La Guardia Civil, en el marco de la operación DAMAGE, da por desarticulado un grupo criminal extremadamente peligroso, dedicado al robo en entidades bancarias mediante el uso de explosivos en sus cajeros automáticos.
La operación se ha saldado con la detención de 4 personas, y la puesta en busca y captura de una quinta, todas ellas de nacionalidad rumana, cuando se disponían a ejecutar un robo con esta técnica en una sucursal bancaria del municipio de Santa Ana (Albacete), durante la pasada semana, el cual fue abortado por los agentes encargados de la investigación, con el apoyo de la Unidad Especial de Intervención (UEI), que fue requerida a la vista de la peligrosidad y contundencia en las acciones de este grupo criminal.
Se han intervenido 730 gramos de esta peligrosa sustancia lista para ser explosionada, tanto en el momento de la detención, como en uno de los registros que se han practicado en la localidad de Socuéllamos (Ciudad Real), municipio de residencia de algunos de los detenidos, donde también se han encontrado materiales y compuestos químicos utilizados en la fabricación del explosivo.
La investigación se inicia tras la comisión de varios robos en cajeros automáticos de entidades bancarias del medio rural, mediante el posible uso de explosivos que ocasionaban daños de especial gravedad, peligrando en alguna ocasión la estructura de los edificios donde se albergaban los mismos, hechos que rápidamente causaron una grave alarma social a la vista de los daños que causaban estas explosiones.
Ante la gravedad de los hechos, se crea un grupo de trabajo formando por agentes de la Sección de Delincuencia Organizada de la UCO y de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Valencia, que a la vista de toda la información recopilada y analizada de los distintos escenarios, permite a los investigadores identificar a algunos de los posibles autores, los cuales a partir de ese momento son sometidos a una intensa y discreta vigilancia.
MODUS OPERANDI
De esta manera, pudo constatarse que este grupo criminal planificaba exhaustivamente sus acciones, seleccionando sus objetivos siempre en localidades de poca población, sin instalaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y con facilidad de escape en el caso de ser detectados, tanto por carretera como por caminos rurales o incluso por campo a través, dejando fijado siempre un punto de encuentro en caso de huida.
Su modus operandi siempre era el mismo, consistiendo en que uno de sus componentes, la mujer de uno de ellos concretamente, trasladaba en vehículo hasta las inmediaciones de la población elegida al resto del grupo, formado por un mínimo de tres personas, uno de los cuales era experto en explosivos y con formación militar. Estos llegaban a pie a la sucursal bancaria, siempre de noche, sin apenas presencia vecinal en las calles, lo que dificultaba enormemente el éxito de las vigilancias por parte de los investigadores.