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Floren y Pedro: los últimos vecinos que habitaron Gascas

La localidad junto al río Júcar quedó inundada por la construcción del pantano de Alarcón en la década de 1940, cuando ambos tenían 7 y 8 años de edad
Fotos: Saúl García
05/08/2023 - Rubén M. Checa

Es conocido que en el año 1177 el rey Alfonso VIII reconquistó la ciudad de Cuenca. Quizás no lo sea tanto que la reina, Leonor de Plantagenet, para tal azaña, reclutó en su condado de Gascueña, al sur de Francia, caballeros y soldados para apoyar a su marido. En la batalla de la ahora capital de provincia consiguieron la victoria, y como contraprestación a sus servicios prestados, estos servidores recibieron de regalo unas fértiles tierras junto al río Júcar. Allí fundaron la localidad que se llamaría Gascas, en recuerdo a su origen francés.

Durante diferentes siglos esta localidad fue prosperando y se convirtió en una de las más punteras de la zona gracias a la multitud de cultivos que la horticultura iba dando, pero todo se vio truncado en el año 1946 cuando el dictador Francisco Franco construyó el pantano de Alarcón. Según se iba erigiendo la presa, las aguas iban subiendo, y en 1951 la localidad pasó a la historia quedando ya bajo las aguas del embalse. 

Los en torno 500 habitantes que por aquel entonces ocupaban el pueblo tuvieron que buscarse nuevas casas y tierras para tener un sustento económico, y empezar desde cero su vida lejos de Gascas. Olmedilla de Alarcón, a unos cuatro kilómetros de distancia, fue la localidad que mayor cantidad de vecinos escogieron para reiniciar su vida, y además la que se quedó con el término municipal que no fue anegado por las aguas del Júcar. 

En memoria a Gascas, en el año 2010 se construyó un monolito justo debajo de la última casa que queda aún en pie de la antigua localidad ribereña, y el primer fin de semana de agosto es cuando el Ayuntamiento de esta localidad lleva a cabo un acto homenaje a todos los vecinos que tuvieron que salir cuando el agua, que tanta prosperidad había dado, convirtió sus vidas en un infierno. 

 

Desde el 2010, el Ayuntamiento de Olmedilla de Alarcón organiza a pie de pantano un acto homenaje al pueblo sumergido bajo las aguas del Júcar, donde participan antiguos vecinos

EN PRIMERA PERSONA

Dos de esas personas son Floren Gascón Herreros y Pedro Herreros Herreros. Tenían 8 y 7 años respectivamente cuando, junto a sus padres y abuelos, tuvieron que salir de sus casas en dirección a Olmedilla de Alarcón para  buscar una nueva vida, casi sin nada debajo del brazo, siendo de los últimos niños que corrieron y jugaron por las calles de Gascas antes de que el agua se tragara sus casas.  

Desde una pasarela justo encima de las tierras anegadas que en su niñez fueron su hogar, a estos dos gasqueños no se les olvida nada. “Justo ahí enfrente estaba todo el pueblo, debajo del montículo que ahora es una isla, donde estaban las heras y se trillaba”, recuerdan. Hoy en día, lo único que queda en superficie es una casa encima del monolito en recuerdo a Gascas, que se construyó cuando dijeron que se iba a levantar la presa del pantano pero que ahora está abandonada”, recuerdan ambos. 

Ahora, cuando cada uno supera los 80 años, relatan que en los últimos 70 años han podido ver alguna vez que otra sus antiguas casas, coincidiendo con épocas de sequia y de un nivel bajo en las aguas del pantano. Como se puede comprobar en la base de mapas satélite del Instituto Geográfico Nacional, de las últimas veces fue en 2006, que quedó reflejado en las imágenes aéreas, aunque la última de ellas fue entre 2016 y 2017 como recuerdan estos dos gasqueños. 

