Las heladas a destiempo provocadas por el cambio climático, las granizadas de la DANA del mes de septiembre y la acción de los ciervos han provocado graves daños en las plantaciones de mimbre de la provincia de Cuenca.
Las pérdidas, teniendo en cuenta que la pasada campaña la cosecha rondó los 1,4 millones de kilos, se verá reducida en, aproximadamente, un 40 por ciento e incluso un 50% en parcelas concretas este año.
Así lo pone de manifiesto Javier Moriana, propietario de varias plantaciones ubicadas en las localidades de Cañada del Hoyo, Villalba de la Sierra, Villar de Olalla, Mariana y Valdemoro de la Sierra que suman en total ocho hectáreas. “Se machacó todo”, sentencia el agricultor.
Todos los factores mencionados provocaron que, por ejemplo, en el mes de mayo tuviera que picarse parte de las varas de mimbre, lo que lleva asociado un menor crecimiento de la planta y, por ende, bajada de rendimiento.
A pesar de esto, el mimbre, que se empezó a recolectar en el mes de noviembre es de buena calidad, pero al haber daños en ciertas zonas es “más trabajoso escoger las mejores ramas porque es un proceso que únicamente se puede hacer a mano”, señala Moriana.
La longitud de las varas también ha mermado. En condiciones normales medirían entre 2,75 y 3 metros, pero en este 2024 la medida más común oscila entre los 2,25 y los 2,75 metros.
“Se está especulando mucho con el precio del mimbre por la subida generalizada de los costes de producción”VENTA
En cuanto a los precios, Moriana asegura que “se está especulando mucho” y por ahora no se aventura a dar una cifra aproximada del precio final. La subida generalizada de los costes de producción parece que va a provocar un incremento en el precio final de venta de las varas, pero es posible que llegado el momento las empresas de compra no asuman ese incremento. “Va a ser un problema a la hora de sacarlo al mercado”, apostilla el agricultor.
Otro de los problemas a los que tienen que hacer frente es la economía sumergida en este sector ya que hay agricultores que no están dados de alta en el mercado y eso perjudica a los que sí cumplen con la ley. Además, la falta de relevo generacional es otra de las cuestiones que más preocupan al sector porque “nadie se incorpora al campo y al final estos cultivos se acabarán perdiendo si no son rentables y si no hay gente para mantenerlos”, recalca.
Las ventas no se producirán hasta el mes de junio, pero lo que sí sabemos es que fundamentalmente el mimbre conquense se empleará para la elaboración de productos artesanos como cestas y para vallas de jardín. Eso sí, en los últimos años se ha puesto de moda el uso del mimbre en vivo. Es decir, se planta el mimbre en jardines como si fuese un seto más y el particular o propietario lo riega y lo poda cada año. Si bien, “está práctica no es muy habitual todavía y es más común en Cataluña frente al resto de comunidades”, concluye Moriana.
En definitiva, la campaña de mimbre de este año será “bastante mala” al igual que la mayoría de cultivos que este año se han visto afectados por las inclemencias meteorológicas.
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