La Mesa Nacional del Ajo estima que la superficie de siembra se ha reducido en un 16 por ciento respecto a la campaña anterior, hasta situarse por debajo de las 20.000 hectáreas en el conjunto del país.
Datos “muy preocupantes” si se tiene en cuenta que la tónica va en aumento. De hecho, el presidente de la Mesa Nacional del Ajo, Julio Bacete, señala que en los últimos cuatro años se ha perdido un tercio de la superficie de cultivo a nivel nacional.
El aumento de costes, la escasez de mano de obra, junto a las dificultades de acceso al agua y la ausencia –cada vez mayor– de fitosanitarios eficaces para combatir las enfermedades de la planta han provocado una pérdida de rentabilidad que pone sobre las cuerdas al sector productor, amenazado también por falta de relevo generacional.
Por comunidades autónomas, Andalucía es la región que ha registrado el mayor descenso de superficie sembrada, como consecuencia de las fuertes restricciones de agua por la sequía de los últimos años. En el resto la media se sitúa en porcentajes similares, según se desprende del análisis que esta semana se realizaba en la asamblea que la Mesa Nacional del Ajo ha celebrado en Las Pedroñeras.
“La rentabilidad de este producto está siendo cada vez menor. Entre las restricciones de agua, la subida de las rentas de las tierras, la semilla e insumos en general, la gente, que también se va haciendo mayor, no quiere arriesgar”, apunta Bacete, quien señala que el coste de producción de una hectárea de ajo se sitúa ya en unos 14.000 euros, cerca un 30 por ciento más que hace cuatro años.
ESCASEZ DE MATERIAS ACTIVAS PARA CONTROLAR MALAS HIERBAS Y ENFERMEDADES
Además, el también presidente de la cooperativa de segundo grado Coopaman refiere que en los últimos años la meteorología ha provocado malas cosechas, pérdidas a las que se suma el bajo rendimiento como consecuencia de la escasez de materias activas autorizadas para el control de malas hierbas de hoja ancha y fungicidas eficaces para combatir enfermedades como la roya o la blanquilla, entre otras.
Una problemática que la Mesa Nacional del Ajo ha abordado en la asamblea celebrada en Las Pedroñeras, a la que asistía el delegado provincial de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural en Cuenca, Rodrigo Fernández, a quien se le ha trasladado la difícil situación por la que atraviesa este cultivo y se la ha pedido ayuda para mejorar las condiciones que están restando competitividad al ajo español.
“No puede ser que se prohíba aquí el uso de productos fitosanitarios que fabricamos en Europa, que se exportan a países productores como Egipto, Brasil o Marruecos para luego importar sus ajos, que pasan sin ningún problema las aduanas, mientras nosotros no tenemos con qué tratar el campo. Esto no se puede admitir y es hora de tomar medidas”, sentencia Julio Bacete
“No puede ser que se prohíba aquí el uso de productos fitosanitarios que fabricamos en Europa, que se exportan a países productores como Egipto, Brasil o Marruecos para luego importar sus ajos sin ningún problema"
La agilización del proceso de regularización de extranjeros es otra de las demandas que trasladan a la administración, como forma de poder solventar la dificultad de encontrar mano de obra, otro de los problemas que sacuden al sector.
“Son muchas las dificultades a las que nos enfrentamos. y todas llevan a una pérdida de rentabilidad y competividad. Hay una desilusión muy grande”, enfatiza Bacete, quien destaca que a los muchos factores que se suman a la crítica situación por la que atraviesa el sector se suman los efectos del cambio climático, especialmente las altas temperaturas que impiden un buen desarrollo del proceso vegetativo, y como consecuencia una merma de calibre que se traduce en la pérdida de muchos kilos por hectárea.
La reducción de cosecha no es un caso puntual de España, grandes productores como China o Egipto también la acusan junto a un descenso de superficie de siembra por falta de rentabilidad y falta de relevo generacional. Esta circunstancia ha derivado en el aumento de precios.
Eso sí, la balanza no es positiva puesto que el incremento “no compensa” las pérdidas, que en el caso del ajo morado se acercan al 50% de la cosecha y de aproximadamente entre un 25-30 por ciento en el ajo temprano o sprint.