en otras habrá que aplicar restricciones mayores a las que hay ya para que se recupere el acuífero porque si no, hay zonas en las que incluso peligre el abastecimiento humano e industrial”.

medio ambiente

A nivel medioambiental, las aves acuáticas migratorias son las más afectadas por el mal estado de las lagunas, y buen ejemplo de ello es la de El Hito, donde no hay ni una sola grulla, la más característica y abundante de las aves que pasan su invernada en este lugar. “Duermen en el agua, por tanto este año no van a poder parar, va a ser muy complicado a nos ser que llueva mucho y se recupere la laguna”.

Los ciclos de encharcamiento y desecación de la Laguna de El Hito son anuales aunque pueden alargarse a más de una temporada en períodos de sequía continuada. De hecho, Cuadrado destaca que tanto la flora como los microorganismos que la pueblan están muy adaptados a esa estacionalidad y tienen mecanismos de defensa para seguir perdurando. Con todo, señala que “hacía mucho tiempo que no llegaba a secarse del todo como este año”.

Esta situación ha obligado a las aves a buscarse otros dormideros, por ejemplo el pantano de Alarcón. Aunque, eso sí, Cuadrado señala que no habrá tanta cantidad como había otros años.

En Manjavacas apenas se ven dos centenares de grullas, avefrías y otras aves migratorias, cuando lo normal es que sean decenas de miles.

“Las principales afectadas son las aves invernantes. Hay multitud de patos, fochas, zancudas, etc... que aprovechan las lagunas para alimentarse y pasar un periodo de tiempo y que este año no estarán”.

Con todo, las aves migratorias volverán todos los años y acudirán a los humedales de siempre que tengan agua. En la provincia, el último censo de lagunas que se cartografió en 2010 (aprovechando la buena pluviometría que se registró) se contabiliza un listado de 240 lagunas, muchas de ellas estacionales. Hoy no todas tienen agua, pero son espacios protegidos que vuelven a recuperarse con la lluvia, y con el encharcamiento vuelven las aves como lo hicieron aquel año, por ejemplo, en la laguna del Huevero, en Las Pedroñeras, después de años seca.

Aumento de nitratos y baja calidad del agua

Otro de las consecuencias medioambientales en las aguas superficiales es la bajada de calidad y el aumento de nitratos.

Y es que, el director provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural señala que “al haber menos agua el nitrato diluido aumenta mucho la concentración y se está notando un aumento en el nivel”. En otros sitios, dice, la calidad del agua no es la que debiera ser “debido a que con la bajada piezométrica hay más lodos”.

Eso sí, incide en que esta situación no tiene por qué afectar a la fauna. “No hemos detectado ningún caso de botulismo, que se suele dar cuando baja la calidad del agua, ni ningún otro tipo de contaminación, ni de mortandad de aves derivadas de esta circunstacia. Solo hay falta de sitio para ubicarse”.

Por tanto, incide en que la situación no es tan negativa, salvo por la escasez de agua “que en muchos sitios es terrible”.

Humedales estables

En el caso de humedales estables, Cuadrado señala que lagunas emblemáticas de La Serranía de Cuenca como la de Uña, con recarga del Júcar, no tiene problemas. Y en Beteta, aunque la situación no es muy buena “se sostiene”. Un panorama que nada tiene que ver con los humedales manchegos “en los que multitud de pequeñas lagunas se están viendo muy afectadas. De todos modos, señala que la bajada de niveles es genérica.

En este sentido, añade que el pantano de la Toba está muy por debajo de su capacidad (almacena 3 hm3 de los 10 posibles) y según señala está afectando a algunas especies piscícolas, “no tanto como para causar mortandad pero sí se están viendo los efectos”.

Además, apunta que la poca cantidad de agua que almacena hace que los caudales ecológicos del Júcar “no se puedan respetar como se debiera”.

“Si soltaran todo el agua para cubrir el caudal ecológico se habría secado en agosto debido a la falta de recarga que tiene. Se está manteniendo a la espera de lluvia o nieve”, apostilla el director provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural.

