Con el claro objetivo de recuperar una parte de su historia y dotar al mismo tiempo a la localidad de un nuevo recurso turístico, el municipio de Jabalera ha acometido, por un lado, la rehabilitación del interior de dos cuevas de elaboración de vino en el monte público El Robledal, a un kilómetro y medio del casco urbano, y, por otro, el acondicionamiento de su entorno con el trazado de una ruta circular.
Una actuación que ha conllevado una inversión total de 113.000 euros, cofinanciados por el Grupo de Acción Local CEDER Alcarria Conquense, Enresa y el Ayuntamiento de Valle de Altomira, al que pertenece Jabalera junto a Garcinarro y Mazarulleque.
El alcalde Jesús Plaza no ha dudado en mostrar su satisfacción por ver concluida esta intervención, que daba comienzo a mediados de noviembre y que ha concluido hace tan solo unos días.
Cuatro meses de trabajos que, a su juicio, han merecido la pena, porque no solo ha servido para recuperar dos de estas cuevas del siglo XVI, una parte importante de la historia del municipio, sino también su entorno paisajístico, que ahora puede ser disfrutado de una manera más adecuada, tras el trazado de una ruta circular, que posibilita conocer mejor este paraje y su historia.
OBRAS
Ejecutada por la empresa Carpetania Integra bajo la dirección facultativa de Fernando Olmedilla y el control arqueológico de Santiago David Domínguez Solera, esta intervención se ha centrado en la rehabilitación del interior de dos de las 25 cuevas de vino existentes en este paraje de Jabalera, la gran mayoría en bastante mal estado por el paso del tiempo.
No en vano, según explica el arqueólogo Santiago David Domínguez Solera, se trata de unas cuevas del siglo XVI que se dedicaron a la elaboración tradicional de vino durante 400 años, hasta finales del siglo XIX, tal y como queda demostrado por los restos cerámicos y otros materiales hallados en su interior durante los trabajos de acondicionamiento.
Desde entonces, no hay registros que hablen de la continuidad de esta actividad tradicional, tan solo un intento de producción de champiñón en los años 60, que, por cierto, no se prolongó mucho en el tiempo.
Más de cien años en desuso han pasado factura a la gran mayoría de ellas, colapsando sus bóvedas en distintos puntos, si bien las dos restauradas eran las que mejor estado de conservación presentaban.
Aun así en su rehabilitación ha sido necesario, tal y como detalla el arquitecto Fernando Olmedilla, desde extraer la tierra del interior, dejando el suelo de tierra original, hasta arreglar las partes más deterioradas, pasando por el acondicionamiento de la entrada y la instalación de sendas puertas para controlar el acceso a su interior.
En concreto, según Olmedilla, se han sellado las grietas más profundas con lechada de cal, se ha aplicado un consolidante hidrofugante, se ha acometido la limpieza de líquenes de las paredes y se ha reconstruido con mampuestos y cal las zonas con pérdidas de material en la base de la bóveda.
Labores todas ellas muy respetuosas con el fin de evitar que su aspecto original se viera alterado de manera significativa y, de esta manera, se puedan recorrer sus 30 metros de profundidad, con algunas tinajas incluidas, y hacerse una idea de cómo era una cueva del siglo XVI.
ENTORNO
Pero la intervención no se ha reducido al interior de estas dos cuevas, sino que también se ha actuado en su entorno. En concreto, se ha trazado una ruta circular de unos 750 metros de longitud que ofrece un recorrido por los alrededores, pasando, incluso, por un antiguo “nevero” o “punto de nieve”, probablemente tan antiguo como las cuevas, que se utilizaba para preservar productos perecederos.
Esta ruta circular se ha señalizado con postes y cuerdas, y en su recorrido se han colocado carteles informativos y un código QR para acceder a la página web de las cuevas, donde, además de información e imágenes de las cuevas y su entorno, se puede encontrar un museo virtual con diverso material extraído de la zona, desde instrumentos líticos de la preshistoria hasta una jarrilla cerámica y otra metálica, junto a otros restos arqueológicos.
Una actuación, en definitiva, que viene a poner en valor parte del pasado de esta localidad de La Alcarria conquense, al que se puede acceder de una manera muy atractiva recorriendo no solo las galerías de estas dos cuevas, sino también disfrutando su entorno. Para ello, el Ayuntamiento ya tiene a una persona que se encargará de gestionar las visitas a este nuevo recurso turístico.