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Educación

El éxito de una cooperativa escolar llamada 'Manchuelatobox'

El proyecto del IES de Casasimarro ha recibido uno de los premios nacionales a las buenas prácticas por su innovadora iniciativa basada en vender productos típicos de La Manchuela en cajas artesanales
El éxito de una cooperativa escolar llamada 'Manchuelatobox'
El equipo al completo de ‘Manchuelatobox’ con el cheque que entregaron a la ONG Educo con los beneficios obtenidos por las ventas,
19/03/2018 - Nuria Lozano

Asociaciones como ADIMAN o la Cooperativa de Aceites de La Manchuela han alabado esta inciativa empresarial innovadora que ahora suma uno de los premios nacionales a las Buenas Prácticas Educativas que convoca la Asociación ‘Mejora tu Escuela Pública’.

Se trata del proyecto ‘Manchuelatobox’ del Instituto de Educación Secundaria Obligatoria ‘Publio López Mondéjar’ de Casasimarro, una cooperativa escolar que pone a la venta cajas artesanales con productos típicos de la comarca.

El profesor Antonio Saiz es, junto a Elisa Pardo, coordinador de esta exitosa aventura que comenzó en el curso 2015-2016 dentro de la asignatura optativa ‘Iniciación a la actividad empresarial’.

“Nos encontramos con alumnos con algunas dificultades, poco motivados con el aprendizaje y poco habituados a trabajar en equipo, por lo que quisimos buscar nuevos estímulos y dirigir nuestra atención hacia el emprendimiento creando una empresa real donde ellos fueran responsables de todo el proceso de desarrollo de la misma”, explica Saiz a Las Noticias. Y se pusieron manos a la obra.

ESTRATEGIA EMPRESARIAL

Las fases para cimentar esta empresa se siguieron a rajatabla y de un modo muy profesional. En primer lugar, realizaron un brainstorming donde los estudiantes aportaron sus ideas.

En lo que todos coincidieron es que la cooperativa debía identificarse con el ámbito rural y vender productos, por supuesto, de La Manchuela conquense. El nicho de mercado se situó en alimentos ecológicos y artesanos como la miel, las setas, dulces, vino o aceite.

Se investigaron además diferentes modelos de negocio, optando por el pago recurrente por suscripción en el que los interesados en ciertos productos o servicios realizaban un pago mensual para recibir en sus casas estos productos.

Cada chico y chica asumió su rol dentro de la cooperativa tales como venta, producción, marketing y se diseñó un logo atractivo.

Después, llegaron las presentaciones, el contacto con proveedores y clientes y la búsqueda de posibles tiendas o comercios que pudieran estar interesados en vender las cajas ‘Manchuelatobox’.

Para difundirlas y publicitarlas se diseñó un tríptico informativo, cartas para instituciones y empresas, y se abrió una cuenta de correo electrónico para la comunicación con proveedores. Asimismo, se grabó un spot publicitario.

La respuesta fue muy positiva. Cuatro productores fueron seleccionados y cinco consistorios colaboraron comprando.

De hecho, en Navidad recibieron numerosos pedidos tanto de instituciones como de particulares. Los alumnos se emplearon a fondo para montar las cajas, estampar logotipos y preparar todo el embalaje, cada uno de ellos con tarjetas personalizadas y una cuidada presentación. Un total de 150 pedidos que pudieron repartir gracias a un convenio con una empresa distribuidora comarcal de alimentos y bebidas y con los que han conseguido unas ventas de 510 euros que han destinado íntegramente a la ONG Educo para sus becas comedor.

RESULTADOS

“En todo el proceso ha sido fundamental la implicación de toda la comunidad educativa”, subraya el docente quien destaca los excelentes resultados a todos los niveles. Sociales, al destinar los beneficios para una buena causa; económicos, al contribuir a la economía rural; y ambientales, al comercializar productos artesanos y ecológicos. Sin olvidar, claro está, los educativos. “Los más contentos con el proyecto son los alumnos, en los que hemos notado una actitud más favorable hacia la materia y sobre todo interés por aprender. Como docentes, hemos de decir que han sido capaces de trabajar en grupo, colaborar, cooperar, innovar, tener autoconfianza, liderazgo, resistencia al fracaso, creatividad e iniciativa empresarial”, resalta Antonio Saiz.

Para todo el equipo el premio a las Buenas Prácticas que acaban de recibir supone un aliciente “y una manera de dar visibilidad a un proyecto que ha germinado en un pueblo pequeño y en un Instituto con apenas 100 alumnos y alumnas y que ahora se puede extrapolar”.

Por eso, sus impulsores esperan que otros centros imiten este formato y puedan conseguir su mismo logro: llevar a una caja toda la riqueza gastronómica y artesanal de sus respectivas comarcas.