Las migraciones se retrasan por el cambio climático

Que las lagunas endorreicas estacionales de la cuenca del Guadiana se sequen no es anormal ni extraordinario. “Ese es el funcionamiento correcto. La riqueza que tienen en flora, fauna y pequeños organismos depende de que se sequen prácticamente todos los años. Otra cosa es que a fecha de hoy ya debería haber caído algo de lluvia y, por ejemplo, que la laguna de El Hito hubiera cogido una pequeña lámina de agua”, señala la bióloga y directora de varias reservas naturales de la provincia, Cecilia Díez Martínez, quien destaca que desde esa perspectiva la situación no es alarmante pero en general sí deja signos de una modificación de ciclos como efecto del cambio climático, y uno de ellos es la escasez de aves migratorias. Y no tanto ya por el hecho de que las lagunas estén secas, porque “cuando emprenden su viaje desde Alemania, Dinamarca, Suecia Noruega o Finlandia no saben que en alguno de sus destinos principales no hay agua y no les afecta porque tienen embalses artificiales para dormir”, sino por el aumento de la temperatura.

Díez señala que en esta temporada está habiendo un número “ridículo de grullas” para las que suele haber y los patos migratorios, a excepción de algunas cercetas, aún no han venido.

“Las anátiadas migratorias se rigen por las temperaturas para venir o no, y aún no han sido lo sufientemente bajas como para estimularlas a venir al Sur. Más que disminución lo que se detecta es que está atrasada la migración. Y eso es algo que se nota todos los años”, independientemente, dice, de que este año ante la escasez de agua las aves migratorias se concentren en puntos específicos de agua embalsada.

Las lagunas de la provincia notan los efectos de la sequía

Aumento de la temperatura desde 1981

Pero el aumento de las temperaturas por el cambio climático es un hecho que, sin ir más lejos, queda patente en nuestra provincia, donde la media ha subido casi dos grados desde 1981. Es la variación más alta de las registradas en Castilla-La Mancha según se desprende del segundo informe sobre el cambio climático elaborado por el geógrafo y climatólogo Jonathan Gómez Cantero y GEOCyL Consultoría en colaboración con la Oficina de Cambio Climático de la región, que se presentará a finales de año.

Pero es que, si se toman como referencia los meses de junio, julio y agosto del mismo periodo, el aumento es todavía mayor. Hasta 2,43 grados han subido en Cuenca, frente a los 2,16 en la provincia de Guadalajara, 2,14 en Ciudad Real, 1,98 en Albacete y 1,89 grados en Toledo.

Este año, además, en Castilla-La Mancha los días calurosos han aumentado en diez.

Estas variaciones en la temperatura y los cambios en la estacionalidad es lo que según los científicos más está afectando a los animales. Y según señala Cecilia Díez se nota que las distribuciones de las especies más norteñas se están yendo hacia el Norte. “Las especies que viven en el Sur cada vez van más al Norte y suben más en altitud. Y de eso hay ejemplos a nivel de plantas, o de bichos como la procesionaria, que en los últimos años se ha subido un montón de kilómetros”.

En este sentido, un signo claro para Díez de que las cosas están cambiando en la provincia de Cuenca es que hace apenas dos semanas que las orugas de procesionaria estaban comiendo cuando deberían estar enterradas.

Por tanto, si al efecto del calor se suma la ausencia de lluvias y el incremento de riegos derivados de estas circunstancias la situación de los humedales en este estado de sequía es más acuciante”.

“En el caso de las lagunas endorreicas que recogen agua de escorrentías pero también dependen del funcionamiento de los aportes subterráneos, casi todas son asomaderos del acuífero, y ya no asoma”.

Estos años no ha llovido pero Díez incide en que los ecosistemas tienen resistencia suficiente para que en dos o tres años no pase nada. El problema, dice, “es cuando a esa sequía periódica normal le añadimos otras cosas”.

Por tanto, señala que “si pensamos que el cambio en el régimen de precipitaciones se puede deber en parte al cambio climático debido a la actividad humana deberíamos estar pensando en modos de producción que no produzcan tantos gases de efecto invernadero o por ejemplo si hay poca agua deberíamos pensar en emplearla de manera más eficiente y en cambiar parte de nuestro sistema productivo, porque si no lo único que nos queda es mirar al cielo a esperar que llueva”.


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