Los precios subieron en el último año en la provincia de Cuenca un 10,3 por ciento –dos puntos por encima de la media nacional– y la cesta de la compra ha hecho lo propio en un 9,4 por ciento. Cifras que muestran un encarecimiento generalizado de los productos que no solo están poniendo las cosas más difíciles a los hogares en su día a día, sino también a las organizaciones humanitarias que actúan en la provincia, como es el caso del Banco de Alimentos, Cáritas Diocesana o Cruz Roja.
De hecho, la subida de la inflación en el último año hasta los niveles críticos actuales está teniendo consecuencias, cada una en mayor o menor medida, en estas entidades, que, incluso, están a punto de afectar o ya lo están haciendo de alguna manera en ciertos casos a su labor humanitaria.
El Banco de Alimentos de Cuenca, por ejemplo, ha visto descender las donaciones de alimentos de particulares y de empresas un 22 por ciento en el último año, tal y como ha detallado a Las Noticias de Cuenca su secretario provincial, Carlos Villaseñor.
Una desescalada en las donaciones que, tal y como ha subrayado, ha sido más patente en los últimos meses y, en especial, en dos productos muy concretos, el aceite y la leche.
Algo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que, según el último informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el aceite, tanto de girasol como de oliva, ha subido en los últimos doce meses en torno a un 50 por ciento y la leche en un 9%. Dos productos no perecederos que, por cierto, se encuentran dentro de la cesta básica de alimentos.
En el resto de productos, tanto conservas como pastas y legumbres, no se ha notado tanto el descenso.
Pero por si eso fuera poco, la situación se complica más aún para esta organización humanitaria si se tiene en cuenta que en los últimos dos años ha visto cómo ha crecido el número de usuarios o demandantes de ayuda en un 30 por ciento.
Incremento que se ha dado, sobre todo, tal y como puntualiza, con la llegada de migrantes ucranianos y latinoamericanos, a los que también se han sumado conquenses. Y es que, en su opinión, la pandemia ha hecho mucho daño y solo faltaba ahora esta escalada de precios, que está poniendo en dificultades a muchos hogares.
Con este escenario, el Banco de Alimentos va a proceder en las próximas dos semanas a la distribución entre las asociaciones y entidades beneficiarias la ayuda recibida del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
Y, en cuanto al reparto individualizado a las personas, hasta ahora se ha afrontado con fondos proporcionados por algunas empresas y administraciones públicas, que les ha permitido tener un stock de productos suficiente para atender a todas las personas.
Sin embargo, Villaseñor confiesa que “ahora estamos perdiendo ese remanente y vamos acusando la falta de alimentos”. Es por ello que el secretario provincial del Banco de Alimentos no duda en lanzar un llamamiento y asegurar que “necesitamos un empujoncito de la sociedad conquense, que siempre ha demostrado su generosidad”.
CÁRITAS Y CRUZ ROJA
Cáritas Diocesana de Cuenca, por su parte, no es una excepción y también está sufriendo las negativas consecuencias de la inflación del último año. Y aunque las donaciones económicas no han descendido, el encarecimiento de la cesta de la compra se está haciendo notar, tanto en las donaciones en especie de hermandades y asociaciones, que ahora compran menos alimentos con el mismo dinero, como en la capacidad de maniobra de la entidad de cara a su servicio diario de comida.
No en vano, tal y como detalla su secretaria general, Mª Paz Ramírez, Cáritas Cuenca proporciona diariamente comida a una treintena de personas en los pisos de acogida existentes en su sede, a los 10 usuarios del Albergue de Transeúntes –también conocido como Centro de Alojamientos de Urgencias– y a 90 personas mayores en sus respectivos domicilios.
Comida para 130 personas cuyos costes se han disparado en el último año no solo por el encarecimiento de los alimentos, sino también por la escalada de precios de la energía y los carburantes. Y es que, según subraya Ramírez, “no hay que olvidar que no solo compramos los alimentos, sino que también los cocinamos y se los llevamos a los usuarios”.
A ello hay que sumar, a su juicio, el incremento de gastos corrientes que está suponiendo la subida de los carburantes, porque, por ejemplo, en calefacción se ha pasado de pagar algo más de 2.000 euros en febrero, poniéndola tres horas por la mañana y otras tantas por la tarde, a 8.000 en marzo, teniéndola en marcha una hora por la mañana y otra por la noche.
A Cruz Roja Cuenca, por su parte, los efectos de la subida de la cesta de la compra no está afectando especialmente al servicio de entrega de alimentos, ya que, según explica, “se trata de programas cerrados en volumen de entrega de alimentos y presupuesto asignado”, si bien sí reconocen que han constatado un incremento de la demanda de este tipo de ayudas y la preocupación de algunos usuarios por el hecho de que los “vales de comida” cada vez les da para menos cantidad al tener que comprar productos como el aceite, que ha subido tanto.
En todo caso, sí afirman que las sucesivas crisis están haciendo vulnerables a personas que hasta la fecha nunca habían requerido ayuda de Cruz Roja.