Hace 50 años se estrenó la película ‘El Valle de Gwangi’, un largometraje que se rodó en Cuenca cuando aún no se conocía su gran patrimonio paleontológico. Para conmemorar esta efeméride se ha organizado un ciclo de conferencias que ha permitido realizar un viaje por el registro de dinosaurios de la provincia y por el Parque Cretácico de Cuenca.
Mirando hacia el pasado, dos grandes hitos han marcado la historia de vertebrados en Castilla-La Mancha: el descubrimiento de Concavenator corcovatus ( el cazador jorobado de Cuenca), conocido coloquialmente como ‘Pepito’, y la exploración del yacimiento de Lo Hueco en el año 2007.
“Hace 30 años nadie daba un duro por el patrimonio de dinosaurios de Cuenca y ahora se ha convertido en un territorio de referencia”, señala el investigador Francisco Ortega.
Una historia “rocambolesca”, marca el descubrimiento de ‘Pepito’. Un ejemplar que fue encontrado en los años 80 gracias a un movimiento de aficionados a la paleontología en la Serranía de Cuenca. El actual profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, Santiago Prieto, fue quién recogió muestras del hallazgo por aquel entonces pero, según cuenta Ortega “decidieron que no era importante y lo protegieron simplemente con un plástico”.
"Hace treinta años nadie daba un duro por el patrimonio de dinosaurios de Cuenca y ahora se ha convertido en un territorio de referencia"
Fue 20 años después cuando, el paleontólogo identificó que esas piezas pertenecían a un nuevo dinosaurio sepultado bajo Las Hoyas. “Nos pusimos manos a la obra y comenzamos a buscar áreas que pudieran estar removidas dos décadas atrás. Y lo encontramos”.
Lo extrajeron, limpiaron y fueron conscientes de que el bicho, como Ortega lo denomina, estaba completo. Con recursos limitados y apenas dos tablones y hojas de periódico consiguieron trasladar y resguardar el ejemplar en una casa cerca del Museo de Ciencias de Castilla-La Mancha, en el Casco Antiguo de la ciudad. “Todavía guardo un recorte de periódico en el que se narraba el descubrimiento de un nuevo ejemplar en Cuenca”, confiesa. “En aquel momento creíamos que era una cosa llamativa pero ni si quiera nosotros teníamos tanta fe como para montarlo. Hasta que lo montamos”, aclara el paleontólogo.
“Vimos algo que nunca habíamos visto y sentí fascinación”, desvela Ortega. Delante de aquel fósil, que tardaron más de cinco horas en montar, fueron conscientes de que se encontraban ante un ejemplar raro y bello a la vez, “estábamos ante una cantidad enorme de información que teníamos que descifrar, fuimos afortunados por ser las primeras personas en verlo”, revela.
Las Hoyas es un espacio de detalles mientras que, Lo Hueco es un yacimiento en el que se encontraron grandes dinosaurios pero se perdieron los detalles. “A la gente lo que le gusta es ver un bicho enorme y carnívoro y no prestan atención a las peculiaridades destacables, aunque se las explicamos”, interpreta Ortega.
Lo Hueco supuso un antes y un después en lo que a la historia de los dinosaurios se refiere. “Era un campo de batalla en el que solo veíamos un enorme cementerio de dinosaurios”, recuerda. Una concentración de restos enorme que “hacía flipar cada día”. “Era sobrecogedor cuando llegaba a primera hora y todavía no habían entrado las máquinas ni el personal y sentía vértigo, admiración por lo que estábamos viendo y miedo”, exteriorizada el codirector de este yacimiento paleontológico ubicado en el término municipal de Fuentes.
A la búsqueda de embriones de titanosauriosEn pleno trabajo académico de descripción de los miles de fósiles que extrajeron en Lo Hueco, los investigadores señalan que están siendo conscientes de que “no habíamos entendido nada”. Así lo pone de manifiesto el paleontólogo Patxi Ortega, quien destaca que queda una elevada dosis de información aún por interpretar. En estos momentos, tras haber identificado tortugas y cocodrilos se encuentran trabajando con los Saurópodos.
De forma paralela se trabaja en el proyecto del yacimiento de Poyos, entre Cuenca y Guadalajara. Un yacimiento muy extenso al que acudieron Francisco Ortega y su equipo porque “un vecino había encontrado un hueso que asociaba a un animal muy grande y comprobamos que se trataba de huesos de dinosaurio”.
En la investigación vio la luz una zona muy amplia de huevos de dinosaurios de ejemplares muy parecidos a los que habitaban en lo Hueco. Hay miles. Además, “hemos encontrando carnívoros de unos 5 o 6 metros que son muy escasos en Europa”, comenta. Nuestro objetivo ahora es poder dar con embriones de titanosaurios, muchos más huevos y clasificar los terópodos carnívoros de Poyos, combinando este proceso con la investigación en Lo Hueco.
De cara a 2020 van a intentar hacer una búsqueda mucho más exhaustiva de embriones, a publicar el terópodo de Poyos y a intentar discriminar el segundo taxón de Saurópodo de Lo Hueco. “Existe Lohuecotitán y sabemos que hay otro u otros dos y queremos describir sus características anatómicas y en que otros lugares de Europa podría estar”, concluye. Francisco Ortega.