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El encanto de los campos de mimbre en el otoño conquense

Desde Albalate hasta Fuertescusa se extiende una ruta para conocer el paisaje rojizo y púrpura delineado por las plantaciones de mimbre cultivadas entre Alcarria y Serranía conquense
Foto: Saúl García
13/12/2020 - Paula Montero

Deleitar la vista. Los campos teñidos de rojo en la Serranía Alta y La Alcarria conquense dibujan un paisaje espectacular en la provincia de Cuenca en estas fechas, cuando el cultivo de este arbusto perteneciente a la familia de los sauces está en su máximo apogeo antes de su recolección a partir del próximo mes de enero.

Una gran tradición artesana le rodea porque con él se puede dar forma a un gran número de objetos como cestas y muebles, conformándose como el eje principal de la economía de muchos de los pueblos de la zona aunque, en los últimos años, con la paulatina desaparición de estos maestros artesanos, las excursiones y visitas guiadas a estos campos de color rojizo, en contraste con la vegetación del lugar, generan riqueza a lo largo de los pueblos que conforman lo que se conoce como Ruta del Mimbre.

Un recorrido con el que descubrir una gama cromática espectacular y, de paso, la historia y el patrimonio de pequeños pueblos como Albalate de las Nogueras, Villaconejos, Priego, Cañamares, Fuertescusa y Beteta.

Si partimos desde Albalate de las Nogueras, el municipio situado en lo alto de un cerro conformado por el río Trabaque y el Albalate, su afluente, y que cuenta con menos de 300 habitantes, no hay que dejar pasar su iglesia románica declarada Monumento Nacional en 1983 o la Ermita de San Sebastián, aunque el maridaje perfecto llega al descubrir las cuevas de vino.

Al continuar esta ruta, llegaremos hasta el pueblo de las cuevas de vino por excelencia, Villaconejos del Trabaque, donde el viajero no puede dejar pasar la iglesia de San Juan Bautista y la Ermita de la Concepción, aunque sus 350 habitantes presumen de la hermosa naturaleza mimbrera.

El encanto de los campos de mimbre en el otoño conquense

Si continuamos la excursión alcanzaremos Priego, la localidad que abre la puerta a la Serranía desde La Alcarria, donde no solo son conocidos por el cultivo del mimbre sino por la gran tradición alfarera que atesora y que aún conservan, en parte, gracias a Jesús Parra.

Este vecino de profesión alfarero también organiza visitas guiadas para descubrir la Iglesia de San Nicolás de Bari o el Castillo que se asoma a la garganta del río Escabas.

Como guía habitual Parra considera que este itinerario “despierta los sentidos”. “Los visitantes llegan, en su mayoría, desde Madrid y Valencia, aunque también desde otros puntos de la provincia conquense”, apostilla.

El próximo destino es Cañamares, la localidad cruzada por el río Escabas donde se puede disfrutar de su impresionante hoz coloreada de rojo y púrpura, donde se cultiva el 80 por ciento de la producción nacional de este arbusto. Por último, para sus menos de 500 vecinos el broche final al municipio lo pone la Iglesia de San Millán.

Si recorremos 8 km más pasaremos por Las Puertas del Infierno y será sinónimo de entrar en Fuertescusa. Esta atractiva población de apenas 80 vecinos está rodeada por parajes naturales incomparables como el nacimiento del río Cuervo y, envuelta entre pinares, deja entrever millones de tallos de mimbre.

La última parada es Beteta, ya en la Serranía Alta, coronada por el Castillo de Rochafrida y enclavada en las rocas, ofrece una panorámica que no escapa al encanto de la alfombra rojiza que teje el mimbre en las angostas vegas. El color vivo que adquieren dibujan un pintoresco paisaje bañado por una ‘lengua de fuego’.

ADAPTACIÓN

Enclaves en los que merece la pena entretenerse para disfrutar y vivir el momento porque “los cultivos de mimbre son comparables a la belleza de los campos de lavanda y necesitamos ponerlos en valor”, asegura Jesús Parra.

Los tiempos en los que el cultivo y la artesanía dedicada al mimbre eran el motor de la economía en La Alcarria y La Serranía ya pasó, pero sus vecinos han aprovechado el turismo y la curiosidad de los visitantes para readaptarse y conseguir un negocio rentable porque “las lenguas de fuego despiertan los sentidos pero también llenan de sentimientos a quienes vienen a verlas, no es comparable a nada”, destaca.

Además, con la llegada de la Covid-19 han reducido los grupos para mantener la seguridad en estos recorridos. Este año 2020, parece dejará una buena cosecha que arrancará el próximo mes de enero porque “no ha habido fuertes tormentas ni granizadas”, por lo que la calidad del mimbre conquense seguirá reinando en el resto de la geografía española.


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