El yacimiento paleontológico de Lo Hueco continúa aportando más y más conocimiento a la comunidad científica sobre el Cretácico superior y la evolución de algunas especies hasta la actualidad, como es el caso de los cocodrilos. Éste es precisamente el objeto de estudio de la investigación del paleontólogo Alejandro Serrano, que ha sido publicada hace unos días en ‘Papers in Palaentology’, una revista inglesa especializada de la Palaentological Association.
Estudio éste que se encuadra dentro de su tesis doctoral y que ha venido a desvelar que “los actuales cocodrilos no han tenido que cambiar apenas en los últimos 80 millones de años para sobrevivir, lo que viene a demostrar que estaban muy bien adaptados a su hábitat y tenían tales cualidades que no han necesitado apenas modificarlas desde el Cretácio superior”, permitiéndoles no desaparecer como los dinosaurios”.
Tecnología tac
Y es que esta investigación se ha basado en el estudio de dos fósiles de cráneos de agaresuchus fontisensis, uno de los cocodrilos descubiertos en el yacimiento conquense de Lo Hueco, mediante tomografía computarizada, es decir, con tecnología TAC, y se han comparado con los cráneos de los actuales cocodrilos.
La utilización de la tecnología TAC ha permitido, tal y como explica Serrano, no solo ver las cavidades internas de estos animales, como por ejemplo las del cerebro, los nervios y los vasos sanguíneos, así como las del sistema de seno paratimpánico y los senos paranasales, sino que, además, ha posibilitado su reconstrucción digital. Y todo ello, sin necesidad de romper el fósil.
Motivación del estudio
La idea de estudiar estas cavidades, según apunta el paleontólogo Patxi Ortega, que ha dirigido, junto a Fabien Knoll, la tesis de Serrano, responde al claro intento de “entender cómo es la estructura del cerebro de los antepasados del único grupo de cocodrilos que fue capaz de librarse de la extinción que acabó con los dinosaurios y con el resto de linajes de cocodrilos y que ha llegado hasta nuestros días; antepasados que no son otros que los cocodrilos de Lo Hueco: el agaresuchus y el lohuecosuchus”.
En idénticos términos se manifiesta el autor de la investigación, quien resalta que con “este estudio sobre las dimensiones de las cavidades, se pueden estimar las capacidades neurosensoriales de estos animales, desde su agudeza olfativa y visual a su coeficiente de encefalización”.
Precisamente, gracias a las tomografías computarizadas (TAC), tal y como subraya Serrano, se han encontrado una serie de diferencias llamativas, puesto que mientras las cavidades analizadas no han cambiado mucho en estos últimos 80 millones de años, sí se aprecian modificaciones, por ejemplo, en el ángulo de los canales nasofaríngeos, siendo más pronunciado en las especies del Cretácico, lo que afianza la idea de que son los antepasados de los actuales cocodrilos.
Agudeza olfativa
Esta investigación ha desvelado, asimismo, que los cocodrilos de Lo Hueco, en lo referente a lo olfativo, se sitúan en un término medio entre los dos linajes actuales: los cocodriloideos, como el cocodrilo del Nilo o de Australia, que tienen una agudeza olfativa muy elevada, y los aligatorideos, como los caimanes, aligátor, etc., que tienen una agudeza olfativa ligeramente inferior a los anteriores. “Es decir –explica–, el ancestro de estos dos tipos de cocodrilos estaba en un punto intermedio y, a partir de él, divergieron los dos linajes, uno se especializó en una olfacción más aguda y otro no destinó tantos recursos a desarrollar esa habilidad”.
Capacidad visual
Del mismo modo, se ha constatado en esta investigación que la capacidad visual de estas especies está relacionada, más que con la caza, con el hábitat, de tal manera que, según detalla, “dos especies que viven en la misma charca van a a tener una capacidad visual similar, como es el caso de los dos cocodrilos de Lo Hueco, al tiempo que corrobora que estas dos especies compartieron el mismo hábitat; algo que ya nos imaginábamos al encontrar fósiles de ambos en el mismo yacimiento, pero que, de esta manera, se reafirma la hipótesis”.
Indicar, por último, que en esta investigación de Alejandro Serrano, además de los dos directores de tesis, también han colaborado Iván Narváez, en lo relativo a la sistemática; y Stephan Lautenschlager, en las interpretaciones neurosensoriales.