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La despoblación pone en jaque a las farmacias rurales

La provincia ha perdido once boticas desde 2013, pasando de 184 a las 173 actuales. El 23,12% del total son de Viabilidad Económica Comprometida
La despoblación pone en jaque a las farmacias rurales
La provincia de Cuenca cuenta con 173 farmacias, la mayoría de ellas ubicadas en zonas rurales. Foto: Saúl García
01/03/2020 - Dolo Cambronero

España cuenta con una extensa red farmacéutica que da cobertura al 99% de los pacientes, lo que incluye a los municipios más pequeños. La provincia de Cuenca cuenta en la actualidad con 173 boticas -28 en la capital- frente a las 184 que había en 2013, once menos en siete años, según los datos del Colegio Oficial de Farmacéuticos (COF) de Cuenca, que apunta a la pérdida de población como una de las causas.

“La despoblación y otras causas como bajadas continuadas del precio de los medicamentos han obligado a estos profesionales a cerrar sus farmacias y cambiar de rumbo, situación que a este Colegio nos entristece. Las ayudas son escasas y la supervivencia en el medio rural es muy difícil”, apuntan desde el COF.

Porque en la red farmacéutica nacional parecen polarizarse dos modelos bastante distantes entre sí -aunque también hay oficinas que se sitúan en un punto intermedio-: uno urbano, de gran rentabilidad, y uno rural al que le cuesta más que le salgan las cuentas.

“Nuestra provincia se caracteriza por una gran dispersión geográfica. La farmacia conquense tiene un ratio poblacional de los más pequeños de nuestro país, ni siquiera parecido a las otras cuatro provincias de nuestra Comunidad Autónoma. La mayoría de nuestras oficinas están ubicadas en zonas rurales”, detallan desde COF Cuenca.

Además, hay 40 oficinas de farmacia de Viabilidad Económica Comprometida (VEC), las cuales, según este colectivo, “subsisten a duras penas con el escaso margen que le deja el medicamento y atienden a núcleos de población muy pequeños”. Por ello, destaca “la importante labor de estos farmacéuticos porque en la mayoría de los casos es el único profesional sanitario que se encuentra de manera continuada en el núcleo de población”.

Este tipo de boticas en situación comprometida son las que no llegan a alcanzar el 11,4% de facturación de una farmacia media, por lo que reciben una ayuda pública de la administración para garantizar la continuidad de este servicio fundamental que ofrecen en el medio rural.

ALBALADEJO DEL CUENDE

Amparo Martínez Rubio, de 53 años, es la vicepresidenta del Colegio en Cuenca y lleva 18 al frente de la botica de Albaladejo del Cuende, población que cuenta con 245 habitantes censados (padrón a 1 de enero de 2019. “La evolución de la farmacia rural, en general, es negativa. Muchas hemos sufrido las consecuencias de la crisis económica y los ajustes de la administración (bajada de precios de los medicamentos, copago...), llegando a perder capacidad económica para subsistir, y nos hemos convertido en farmacias VEC”, lamenta.

Relata que nunca se ha podido permitir contratar a un técnico en farmacia ni farmacéutico adjunto por el nivel económico de su oficina.

En esta línea, señala que los farmacéuticos son también profesionales en otras áreas como óptica, nutrición y ortopedia pero en una farmacia rural es más complicado poder desarrollar estos servicios si solo trabaja el titular y por las infraestructuras que se necesitan.

“En la farmacia rural, sobre todo, somos un centro sociosanitario”, considera. Asimismo, critica que la administración les exija lo mismo que al resto sin tener en cuenta los inconvenientes que sufren como: “ingresos escasos”, “un entorno más desfavorable” para realizar su labor y el desabastecimiento de medicamentos que, aunque es un problema nacional, es “más acuciante en núcleos rurales”, puesto que dependen de cooperativas y no pueden abastecerse directamente de los laboratorios que, a su juicio, “miran más por su interés que por el del paciente”.

