Promover una alimentación sana y variada, interiorizar rutinas y hábitos saludables, y facilitar la conciliación familiar son algunos de los beneficios que tienen los comedores escolares y además, podemos sumar el hecho de que permiten fijar población en el medio rural porque los padres y madres pueden mantener su residencia en un pueblo y desplazarse a otras ciudades a trabajar mientras los pequeños están en clase y en el comedor del colegio.
Un recurso que en la provincia de Cuenca cada vez está más demandado y así lo demuestran las cifras facilitadas por la Delegación de Educación, Cultura y Deporte. En este curso 2021/22, un total 2.244 niños y niñas son usuarios del servicio de comedor, frente a los 1.969 del año anterior, lo que demuestra un incremento del 12,25 por ciento en el total de solicitudes.
Usuarios que se dividen en los 36 centros educativos que ofertan esta prestación, de los que 14 se ubican en la capital conquense y 22 en la provincia, aunque el mayor volumen de niños y niñas se concentra en la ciudad de Cuenca, que atiende a un 55,53% del total, lo que se traduce en 1.246 personas.
Eso sí, desde la llegada de la Covid-19, en los centros con mayor afluencia de usuarios han establecido varios turnos de comidas para garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias frente al virus y la distancia de seguridad. Además, de los 2.244 beneficiarios del curso actual, 148 han optado por recoger el menú para degustarlo en casa.
Otra de las cuestiones a tener en cuenta son las becas que cada año concede la Consejería de Educación Cultura y Deporte y que incluyen ayudas para el comedor escolar disponibles para alumnos de Educación Infantil y Primaria. Una subvención que permite a las familias estar exentos de pagar el 100% o el 50 por ciento del coste del servicio.
NUEVOS COMEDORES
Además, como novedad, este año el CRA ‘Guadiela’ de Priego y ‘Elena Fortún’ de Jábaga han implantado, por primera vez, el servicio de comedor y las familias están muy satisfechas.
Así lo demuestran testimonios como el de María Marquina, madre de una alumna de 4 años del colegio de Jábaga, que asegura poder compaginar su trabajo con ofrecer una alimentación variada y sana a su hija gracias al comedor. “Tenemos intención de repetir”, asegura, porque “además de comer de todo, se lo pasa genial y a mi me ayuda mucho con mi trabajo”.
Por su parte, Rebeca Abanades también deja a sus hijos de 6 y 9 años en el comedor porque “al trabajar fuera es muy cómodo y no tenemos que hacer malabares para que coman a su hora”, explica. Incluso destaca la “tranquilidad” que como madre siente al saber que sus hijos han adquirido “hábitos saludables y una rutina de horarios”.
En el caso de Priego, Soraya García es madre de dos niños de 10 y 7 años que “están encantados de comer en el cole”, asegura. Y es que, por su trabajo en el sector de la hostelería aprovecha esta opción porque “cuando llegan a casa hacen directamente los deberes y nosotros estamos más tranquilos”, dice.
Testimonios reales que una vez más demuestran la satisfacción y tendencia al alza de este recurso, no solo en la provincia de Cuenca, sino en el conjunto de Castilla-La Mancha, donde ya hay más de 421 comedores escolares en marcha.