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El camino de vuelta a Valtablado de Beteta

Valtablado fue expropiado en el año 1974 por el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) aunque son muchos los vecinos que han mantenido sus raíces allí  
12/08/2017 - M. Jiménez
"Esta historia no es nueva, pero es la nuestra”. Así de contundente se muestra la presidenta de la asociación El Rinconcillo de Valtablado, Patricia Picazo, que, el próximo 13 de agosto, como cada año, acudirá a este pueblo junto a buena parte de los descendientes de quienes habitaron sus calles antes de ser expropiados por el ICONA en 1974. 

A quienes opinan que Valtablado estaba “condenado a morir necesariamente”, ella les recuerda que, aunque en aquel momento quedaban tres o cuatro familias, “todavía quedaban y los que se habían ido no se habían ido para siempre”. “La gente se fue con la llave de su casa en el bolsillo y cuando volvió no tenía ni puerta que abrir con esa llave”, agrega, recordando una de las frases más repetidas a lo largo de las entrevistas que recoge en su libro ‘Camino de vuelta, cuaderno de viaje’. 

Y es que, sostiene, a esos vecinos no les quitaron el derecho a vivir allí, sino, principalmente, a volver “tanto al final de sus vidas como después para ser enterrados”. Su madre vivió allí hasta los seis años y Patricia ha pasado toda su vida oyendo a su abuelo “hablar de la injusticia que pasó”, y, desde que recuerda, yendo a pie desde la Cueva del Hierro hasta las ruinas del pueblo. 

Fue así como, hace casi una década, su familia decidió convocar una reunión para recuperar el contacto con antiguos vecinos a la que, para su sorpresa, acudieron casi cien personas. Ese fue el germen de la asociación, que celebra su asamblea anual en Valtablado. 
Una jornada de trabajo que ya ha permitido reabrir el camino de acceso al cementerio, cambiar su cerradura y rehabilitar el cementerio, que estaba completamente abandonado.   

Ese fue el primer paso de un ambicioso proyecto de recuperación de memoria y cultura con la idea de hacer Valtablado “un lugar visitable” y, al menos, “enterrar” allí a sus antecesores, aunque la intención inicial era “que dejase de caer el pueblo, donde  cada año hay un muro menos”, sostiene. 

Actualmente queda en pie parte de la fachada de la iglesia, el esqueleto del Ayuntamiento, porque , según Picazo, “la pena de Valtablado es que la gente de la Sierra lo expolió y solo dejaron piedras”. “Y, si solo dejas piedras, en 40 años parece que han pasado 500”. 

La asociación pretende reconstruir el antiguo Ayuntamiento, por su simbolismo y para convertirlo en su sede y en un espacio abierto a todos desde el que organizar actividades turístico culturales al menos en verano.

Entre los anhelos para el “nuevo Valtablado”, también está crear una exposición al aire libre para contar a los visitantes “lo que pasó aquí”.

No obstante, Patricia inició este proyecto de futuro “por los de atrás, por la generación de mis padres y abuelos, porque ellos sí que están ilusionados como niños cuando se ven con gente con la que jugaban hace 50 años”. “Y eso es brutal”, sentencia. 

El futuro de Valtablado
Aunque el proyecto va más despacio de lo que  quisieran los integrantes de la asociación El Rinconcillo de Valtablado de Beteta, su presidenta apunta como un pequeño triunfo el que, cuando nace un niño descendiente de antiguos vecinos “lo apuntan a la asociación en vez de al equipo del pueblo”. 

No obstante, es consciente de que queda mucho por hacer y por ello este año, además de volver a desbrozar las calles y el cementerio, “muy probablemente” los esfuerzos de los socios que acudan a la asamblea anual se centren en recuperar uno de los muros de la calle principal. Un muro “muy bonito y donde todos los años se hace la foto de grupo y que se ha venido abajo”, explica. 
“Todos los años cuando subimos ha caído algo más, pero ahí vamos, despacio, con humildad y falta de financiación”, admite, aunque, a pesar de esa ausencia de fondos “se ha hecho mucho”. 

Frente a aquellos antiguos vecinos que, presa del pesimismo, “piensan todo lo que queda por hacer y se desesperan al ver que no me cierran la puerta, pero me mandan a la de al lado, yo les digo que miren para atrás, que conseguimos enterrar allí a los abuelos”, asegura. 

Ella se queda con eso y, desde luego, advierte de que nunca desistirá y seguirá “tocando puertas, aunque sea despacio” para que Valtablado de Beteta pueda por fin recuperar su lugar en la historia de la Serranía de Cuenca.