La despoblación pone en jaque a las farmacias rurales

Las guardias son otro de los problemas que denuncia: “He tenido guardias en las que no ha venido nadie pero hay que estar. Somos servicio público y además los únicos profesionales sanitarios que no percibimos remuneración por las guardias que debemos realizar obligatoriamente”.

Por ello, pide que las guardias sean remuneradas. Y si no, que se les deje la opción de rechazarlas si no pueden permitirse “el lujo de hacerlas a precio cero”.

Por todas estas cuestiones, le reclama a la administración “medidas compensatorias que ajusten el desequilibrio”, ya que, según sus palabras, cuando sacan las cuentas “no tienen en cuenta a la parte más débil de la cadena, la farmacia rural”.

“La administración debe asegurar y garantizar el acceso y la continuidad de las farmacias rurales”, reivindica esta profesional, que plantea como medidas de apoyo una rebaja de la carga fiscal para garantizar la sostenibilidad de estas oficinas.

“Nos exigen las mismas obligaciones pero no veo por parte de la administración interés por incentivarnos; no tenemos ninguna ventaja y no se tiene en cuenta nuestro servicio. La ayuda a las farmacias VEC con el índice corrector no es suficiente. Creo que ya es hora de que nos paguen por los servicios profesionales”, subraya.

“Deberían impulsar las funciones como agentes de la salud que somos, en colaboración con otros profesionales sanitarios”, hace hincapié.

Según sus palabras, la despoblación y el envejecimiento de la población agravan “la sostenibilidad de la farmacia a corto plazo”.

Aunque no ha estado en farmacia urbana porque antes trabajó en farmacia hospitalaria, si se le pregunta por las ventajas que tiene la farmacia rural, no tiene dudas: dice que no hay ninguna. “Somos accesibles al ciudadano y de confianza pero como cualquier farmacéutico comunitario; todos trabajamos por y para nuestros pacientes”, puntualiza.

ELABORACIÓN DE UN MAPA

“La sanidad, junto con la educación, son los dos grandes pilares sobre los que se debe asentar toda sociedad, por lo que todos los fondos que se destinen a estos fines son pocos”, apuntan desde el Colegio en relación con la situación de las farmacias rurales.

“Es necesario que todas las instituciones nos impliquemos en buscar soluciones. Es importante la elaboración de un mapa farmacéutico donde se dé respuesta a las necesidades reales de la población, una buena planificación y ordenación farmacéutica y, por supuesto, más ayudas por parte de las correspondientes administraciones, así como la remuneración de los servicios profesionales que ofrecen las farmacias”, reclaman desde COF Cuenca.

"La evolución de la farmacia rural, en general, es negativa. Muchas hemos sufrido las consecuencias de la crisis y los ajustes de la administración, perdiendo capacidad para subsistir"

Para la entidad, España cuenta con un modelo farmacéutico “de excelencia” que da cobertura a la casi totalidad de la población. “Esto, junto con la profesionalidad, cercanía y accesibilidad del farmacéutico y la confianza que muestran los pacientes, hace de la farmacia española un modelo envidiado por muchos países y que debemos mantener como garante de nuestra sanidad”, apuestan.

En otros países, hay fondos de compensación aportados por las farmacias con mejores resultados que permiten garantizar la viabilidad de las más pequeñas.

Recientemente Compromís ha llevado a la Comisión de Sanidad de la Cámara alta una iniciativa para garantizar la supervivencia de las farmacias en el mundo rural y, entre otras medidas, proponen la puesta en marcha de un fondo propuesto por los propios afectados que no suponga un elevado coste para las arcas públicas.

Este fondo pasaría por retener cuatro céntimos de cada receta, lo que supone un 0,18% de la facturación total (0,37% de la dependiente de factura pública) para estas farmacias. El objetivo es garantizar la supervivencia de las boticas rurales que, en realidad, sostienen al modelo farmacéutico nacional.