“Todo esto que ahora es agua antiguamente era todo huertas, con unas tierras muy fértiles”, rememoran Floren y Pedro, quienes a pesar de tener que abandonar la localidad “cuando el agua ya estaba entrando dentro de las casas” a una temprana edad, aún tienen recuerdos de ese pueblo que les vio nacer. 

Pero lamentándolo mucho, conservan recuerdos no muy buenos, sobre todo por cómo las autoridades hicieron las cosas con la construcción de este pantano. “Nadie avisó casi de nada, y por más manifestaciones que hicimos en su día, estábamos en una dictadura, no podíamos hacer nada”. 

Otro de los gasqueños que tuvo que salir corriendo de la localidad fue Julio Gascón Herreros, quien en el año 2008 publicó un libro editado por la Diputación Provincial. Floren y Pedro lo llevan en la mano cuando visitan con Las Noticias de Cuenca el entorno del pantano, y tienen que mencionar uno de los párrafos del texto: “Estamos hablando del primer pantano que Franco inauguró, dentro de su larga lista, y hemos de decir que en Gascas, desde el primer momento hasta el final, faltó respeto, humanidad y justicia para su gente; el gasqueño cuando escucha esta frase (…) le viene a la memoria un nombre: la Confederación Hidrográfica del Júcar, que con sede en Valencia, se inventó un sindicato fantasma, al que protegió y apoyó en todo, a la vez que sacrificaba y maltrataba a todo un pueblo de gente sencilla”. 

Y es que, como recuerdan, las familias que tuvieron que salir de sus casas recibieron muy poco dinero por las expropiaciones. “Había familias que con esas cantidades no hacían nada y solo abandonaron su casa cuando casi tenían el agua al cuello, todo fue un atropello”, y además recuerdan que cada matrimonio recibió 12.000 pesetas de la época (unos 72 euros actuales), que pagaron “tarde, mal y nunca”. 

Con el objetivo de intentar rehacer sus vidas desde cero, mucha gente emigró lejos de la vega del Júcar, a zonas como Madrid, Valencia o Barcelona, pero también hay quienes se quedaron en el entorno, en pueblos como Valverde de Júcar, Buenache de Alarcón y Olmedilla de Alarcón, siendo este último municipio el que integró el término que no quedó anegado. 
 

En 2008 el gasqueño Julio Gascón Herreros escribió un libro editado por la Diputación de Cuenca, y a lo largo de sus 115 páginas, se muestra una gran labor de investigación sobre Gascas

MONOLITO DE RECUERDO

En el año 2010, el Ayuntamiento de Olmedilla de Alarcón decidió dedicar en la zona más próxima a Gascas un monolito en recuerdo tanto al pueblo como a sus antiguos vecinos. En la orilla del pantano, y elaborado con piedras de una antigua casa de la localidad, el primer fin de semana de cada mes de agosto se lleva a cabo un acto en recuerdo a la localidad ribereña. 

Pedro Valverde, alcalde de Olmedilla, explica que el acto central es una misa a partir de las doce de la mañana en el monolito, donde acuden vecinos que nacieron en Gascas, además de descendientes, viniendo muchos de ellos de localidades lejanas así como de otras vecinas. Después, se lanza un ramo de flores al agua a modo de homenaje. Además, esta celebración en recuerdo al pueblo sumergido bajo las aguas del río Júcar están enmarcadas como previa a las fiestas patronales, que se celebran la próxima semana.

Este año la programación incluye un parque acuático en la piscina municipal de Olmedilla a las 11:00 horas, una comida de hermandad que consiste en un guiso de caldereta elaborado por los vecinos del pueblo a partir de las 11:30 horas en el Paseo de la localidad así como una disco móvil el sábado por la noche y cine de verano el domingo día 6 a partir de las 22:30 horas. 

Como concluye el libro de Julio Gascón, cuando en sus manos caiga un mapa geográfico, cuando vea el arroyo que vierte aguas desde Olmedilla, marque un pequeño círculo al pie de aquella ladera y sobre él escriba Gascas.