El carrito de Eric recorre desde hace un mes las calles empedradas de San Martín de Boniches, su primer hogar, que tras casi dos décadas después vuelve a escuchar las carcajadas y los llantos de un recién nacido en el municipio.
Con apenas un mes de vida, el pequeño sanmartinero se ha convertido en un símbolo para la localidad y ha sembrado la semilla de la esperanza ante la grave despoblación que sufren.
Sus poco más de 25 vecinos siguieron atentos el momento de su nacimiento, pegados al teléfono durante nueve horas hasta que se confirmo la noticia. “Se han vuelto locos con la llegada de Eric. Están encantados de tenerle aquí”, apunta la madre Nerea Marquina, también autóctona del municipio. “Cuando era pequeña lo recuerdo todo igual que ahora, porque eramos los mismos. Muy pocos”.
Casualmente, los últimos en nacer en esta localidad fueron sus primos y ahora Nerea quiere que, en el futuro, su hijo corra la misma suerte. “Ojalá en unos años tenga nuevos amigos en el pueblo para jugar. Aunque lo veo difícil”, afirma.
Hasta el momento los biberones y el cariño de sus nuevos vecinos son suficiente para Eric, que desde bien pequeño está siendo testigo de la tranquilidad que ofrece la vida en los pueblos de la conocida España Vaciada. “El día a día muy bien, estamos muy cómodos. Lo malo son los médicos, porque aquí no hay centro médico”.
LOS VECINOS ENCANTADOS
La noticia ha inundado de alegría a los vecinos de este municipio de la Serranía baja conquense, que acompañan en cada paseo al pequeño para mostrarle los encantos de su tierra. “Vivimos poco más de veinte personas de continuo y al final somos una gran familia”, comenta Julián Ruiz, alcalde de la localidad.
La llegada de Eric a San Martín de Boniches también ha promovido que desde el Ayuntamiento se trate de impulsar la llegada de jóvenes. “Estamos en trámites con unos terrenos para poder hacer una zona de recreo. Queremos tener una piscina climatizada para el pueblo y alguna pista de pádel. Algo que atraiga a los jóvenes”.
El paso de los años ha arrebatado habitantes y servicios a la localidad, que actualmente solo cuenta con un bar. “Lo llevo yo, aunque es de mi hijo que vive fuera. Yo estoy jubilado y aquí del bar no se puede vivir, pero lo llevo porque quiero que el pueblo no muera del todo”, afirma Julián. Un esfuerzo para que los vecinos tengan un punto de encuentro y puedan comprar productos básicos. “Lo llamamos mini tienda Se Me Olvidó”.
Para el resto de productos, San Martín de Boniches recibe la visita de varios comerciantes durante la semana que les abastecen. “Los martes viene un camión de congelados y los viernes uno de fruta y verdura y otro más de congelados. Así vamos tirando”.
DÍA A DÍA, DESPOBLADOS
La situación del pueblo ha cambiado desde que los abuelos maternos de Eric eran jóvenes. “Viviamos con dos huertos, unos terrenos para cereales y trabajando en la resina con algún jornal en invierno arreglando carriles”, señala Ruiz, contemplando una escena nueva y desoladora. “¿De qué va a vivir aquí la gente ahora? No hay trabajo ni el pueblo ni en otros cercanos”.
Desde el consistorio esperan que la próxima instalación de la fibra óptica permita acercar más gente al pueblo y prolongar la estancia de los que ya acuden en época estival. “Hay mucha gente que ahora trabaja en casa por el ordenador. Si aquí tuvieramos buena señal, igual en vez de venir para 15 días se vendrían para dos meses”, afirma el alcalde, que regresó al pueblo tras 44 años en Valencia. “Si volviese a tener 20 años y un medio de vida aquí, no me iría”.
ESPERANZA DE FUTURO
El nacimiento de Eric es la semilla del cambio que reclaman los pueblos afectados por la despoblación. Volver a contar con la alegría que transmiten los recién nacidos rompe con la monotonía de unos vecinos, mayoritariamente mayores, que han contemplando desolados como su descendencia se veía obligada a emigrar a la gran ciudad para continuar desarrollándose en el ámbito académico y laboral.
“Hacía mucho que no veíamos un bebé recorriendo el municipio. Trae buenos recuerdos y una gran alegría para todos”. Aunque la falta de trabajo y servicios dificulte la estancia en los pueblos pequeños, cuentan a su favor con un ambiente cálido y tranquilo, alejado del estrés y el bullicio de las grandes ciudades. Eric es la esperanza.