La provincia de Cuenca es la segunda de Castilla-La Mancha con más fosas comunes vinculadas a la Guerra Civil y la represión franquista. Según datos del portal Memoria Democrática de la Universidad de Castilla-La Mancha, se han identificado un total de 54 fosas repartidas en 44 localidades.
Estas fosas, muchas aún sin intervenir, albergan los restos de víctimas, principalmente a guerrilleros que resistieron al franquismo durante la posguerra. La historiadora Ainhoa Campos, subdirectora del proyecto de Memoria Democrática de Castilla-La Mancha, destaca que la mayoría de estos enterramientos corresponden a pequeños grupos de guerrilleros antifranquistas que operaban en la región.
La orografía de Cuenca y su proximidad a zonas del Levante la convirtieron en un refugio para estos combatientes, que fueron perseguidos y ejecutados por las fuerzas franquistas hasta acabar “poco a poco” con ellos, puesto que las ejecuciones eran de dos a cinco víctimas, como mucho. A consecuencia de este hecho, en muchos de los lugares identificados no existen enterramiento común.
El Monasterio de Uclés
Entre las fosas más destacadas de la provincia se encuentra la del monasterio de Uclés, un antiguo hospital republicano donde se estima que fueron enterradas unas 430 personas. Este lugar no solo es uno de los enterramientos más importantes de Cuenca, sino también a nivel nacional.
La historiadora explica que el monasterio fue escenario de muertes durante y después de la guerra, incluyendo ejecuciones y fallecimientos debido a las duras condiciones de vida en el hospital y en el breve tiempo que el lugar funcionó como campo de concentración.
Del total de fosas localizadas en la provincia de Cuenca, 32 no han sido intervenidas, lo que representa el 64% de los enterramientos. Por ello, destaca la importancia de destinar fondos ya que a su juicio es “clave” para seguir realizando proyectos de investigación y que puedan desarrollarse “con todo el tiempo y las garantías necesarias”.
Como ejemplo de los avances posibles con una adecuada financiación, Campos menciona el caso de la provincia de Ciudad Real, donde gracias a un mayor apoyo económico se ha producido una "explosión de exhumaciones".
Campos insiste en la importancia de las exhumaciones por dos motivos principales: el deber de honrar la memoria de las víctimas y el valor informativo de estos trabajos para los historiadores. Señala que aunque existen numerosas fuentes escritas no siempre revelan toda la verdad, y las excavaciones proporcionan datos cruciales sobre la represión y las circunstancias de las muertes.
Además, para las familias de las víctimas, las exhumaciones son un paso hacia la reparación del dolor causado. Muchas de ellas han pasado décadas sin saber dónde estaban enterrados sus seres queridos, y la identificación de los cuerpos les ofrece una oportunidad de cerrar un capítulo doloroso de su historia personal.
La Ley de Memoria Democrática, que sustituyó a la Ley de Memoria Histórica de 2007, ha sido clave para impulsar estas exhumaciones. Aunque ambas normativas han sido importantes, la nueva ley ha asignado al Estado la responsabilidad de financiar y llevar a cabo las exhumaciones, lo que ha permitido avanzar en provincias como Cuenca.
Campos destaca el impulso que desde 2019 ha tenido el Gobierno regional, y que supuso pasar de ser “una de las comunidades que menos actuaciones había” a permitir realizar numerosos estudios.
A pesar de los avances, Campos insiste en la necesidad de seguir destinando fondos a estos proyectos. A su juicio es esencial continuar con las exhumaciones y las investigaciones para cerrar las heridas abiertas y entender plenamente lo que sucedió durante la represión franquista.