El hecho de que la Torre Vieja de San Clemente sea un Bien de Interés Cultural (BIC) y, en consecuencia, sea necesaria una investigación previa y seguimiento arqueológico a la hora de acometer algún tipo de obras, como precisamente ha sido éste el caso, ha permitido corregir todos los errores historiográficos que había en torno a este emblemático edificio de la villa renacentista.
Y es que el estudio realizado por el arqueólogo conquense Santiago David Domínguez Solera, con motivo de las obras de reparación y rehabilitación de la Torre Vieja, ha desvelado, entre otros detalles, que este inmueble histórico no fue una torre vigía ni cualquier otro tipo de construcción defensiva, como así se creía, sino que era parte de la casa fuerte de Hernán González del Castillo y Portocarrero, Corregidor de Ávila y hermano del doctor Pedro González del Castillo, quien ordenara construir la torre inicial del castillo de Santiago de la Torre.
Se trata, por lo tanto, del único vestigio en pie de esta antigua casa palaciega sanclementina, similar a las casas-torre de Castilla y León, Cantabria o Extremadura; construcciones de tipo civil antecesoras de las conocidas casas solariegas renacentistas, en las que se incluía una torre con elementos defensivos, como almenas o aspilleras, aunque su cometido era simplemente simbólico.
El arqueólogo conquense ha llegado a esta conclusión, a raíz de constatar que los muros de la torre están conectados con el resto del antiguo palacio ya desaparecido y que ocupaba toda la manzana, a lo que se ha sumado la documentación histórica consultada, en la que se hablaba de que “Hernán González del Castillo tenía una casa fuerte en San Clemente”.
Se ha logrado conocer cuál era el aspecto original de la torre en el siglo XV, cuando contaba con un cadalso de madera en la cornisa
ASPECTO ORIGINAL
Pero la investigación arqueológica de Domínguez Solera no se ha quedado ahí y también ha permitido conocer al detalle la evolución de este emblemático edificio de estilo gótico, desde su construcción, poco antes de la mitad del siglo XV, hasta la actualidad.
No en vano, ha determinado el aspecto original de esta torre, que, según destaca, contó con un cadalso de madera en la parte superior, del que solo queda como evidencia la cornisa en la que se apoyaba, combinado con piezas de cantería fina en otros puntos, como los ajimeces (ventanas con doble abertura dividida por una columna central) y arcos de cantería.
La investigación también ha determinado la evidencia de que este palacio contaba con artesonados en sus techos. De hecho, en el interior de la torre, según detalla, se han hallado evidencias de su existencia.
Y es que, según recuerda, a finales de la década de los 90 se acometieron unas importantes obras de acondicionamiento y rehabilitación para albergar en su interior un Museo Etnográfico, que llevó consigo el vaciado del edificio y la construcción de una estructura metálica de tres alturas, que vino a sustituir las dos plantas originales.
Para Domínguez Solera, “todo esto demuestra la utilidad de este tipo de investigaciones arqueológicas, que, en este caso, se ha basado en la arqueología de arquitectura; es decir, la lectura de paramentos permitiendo una reinterpretación de la torre”.
En su opinión, estos estudios previos pueden dar a los monumentos un valor añadido, de ahí que considere imprescindibles estas investigaciones y control arqueológico, aunque se trata de pequeñas intervenciones, como es el caso, porque gracias a esto “hemos logrado darle una vuelta a lo que se conocía de la Torre Vieja, el edificio más antiguo de la villa de San Clemente”.
El Ayuntamiento de San Clemente, con la financiación de la Diputación de Cuenca, acaba de acometer la reparación de la cubierta de la Torre Vieja y de los daños ocasionados por el agua, así como la rehabilitación de otros elementos tanto del interior como del exterior de este emblemático edificio de la localidad manchega. Unas obras que la alcaldesa, Charo Sevillano, no duda en calificar no solo de “importantes”, sino también de “urgentes y muy necesarias”, puesto que, tal y como detalla, el deterioro ocasionado por el agua obligó a tener cerrada la torre durante varios meses hasta que se consiguiera la financiación necesaria y, como consecuencia, el Museo Etnográfico de su interior.
La intervención, que se ha desarrollado a lo largo de mayo y ha finalizado a principios de junio, bajo la dirección del arquitecto técnico Ángel Rubio, se ha centrado, según explica la arquitecta municipal de San Clemente, Mari Carmen Montero, en la impermeabilización de la cubierta y de las conexiones con las gárgolas de piedra que evacúan el agua al exterior, así como en la reparación de los daños ocasionados por el agua, en especial en la piedra y el suelo de madera. De hecho, no solo se ha acometido la limpieza interior y exterior de las paredes, sino también el acuchillamiento de los suelos.
Pero la intervención no se ha quedado ahí y se ha complementado con el soterramiento del cableado de la iluminación ornamental y la renovación de las carpinterías, tanto de los ventanales como de las dos puertas de acceso, que se encontraban, según Montero, muy deterioradas por las inclemencias meteorológicas y el paso del tiempo.
Tanto para la alcaldesa como para la arquitecta municipal, el resultado final de la actuación ha sido magnífico y la Torre Vieja ha recuperado su esplendor, lo que permitirá trabajar en la reapertura del Museo Etnográfico. Al respecto, la primera edil indica que ya se está trabajando en ello con el fin de reabrirlo lo antes posible y confía que sea una realidad para el verano.
Satisfecha, por lo tanto, con esta intervención, que, según ha resaltado, ha supuesto una inversión de 41.000 euros, que ha sido financiada íntegramente por la Diputación; algo que no duda en agradecer, ya que sin ese apoyo hubiera sido difícil acometerla.