La despoblación pone en jaque a las farmacias rurales

La farmacia de Tinajas abrió sus puertas en 1988. Antonio Mónico Ruiz Lara, de 43 años y del municipio albaceteño de Tarazona de la Mancha, tomó hace 14 las riendas de esta botica, que también cuenta con una sección de óptica. “El principal problema es que no hay gente. No hay trabajo y no se fija la población”, lamenta, explicando que esto supone que “cada vez hay menos rentabilidad”. No obstante, alaba la calidad de vida que tiene y la cercanía en el trato con el paciente: “Estoy agradecido porque es una manera de ver las cosas con otra óptica”.

Tinajas, con 201 habitantes censados, ha ido perdiendo población en los últimos años. Aunque en los veranos hay más gente, los inviernos son especialmente “duros”. De todas formas, Ruiz Lara es consciente de que aunque está en un pueblo pequeño, hay farmacias de menor tamaño que la suya.

Su oficina podría aprovechar la visita temporal de personas afincadas en otros lugares pero este profesional apunta que el retraso en la puesta en marcha de la receta electrónica ha impedido que la población itinerante que venía de Madrid pudiera adquirir los medicamentos. Aunque este problema ya se ha solucionado, asegura que “esto ha asfixiado a las farmacias”.

Algunos veranos contrata a alguien para que se haga cargo de los botiquines en pequeñas poblaciones de alrededor, aunque el resto del año está solo, lo que hace que le toquen todas las guardias que fija la administración para su farmacia. “El sistema está anticuado. Yo hago unas siete al mes, lo que supone casi cien días al año. Hay compañeros en el medio urbano que solo hacen una”, compara. Las guardias no se pagan y no suele ir mucha gente por lo que las ventas son bastante exiguas. “La rentabilidad es inversamente proporcional al número de guardias”, ironiza.

INCENTIVOS

En cuanto a posibles salidas para estas farmacias, lo tiene claro: “Lo que hace falta es una solución para el mundo rural”, afirma este profesional, que apunta que esta pasa por fijar industrias en las localidades de menor tamaño y plantea, por ejemplo, bonificaciones a las empresas que se asienten en estas para impedir que los pueblos vayan desapareciendo poco a poco mientras las grandes urbes no dejan de crecer. Exenciones fiscales para las boticas e incentivos para garantizar la viabilidad de estos negocios son otras de sus propuestas.

“Yo tengo botiquines de 20 personas. Ahora igual solo se queda una persona aunque en verano hay más gente”, cuenta, añadiendo que hay pacientes de otros pueblos que le piden medicamentos y se los lleva. “No es que sea rentable, es que se da el servicio. Yo hago mi trabajo”, subraya.

"Conoces a todos los pacientes, sus tratamientos. Se sienten más cuidados, es un trato más personal"

Aunque no es su caso, en relación con las farmacias de Viabilidad Económica Comprometida (VEC), cree que, aunque reciben ayudas de la administración, “no compensa” y “son insuficientes”.

Pero no todo son inconvenientes en el medio rural. En el lado positivo, este profesional destaca la cercanía con los pacientes. “Los conoces a todos, sus tratamientos. Eso es imposible en una ciudad. Aquí se sienten más cuidados, es un trato más personal. No tiene nada que ver con una farmacia urbana”, asegura. De hecho, en algunos pueblos, el farmacéutico se convierte en el único personal sanitario con el que cuentan de forma diaria.

Para Ruiz Lara, una farmacia rural “es una muy buena opción para comenzar”. “Le coges el pulso al oficio”, puntualiza, refiriéndose también al elevado coste que acarrea adquirir una botica en un medio urbano. No obstante, es consciente de que, aunque el precio en un pueblo pequeño es menor, en realidad “tienen muy mala venta porque se escucha constantemente que el mundo rural se muere”. “¿Voy a invertir mucho dinero en algo que no va a tener recorrido?”, se plantean así los posibles compradores.

En su caso, su pregunta es ahora otra: “¿Qué compensa más?¿Ganar más dinero o tener calidad de vida?”.